En medio del mundo

EL ALUMNO DE MEDICINA Y LA ANCIANA

Manolo, alumno de tercero de medicina,  acaba de marcharse de mi despacho, habíamos quedado para hablar de un artículo que va a escribir  para la revista Universidad – Cristianismo. En dicho artículo va a narrar la experiencia que compartió en el último encuentro de universitarios que organizamos desde Pastoral Universitaria. Su vida estudiantil ha sido muy movida, y ha pasado por etapas bien distintas, bachillerato, estudio de Violonchelo al mismo tiempo en Cartagena , protésico dental en Oviedo, alguna cosa más por ahí en Cádiz, y por último recala y llega a lo que deseaba realmente que era estudiar medicina, y eso le trae a Badajoz. Su ideal  era como el de muchos, terminar la carrera especializarse en estomatología, poner su clínica dental, y a vivir con éxito, reconocimiento, yate, buena vida, etc… ahora anda con otras ilusiones completamente distintas vivir con lo menos posible para ser lo libre que se pueda ser, una medicina al servicio y al encuentro con los otros, con el deseo de estar con los que más lo necesiten… pero no era de  esto de lo que quería hablar,  sino de una anécdota que en él se ha hecho metafísica y fundamental: vive con una señora de ochenta y tres años en un piso de  la barriada de la estación muy cerca de la parroquia de san fernando por donde se mueve el cura Manolo Rico.

Manolo llegó a BAdajoz y buscó piso, cogió un papelillo de una farola y llamó al telefono que ofrecía una habitación para estudiante, esperaba la voz de alguien que buscaba uno más para completar piso como estudiante, pero no, le respondió Ciriaca, señora de ochenta y un años , que deseaba alquilar la habitación y no estar tan sola. Al principio le extranó pero no quiso renunciar sin conocerla. Se acercó charló y aceptó quedarse en su casa y experimentar. A partir de ahí montones de cosas, pero que han intervenido en su vida de un modo único  y transformador. La Señora se acostaba pronto y apagaba la tele… y él que hacía…. meterse en la habitación… acostarse, levantarse temprano un sábado, un Domingo. La abuela cristiana y acogedora. A él se le ocurre un Domingo acercarse a la Misa porque oye las campanas, no la frecuentaba desde años, allí conoce al Padre Manuel que le acompaña desde entonces, se apunta a piraguismo, conoce la cruz roja, conversa con el párroco… y a partir de ahí toda una vida de cambios  y de profundidades, de buscar lo que llena vida, y el deseo de hacer un estudio auténtico y original, su modo de situarse en la vida se ha transformado. Ciriaca ha sido fundamental en este proceso. Una anciana de ochenta y tres años acompaña a un estudiante en un proceso de vida transformador, sin intentarlo ni programarlo. Ahora ella siente que tiene un nieto cartagenero y cuando él le dice todas las cosas buenas que hace no se lo cree, y él siente que tiene una abuela extremeña, y  le preocupa como se quedará cuando  termine la carrera. Ella no duerme tranquila cada noche hasta que él no llega, y se siente feliz cuando el está aquí, lo echa mucho de menos cuando se va de vacaciones.  El proceso está siendo de lujo, increíble lo que puede dar de sí una relación entre un anciano y un joven estudiante que no se conocen de nada pero que están abiertos a enriquecerse mutuamente.  Y Yo me extasio  y veo como Dios se mueve entre los estudiantes a través de una anciana… y sigo profundizando en lo que es la verdadera pastoral universitaria, pero de lo que no hay duda es que esta relación es del reino de Dios. Para Manolo Ciriaca es una de las cosas mejores que le ha pasado en su vida, y por ahí le ha venido un nuevo rostro y una nueva experiencia de Dios.

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