¿ POR QUÉ TRABAJO…? A la vuelta de vacaciones

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¿POR QUÉ TRABAJO…?

Agosto me permite este año adentrarme en otra «ceja de selva» que no es la del Perú, sino el análisis de un ciento de encuestas abiertas realizadas a profesionales de campos muy distintos de varias provincias españolas. Entre ellas destacan las del campo educativo y, más en concreto, las de profesores de enseñanza secundaria. Me detengo en una de ellas en la que aparece en mayúsculas -no sé si intencionado por parte del encuestador o del encuestado- la siguiente afirmación: «Yo, fundamentalmente, trabajo por dinero».

El profesional en cuestión ante la pregunta abierta sobre la meta principal de su profesión, la finalidad que la define y le da sentido, señala con claridad que hay dos perspectivas o niveles de respuesta, uno es el que se refiere al «punto de vista personal», es decir lo que realmente vive y siente profundamente, otro es el que tiene que ver con el ser del profesional docente -que define como «más objetivo»-.

En el primero declara que la meta es, por una parte, obtener recursos para llevar una vida material de calidad: dinero y tiempo libre; y por otra parte, satisfacción personal, es decir, ser capaz de transmitir una serie de conocimientos de la mejor forma posible, de tal manera que los que reciban sus servicios logren los mayores resultados para su futuro profesional. También le preocupa, en tercer lugar a nivel personal, transmitir una manera de enfocar la profesión de informático que es lo que él es.

Sin embargo, explica bien, que como «profesional docente», las metas deben ser que los alumnos se enfrenten al mundo con un enfoque global y conseguir los mejores ciudadanos y profesionales en mi nación -a esto le llama metas patrióticas-.

Se observa claramente cómo este profesional distingue muy bien entre los bienes «externos» de la profesión, nivel material y de satisfacción personal, a la vez que su propia imagen de profesional, y los bienes «internos» de su ejercicio profesional que se definen en función de los usuarios que lo reciben, ser personas que saben situarse en medio del mundo y que toman parte activa en la sociedad para transformarla y hacerla más humana y más habitable. Para él, el elemento más prioritario es el que se refiere a lo económico como fuente de posibilidad de consumo y de disfrute del tiempo libre; entiende que es lo que determina de un modo más fuerte el ejercicio de las profesiones en el momento actual, sin que sea un elemento obstaculizador de otros bienes posibles e internos.

Nos encontramos pues con dos modos de situarse en el ejercicio de la profesión, aquel que entiende el trabajo desde él mismo, fundamentalmente, como punto de partida y de llegada; aquí los otros entran por la necesidad del guión y para fundamentar «mis seguridades» y «mis objetivos individuales». Otro modo de entenderlo es cuando la necesidad del otro y su situación personal demanda y justifica mi servicio profesional es decir, son los otros, antes que yo, los que justifican mi trabajo.

No cabe duda que en nuestra sociedad actual se ha dado una absolutización del mercado, que en relación a las profesiones y su sentido ha originado un deterioro de la orientación y finalidad del ejercicio profesional, otorgando una inclinación individualista, que aprovecha al sistema como tal y no favorece lo verdaderamente humano y comunitario del quehacer de los profesionales, la dimensión social y humana del trabajo. Los bienes internos se han sometido totalmente a los bienes externos. El reconocimiento profesional no viene tanto por el bien realizado, sino por el éxito obtenido fundamentalmente en las posibilidades de una vida más cómoda y segura.

Que el «otro» esté en el horizonte de mi trabajo y sea el centro de lo que realizo es una meta utópica a la que se llega por el desarrollo de verdaderos ideales que se enraízan en la profundidad del corazón de lo humano, y esto considero que es un reto urgente y fundamental en todos los campos y especialmente en el de la enseñanza. A este respecto no estaría nada mal que en el proceso de Convergencia Europea que está viviendo nuestra universidad, estuviera presente en todos los planes de estudio de todas las titulaciones que sobrevivan, el bien interno de todas las profesiones y la ética general y específica de los profesionales, para el bien propio de los que se preparan y de todos «los otros» que van a recibir sus servicios. Ojala en las señas de identidad de nuestra universidad extremeña pueda constar que en ella no sólo se preparan buenos profesionales, si no también profesionales «buenos». Es cierto que estamos en una crisis económica, pero no lo duden, detrás de esta crisis está la ética de los negocios y de las profesiones en general; a la crisis no hemos llegado por la bondad del sistema, se lo aseguro. Ante la crisis, nos urge trabajar por lograr profesionales con una verdadera dimensión social y humana, en los que el bien interno de la profesión sea lo fundamental y prioritario, sin tener por ello que despreciar los bienes externos de la misma. Me alegra compartir camino con muchos universitarios, alumnos y profesores, que tienen claro sus ideales humanizadores y transformadores de esta sociedad de mercado.