En medio del mundo

SEGUNDA CLAVE: DEJARSE AFECTAR Y TOMAR POSTURA

 –          Todo lo que hemos dicho antes necesita una base de sentimientos profundos que se generan en el corazón de los hombres. Cuando hablamos del juzgar cristiano nos estamos refiriendo a mirar la realidad  y valorarla desde el corazón del Padre que ama al hombre sobre todas las cosas y que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, de la vida, de la alegría y la felicidad plena. Dios en Jesucristo se ha puesto en medio del mundo, se ha adentrado hasta lo más profundo, lo más ajeno, lo más anónimo:  pesebre, aldea, trabajo diario y pobre, por los caminos, con los leprosos, con las mujeres y los niños, con los enfermos y los más pobres, los excluidos, con hambre, con sed, con lágrimas… Por ahí va el juicio de Dios, bajarse de su categoría divina, de su estatus, de su grandeza…. O más bien mostrar su estatus, su grandeza, su categoría haciéndose uno de tantos. Sabiendo sentir desde donde está el otro, desde lo que  él siente, le duele, le alegra, le anima, le defrauda, le consuela, le mata, le da la vida… por eso juzgar, una vez que nos hemos adentrado en la realidad, es:

 Dejarse afectar  en lo profundo por los otros y por la vida; dejarse tocar en el corazón, que los otros me duelan, me alegren…

–  Tomar postura  en la vida, en los acontecimientos, en la historia, ante las personas: apostando por la vida, por la debilidad, por la salvación, por aquello que da más vida y libera del sufrimiento, de los límites, de lo que paraliza, de lo que ciega, de lo que mata, de lo que humilla.. es aportar lo que consuela, lo que sana, lo que mueve y anima, lo que da la luz, lo que genera vida y esperanza, lo que enaltece y agrada…

 Se trata de pasar al otro lado: comprometerse. Un compromiso que no es obligado sino que nace de las llamadas que recibo en mi corazón cuando he mirado con limpieza, he entrado con el corazón, y los sentimientos me empujan desde un espíritu fraterno y solidario a compartir la vida, los sueños y las esperanzas con aquellos que no los tienen.

–  Adentrarse en la alteridad, “en el totalmente otro a través de los otros”. Vivir desde los otros es el juicio más definitivo que se ha dado en Cristo Jesús: “Tomad comed, esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros… igual mi sangre derramada como alianza…” Ser pan partido para que otros coman y encontrar en eso mi alegría y mi dicha, es el punto máximo del juzgar cristiano. Morir para que otros vivan, y encontrar en eso la fuerza de la resurrección que nadie te podrá arrebatar.

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