Tesis teológicas para tiempo de crisis (V)

esperanzaQuinta tesis:  “…el Dios de la alianza-promesa le devuelve la esperanza en el exilio”

“Así hablarás a la estirpe de Jacob; así dirás  a los hijos de Israel: Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a  vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído hacia mí. Ahora bien, si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos, porque toda la tierra es mía; seréis para mí un reino de sacerdotes, una nación santa.” (Ex 19, 3b-6ª)

            Dios no solo promete sino que se promete; el fundamento y el objeto de la esperanza es él mismo, es teocéntrico.

            La promesa  se realiza en el marco de la Alianza: se trata del pueblo de Dios y el Dios del pueblo.  Dicha promesa viene anunciándose y realizándose en claves terrenas y colectivas como signo de lo teológico, e incluye y prefiere en las claves del reino aquellos en los que se manifiesta de un modo especial que Dios se hace fuerte en los débiles, que su gracia sana, justifica y libera.

             El pueblo en el exilio cuando sufren la pobreza del excentramiento total y de la impotencia ven en la fuerza del  Espíritu la fuente de la Esperanza que les levanta de nuevo a la vida y les da su verdadero centro y fundamento: Y cuando abra vuestras tumbas y os saque de ellas, sabréis que yo soy el Señor. Infundiré en vosotros mis Espíritu y viviréis; os estableceré en vuestra tierra, y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo haga, oráculo del Señor” ( Ez  37,13-14).

             La Iglesia que sirve a la esperanza en la promesa definitiva ha de articular su lenguaje de salvación en la clave de las esperas manifestando así su fe en la creación nueva que se está gestando en el momento presente.

DSCF0044El Espíritu del Resucitado, desde el que la Iglesia vive,  sirve y se hace presente en la nueva creatura que está en ciernes y que se alumbra en los dolores de lo nuevo y lo tansformador.

Frente al “esto siempre ha sido y será así” – el mal entendido “a los pobres los tendréis siempre con vosotros”-  la Iglesia ha de responder con el anuncio de que algo nuevo está brotando, aunque siempre con las claves del grano de mostaza que es donde está la verdadera fecundidad.

Necesitamos una teología de los signos – de carácter narrativo-  que nos vaya narrando la salvación que va operándose en nuestra propia historia, en medio de los hombres