Kamiano

Mi amigo y periodista Salva Gutiérrez Galván, me regala, entre otras muchas cosas esta crónica del acto de presentación de “Compañeros de Jesús. Un santo para cada día”, editado por PPC con las ilustraciones de Ana María Muñoz. Solo puedo decir a Salva, a los participantes en el acto y todos los que me respaldan con su amistad y cariño que: ¡Gracias, gracias, gracias!

UN SANTO PARA CADA DÍA,

UNA CRUZ A LA QUE MIRAR

 Fernando Cordero presentó su último libro sobre la vida de los santos en el colegio San José de las Hijas de la Caridad de Algodonales, su pueblo. El acto estuvo amenizado por las canciones de Susana Melero y la presencia, entre otros del Padre Patera y Sor Agustina Barcia. Compañeros de Jesús, un santo para cada día, nos relata de forma amena las vidas de aquellos que decidieron vivir el Evangelio hasta sus últimas consecuencias.

Dijo el siempre recordado Padre Ramón, de los Sagrados Corazones, que “la Cruz se comprende más, no cuando se mira, sino cuando se está en ella”. Una frase que bien podría evocar el magnífico trabajo del religioso Fernando Cordero. Su último libro ‘Compañeros de Jesús, un santo para cada día’, nos relata las vidas de aquellos que pusieron en la Cruz su manera de ser, su manera de pensar, su manera de vivir. Y fueron muchos los santos y santas que padecieron sus distintas cruces. Todos quisieron vivir el Evangelio, comprendiendo y dando sentido al dolor, sabiendo que en la esperanza estaba la respuesta al martirio, siendo conscientes que solo a través de ella se accede a Dios.

El Colegio San José de Algodonales, el pueblo de Fernando Cordero, quiso abrir sus puertas con una sinceridad tan cercana que llegaba a desconcertar. Se pudo contemplar en los rostros de los vecinos que aguardaban el momento de escuchar las palabras de su paisano. Todos estaban atentos a las impresiones de este religioso, que pone en lo cotidiano la grandeza de su conducta. Y es que Fernando Cordero escribe tal como es: sincero, claro, alegre y muy directo. Y su ejemplo, poner el interés en los que dieron la vida por los demás, es, sin duda, un ejercicio de inteligencia. Fernando ha querido desprenderse de sí mismo y volver a dar importancia a algo de lo que un cristiano nunca debe despojarse. Sus raíces, su tradición, sus costumbres, en definitiva, lo cotidiano. Esto es lo que hace el religioso de los Sagrados Corazones en cada una de sus obras. Fernando ofrece información detallada, pero lo hace ahondando en la conveniencia del pasado, de las grandes hazañas de personajes que se hicieron famosos precisamente por no querer serlo, del recuerdo que tantas veces olvidamos pero que se hace vivo gracias a su escritura. Sus textos nos hablan de forma sencilla de las vidas de esos santos que padecieron y sufrieron hasta la saciedad. Un espejo en el que mirarnos cada día para darnos cuenta de que nuestras cruces no son las únicas. Un espejo de incalculable valor que nos recuerda que, a pesar de todo, Dios nos sigue amando de una forma desproporcionada.

Y este ejercicio de inteligencia es sabiamente aderezado con el simpático equipo que Fernando elige para sus presentaciones. Hasta el colegio de Algodonales se acercaron, entre otros, el Padre Patera, Sor Agustina Barcia, Mari Ángeles Román Rico –directora pedagógica del centro– y el que escribe estas líneas. Y digo bien, inteligencia, porque esta cualidad se hace notable cuando se compagina con la humildad. Justo lo que Fernando hace al compartir su protagonismo con personajes de la vida social y religiosa cuyo ejemplo también mueve masas. Todos supieron elogiar correctamente las bondades del autor y de su libro. En su mayoría, elogios de agradecimiento por tan exhaustiva labor de recopilación, estudio e investigación. Porque Compañeros de Jesús puede ser ese libro al que acudir en cualquier ocasión de nuestra vida como manual espiritual. Un compendio ideal para profundizar en la tradición de nuestra fe cristiana mediante las vivencias de personas que fueron santas.

El pasado lunes 6 de abril Algodonales recordó, gracias a Fernando, a su paisana y primera beata del pueblo en subir a los altares, Sor Pilar Nalda, a quien dedica este magnífico libro. Un documento imprescindible para conocer detalladamente las vidas de más trescientos sesenta y seis santos. Si usted así lo desea, uno para cada día del año. Y si me permite este consejo, cómprelo y reflexione. Puede que aquello por lo que esté atravesando, por muy duro que sea, tenga aquí su respuesta.

Salvador Gutiérrez Galván,

Periodista de los Informativos de Canal Sur TV

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