Amar a Dios sobre…

Mt 22,34-40 Con este evangelio llegamos a la fórmula de la felicidad: amar a Dios y al prójimo. No se pueden separar porque van íntimamente enlazados y unidos. Para lograrlo hemos de superar la “montaña” de cosas a las que nos vemos cada día abocados. Observemos el dibujo y traduzcámoslo a nuestra realidad concreta.