Hasta ahora, querido Eduardo
Querido Eduardo:
Le estaba dando el último toque a la crónica mensual de 21rs-revista, cuando el teléfono me ha golpeado con la noticia de tu partida. De pronto, por un ictus, has dejado tu pluma ávida sobre la mesa, tu idea sin escribir en el teclado del blog, ese libro sobre un misionero que se ha quedado flotando, como otros proyectos que tendrías in mente y que Alguien, más sabio que nosotros, ha decidido cortar, para ampliar y dar luz.
Pues si, resulta que es verdad lo del Evangelio que la muerte viene “como ladrón”. Y nosotros sin creernoslo. Cuando así ocurre, puede ser una bendición. Recuerdo a un compañero que, cuando en las letanías comunitarias recitábamos “ab improvisa morte libera nos Domine”, se callaba porque la prefería, le parecía una bendición la muerte repentina. Supongo que estaría siempre preparado.
Tú lo estabas, aunque nunca dejaste de amar la vida y disfrutar de lo concreto. Me acuerdo que cuando hace muchos años nos encontrábamos en festivales de cine e ibas en un buen coche, alguien malévolo decía.”¡Mira el carmelita, va descalzo!” Pero tú llevabas la descalzed por dentro en tu ir por la vida queriendo a la gente, dándote, amando las pequeñas cosas y sobre todo repicando a la vida, que es la mejor forma de tocar campanas a Dios.
En aquellos buenos tiempos de “Reseña”, cuando compartíamos sueños de celuloide. te sentías muy a gusto con nuestro equipo de críticos y solías decir que la vida es cine. Te ha llegado el The End, como happy End, porque tenías tu propia mística sanjuanista. ¡Cómo te agradecí tu comentario a El Místico, mi novela sobre San Juan de la Cruz en tu blog de 21rs, viniendo de un carmelita como tu! Para escribirlo leí tu simpático libro en el que te atreviste a entrevistarle.
Un cosa me admiraba de ese blog: ¡Cómo seguías escribiéndolo aunque no aparecieran muchos post, por no decir ninguno! Echabas tu semilla, sin preocuparte del fruto, sin buscar premio. Admirable.
El último párrafo de tu último post sobre Contador, fantástico, se te puede aplicar también a ti:
“Quien confiesa usted que le sedujo fue -dijo- una especie de ángel del esfuerzo que no era el de la guardia, sino el del coraje. Algo así como un San Miguel de alas y sin nombre. Sigue, sigue. A lo mejor no ganas, pero nadie te podrá decir que no has hecho todo lo que podían tus nervios y tu codicia de buen peleador. ¡Kamikaze! Eso imaginaste más de una vez mientras devorabas kilómetros. Pero la meta estaba allì. Y te fuiste a por ella espiando hacia atrás a ver por dónde andaban los perros de la partida. Llegaste. Alzaste los brazos. No disparaste los dedos esta vez. Te bastaba con saberte interiormente satisfecho de tu coraje. Y tu lección a todos, en este país de cansancios y falsas respuestas, fue una lección de honestidad, de exigencia personal, de estímulo. Oiga, señor Contador: eso es lo que le agradezco. La ética nacional ha abierto sus páginas y ha acogido su clase de ayer por la tarde. Gracias.”
Tenías la pluma suelta y la sonrisa fácil. Acostumbrado a verte “mundano” como los curas que, como tú y yo mismo, buscamos tender puentes desde la belleza de este mundo, me sorprendió que te hicieran superior de la residencia de Burgos. Y es que tu profundidad la encontrabas tanto en Desayuno con diamantes como en La llama da amor viva.
En esa llama vives ahora, que es fuego y es vida. No te olvides de los que andamos de camino y trabajamos para hacer transparente este mundo, que a veces se nos resiste, con sus crisis, egoísmos y fronteras. Hasta ahora mismo, querido amigo y hermano Eduardo Teófilo (amigo de Dios). Ahora le estarás viendo cara a cara . Dinos cómo es.
Pedro Miguel Lamet
He disfrutado con tu comentario, conocí a Eduardo en un trabajo suyo, con la retransmisión de la Eucaristía en un pueblo en el que estuve destinado; fue un gozo conocerlo y estar con él…Espero que desde el cielo no ayude a Ver…..
Por un buen amigo, de su amigos.
Carmina.
“Flos Carmeli”
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Flos Carmeli, vitis florigela,
Splendor Coeli, Virgo puèrpera,
Singularis
Mater mitis, sed viri nescia,
Carmelitis esto propitia,
Stella Maris.