El audífono del Evangelio
Mc 7, 31-37
Hoy, como el sordo que apenas podía hablar, quiero decirte: “limpia mis oídos”.
Limpia mis oídos para escuchar tu Palabra, limpia mis oídos para acoger el clamor de los pobres…
Limpia mis oídos, nuestros oídos, los de la sociedad, los del mundo. Algo pasa a nuestro mundo que no queremos oír, ni ver… Esa casa común parece tambalearse.
De nuevo a tus pies, Señor Jesús, creernos en tu Evangelio. Es posible: “Ábrete” dijiste al sordo. Y pudo oír. Pudo oír y hablar. Se le quitó la traba de la lengua. Ojalá se nos quite la traba de la indiferencia y así podamos escucharte de verdad. Mantennos en la esperanza de que es posible oír tu Voz.
Coloca en cada uno de nosotros el audífono del Evangelio para escuchar a los que sufren, como al pueblo afgano, aunque a veces estemos lejos o les demos la espalda. Quita nuestra sordera.
Dibu: Patxi Velasco FANO
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