Tesis teológicas para tiempo de crisis (III)

DSC_0586Tercera tesis: “…aunque roto por el pecado de los hombres”

 “Así que el Señor Dios lo expulsó del huerto del Edén, para que trabajase la tierra de la que había sido sacado” (Gn3,23)

“¿Qué es lo que has hecho? La sangre de tu hermano me grita desde la tierra. Por eso te maldice esa tierra, que ha abierto sus fauces para beber la sangre de tu hermano que acabas de derramar… Y será un forajido que huye por la tierra”( Gn 4,10-12)

             El pecado aparece como acontecimiento histórico que afecta a la historia y desde ella a la humanidad y su relación con la naturaleza. No es una realidad natural sino histórica y personal; sus frutos también son históricos, a la vez que englobantes y por lo tanto nos afectan históricamente a todos.

             El pecado – auto-centramiento frente al hetero-centramiento teológico- se presenta  como vía de seguridad frente al riesgo y la entrega al Padre para una fundamentación teológica . El hombre siempre estará tentado de esta seguridad y de hacer de la institución un medio de la misma.

DSC_0167La alternativa de esta experiencia de huida de la voluntad del Padre será la del siervo de Yhavé :” …Despreciado, rechazado por los hombres, abrumado de dolores y familiarizado con el sufrimiento…lo estimamos en nada. Sin embargo llevaba nuestros dolores..Mi siervo traerá a muchos la salvación cargando con sus culpas. Le daré un puesto de honor,unlugar entre los poderosos, por haberse entregado a la muerte.”(Is 52-53)

             La pobreza es histórica y consecuencia del pecado y la salvación va a venir por ella. Vivir con el pobre y desde él  frente a la pobreza es un signo de salvación y de liberación; situarse frente al pecado.

            No estar en esta dimensión supone estar bajo la influencia del pecado y sus efectos, bajo una falsa seguridad porque  estamos en un ámbito donde la polilla y la carcoma tienen dominio.

         monsenor-romero-ha-resucitado    La Iglesia que anuncia hoy la victoria sobre el pecado, la reconciliación y el perdón ha de andar por caminos de lucha contra la injusticia que margina y excluye manifestando el poder del  pecado. Ella está llamada a dar signos de que el pecado ha sido vencido y esto es inviable al margen de la apuesta de la lucha contra la pobreza que es consecuencia de ese pecado.

 Necesitamos una teología que nos presente la realidad del pecado y de la gracia en nuestra propia situación actual, en nuestro propio orden histórico, para que podamos entender la muerte que el pecado produce y por dónde nos llega la gracia.