“O Dios o el dinero…”

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UNA AUTÉNTICA CRISIS: “DIOS, EL HOMBRE O EL 080308_pa_metales_record_051.jpg080308_pa_metales_record_051.jpgDINERO”

Hace ya tiempo que estamos en una verdadera crisis, la de la avaricia sin límites, aunque ahora que hemos llegado a lo financiero es cuando parece que se ha convertido en discurso único. Sí, hace mucho tiempo que están en el tapete cuestiones de gran calado antropológico, no es nuevo que dos mil millones de personas se esfuerzan casi exclusivamente por sobrevivir.Hace décadas que la identidad en esta sociedad está viniendo, así como la dignidad y la autoestima, por el elemento laboral y económico. Esto ha creado sentimientos y propiciado una nueva escala de valores que condiciona la realidad personal.No hay duda de la implantación a través de los medios de comunicación social del influjo de las fuerzas económicas propiciando la veracidad de la afirmación “consumo luego existo”.

En este contexto ha aparecido un “hombre unidimensional” donde lo económico va marginando otras dimensiones de la persona, hemos caído en la absolutización de las necesidades de consumo y del poseer, haciendo de ello religión, viviéndolo de un modo inconsciente.Nos hemos enriquecido a la vez que nos hemos empobrecido personal y socialmente: tanto a nivel artístico, político, relacional, filosófico, espiritual, solidario, pública, afectiva, educativa, etc.Ahí está una de las raíces fundamentales de la crisis que ahora llamamos financiera, pero que se ha asentado en la avaricia.

La mercantilización progresiva de crecientes facetas de la vida la normalizamos y justificamos, de tal manera que hemos hablado de la venta de sí mismo en el argot del mercado laboral, hemos defendido que era necesario saber venderse y cuidarse para tener un buen aspecto.Cada uno se ha entendido a sí mismo como el resultado de su esfuerzo y de su lucha y no le han importado los demás, que están en la situación que están porque se lo han buscado de alguna manera; aunque no es verdad, porque todos somos fruto de un contexto familiar, social e histórico en mayor medida que nuestros propios esfuerzos.

 Hemos llegado a una solidaridad selectiva y son muy pocos los que consideramos de “los nuestros”. Curiosamente según nos hemos adentrado en el ámbito de la riqueza hemos reforzado actitudes defensivas con respecto a los prójimos y a los más pobres se les ve como amenaza en la lejanía y a los cercanos como competidores.En este contexto la persona queda tocada en su ser, en sus aspiraciones y deseos. No está nada fácil que se desarrolle la configuración altruista, solidaria, religiosa y trascendente del ser humano en este contexto.Lo que nos encontramos más bien es a personas que se gastan en la infeliz búsqueda de su felicidad; se mueven a niveles superficiales, sin profundidad, no aceptan la dificultad, la contradicción y el dolor como elementos de la vida que transforman y construyen para ser y vivir con sentido, no se abren al encuentro del otro como espacio de realización negándose a toda trascendencia humana y, por lo mismo, viven en la indiferencia total ante la posibilidad de la trascendencia divina como referencia última de vida y de sentido para la limitación, la debilidad y la muerte.

Es en este ámbito donde hablamos de una nueva situación que se da en el ser humano, una crisis antropológica – el valor de lo humano-, a la que acompaña una crisis de lo espiritual y que en nuestra sociedad europea comienza a abundar, nos referimos a la indiferencia indolora ante lo humano y a la cultura individual.Sigue, por tanto, en pie el aserto jesuánico de que no se puede servir a dos señores: “O Dios o el Dinero”, y no hay cosa peor que idolatrar el dinero, porque este Dios falso, como todos los ídolos, acaba exigiendo sus víctimas verdaderas, la verdadera humanidad.

2 Responses to ““O Dios o el dinero…””

  1. Se va cumpliendo la afirmación complementaria a “la muerte de Dios” de Nietzsche; a la muerte de Dios le sucede “la muerte del hombre”. Una gran tragedia para la humanidad que solo la “resurrección de Dios”, de lo trascendente, puede evitar. La crisis de valores(transvaloración, diría Nietzsche) se está produciendo; pero ¿no es necesaria la caída de los viejos valores? ¿No está pidiendo la crisis, económica y espiritual, un cambio axiológico en la concepción del hombre y de Dios?
    Llevas razón, Pepe, en todo lo que dices. Lo que desanima al final es que vivimos en un mundo de plástico, de solidaridad indolora y religión a la carta, de altruismo recortado y moral egocéntrica, de sentimentos virtuales e inteligencia insensible…
    A ver si blogs como éste, que nos hacen pensar y reordenar los pensamientos, ponen su grano de arena en esta tarea de redescubrirnos a nosotros mismos. Suerte.

  2. Gracias por el mensaje. Está muy bien que nos espolees con tus palabras en medio de la estiada. Por cierto que, al leer tu artículo online, se da la paradoja (trigo y cizaña ¿otra vez?) de que terminas con un enlace a la cuenta ibanesto.

    Yo estoy en tierras USA, trabajando y disfrutando al mismo tiempo. No sé por qué pero me gusta esta tierra que también tiene de todo un poco. Es interesante lo de Obama, y ahora tienen hasta una Latina, como dicen ellos, en el Tribunal Supremo, que es casi más importante, porque eso dura toda la vida.

    Un abrazo.
    Rafa alejo