Mary Poppins, Srta. Rottenmeier y Sra. Doubtfire (*)
Mi hermano ginecólogo tiene que atender con cierta frecuencia partos no programados, su mujer, matrona de profesión, le acompaña en estas urgencias. Recuerdo con una sonrisa una noche de hace ya más de catorce años. Mi cuñada llamó a casa de mis padres en busca de la ayuda de los abuelos. Como yo estaba pasando unos días con ellos me ofrecí a cuidar de sus tres hijos. Nada más llegar desplegué todo mi encanto con:
—¡Buenas noooches! -mientras movía mis caderas — ¡Ya hasta aquí, ya llegó la Mary Pompins! -enfaticé la eme de Pommmmpins con un movimiento exagerado de mis nalgas. Me resultó fácil, no tuve que coordinar dicho movimiento con un paraguas ni un bolso grande. Llegué con las manos vacías, pero con grandes dosis de creatividad, paciencia y, por supuesto, buen humor.
Tres carcajadas perfectamente sincronizadas demostraron que me los había metido en el bolsillo. Me fue sencillo acostarlos y tras un cuento inventado sobre la marcha entre los tres, sí, sí, pedí su colaboración, y un beso de buenas noches aceptaron cerrar los ojos. Desde ese día, me llaman Mary Pompins, sí, sí con eme, lo dicen con gran cariño y siempre con una sonrisa a punto de carcajada y tarareando la canción del cuento: El caballito de mar que no sabía nadar, la, la,la
Y ahora te preguntarás por qué comparto este recuerdo. En el próximo párrafo te lo aclaro.
Llevo varias semanas con mi mente caviladora, a veces, obsesiva, otras, pero siempre abierta, receptiva y creativa. Mi mente intenta imaginar posibles oficios y profesiones que podemos necesitar en esta nueva etapa. Y creo sinceramente que la figura de niñera al más puro estilo Mary Poppins tendría su demanda. (más…)