Profesionales de cabecera…

profesionales cristianosMédicas y enfermeras de cabecera… o de familia.

Ayer estuve en la espera de la médico que atiende a mi madre y a la que también estoy yo adscrito por aquello de evitar duplicidades. En la antesala me encontré con gente conocida y desconocida pero la conversación se hizo amena entre todos, cada uno con su historia y su pensamiento, es curioso lo que se observa y se siente en una sala de espera del centro médico, unos con el recuerdo de cuando tenían veinte años y contando sus aventuras del servicio militar, otra hablando del cuidado de sus padres y de los hijos mayores pidiendo que haya un intervalo o descanso entre los abuelos que se van y los nietos que pueden venir, otros callados con la mirada fija, y dentro en la consulta, la médica que comenzaba su trabajo a las dos de la tarde y que con paciencia y buen humor nos estaba recibiendo.  LLegaba también la enfermera a la que abrazaba más de uno de los pacientes y le deseaban el feliz año nuevo.

Presentación, la médico me recibe y me besa porque nos conocemos de nuestro pueblo de origen somos paisanos, y por pura coincidencia está atendiendo a mi madre estos últimos años, pero el trato con los anteriores profesionales ha sido el mismo. Me hace las recetas de rigor, y me dice que debo yo hacerme análisis, incluido el tiroide, me verá con un físico propenso, pienso después. El caso es que iba a por recetas y salí con el expediente para una analítica completa, y con unos batidos nuevos que le habían dado de prueba a ver si esos los toleraba mejor la abuela. En ese momento entra la enfermera, Carmen,  y me pregunta por mi madre, se alegra de que la escara pequeña que apareció la  hayamos vencido con sus cuidados  y consejos, y hablamos de la importancia del cuidado de los mayores en la familia, y de lo que está suponiendo el cuidado de mi madre para nosotros; hablamos todos de su carácter y de su modo de encarar estos momentos de debilidad y dependencia, cómo nos enseñan estos mayores a saber vivir, a saber sufrir, y a saber morir con paz y serenidad.

medicoSalgo de la consulta y llego a casa, le cuento a mi madre y  le doy el saludo y el beso de estos profesionales y se le alegra el alma cuando le digo que van a ir  mañana o pasado a verla. Me habla de que ella se encuentra muy confiada en ellas y que hemos tenido mucha suerte. Le preocupa que no haya tenido alguna atención con estos profesionales en estos días de navidad; está pendiente de todo.

Pienso en todo lo que han sido los médicos y los enfermeros en mi familia, realmente han sido los sacerdotes del cuerpo de todos nosotros, han formado parte de la familia y en sus manos se ha puesto la confianza de la salud y de la vida. Y esto no se ha hecho de un modo material, o solamente físico, sino también espiritual, se ha creado  una relación personal de cercanía y de respeto confiado que ha sustentado los momentos de dificultad, de enfermedades, de muerte, pero también de vida y de preocupaciones. Cuántas veces he visto que mi madre ha llegado a casa curada por el saludo del médico y por haberlo visto echado de rodillas para observarle sus pies cansados y a veces hinchados. Hay un elemento de compañía y de confianza en estas profesiones que son de verdadera familia y de auténtica cabecera. Y yo me alegro de que estas cosas, propias de profesiones vocacionadas, no pasen nunca de moda y que la tecnologia, la burocracia y las prisas no se antepongan a la familiaridad.

Y esta mañana tras entregar mis botes de orina y haberme extraido la sangre Carmen para la analítica, doy gracias a Dios por estos profesionales que día a día construyen el reino de Dios en medio del mundo con el ejercicio de su profesión. Pido al Padre que los ilumine a todos y que puedan sentir la alegría que para mucha gente son verdaderos profesionales de la familia y que sentimos que están realmente  en la cabecera- Y recuerdo, no puedo por menos, la parábola del samaritano, y el valor oculto y anónimo del posadero, que es el que cuida del enfermo, sana sus heridas, y se encarga de todo el proceso de la recuperación del débil y del caido, y deseo ante Dios, que a todos los posaderos de la medicina, no les falte nunca el espíritu del samaritano y me siento agradecido de que Presen y Carmen, los profesionales  de la seguridad social – de las mejores del mundo – hayan sido bendecidas  con la gracia de este espíritu y lo estén derramando en la cabecera de mi madre y en mi familia.

4 Responses to “Profesionales de cabecera…”

  1. La poesía como el pan de cada día…

    A CONTRAMANO

    A contramano viene el Reino.
    A contramano va el amor.
    A contramano de mí mismo
    voy.
    P. Casaldáliga.

    Mucha gente buena nos encontramos cada día en nuestro camino, nos falta educar un poco la senibilidad para ver que se hace Reino con pequeños gestos y pequeñas entregas…a contramano… amigo Pepe.

  2. Es hora de mirar el horizonte
    de despertar al alba,
    y sentirse lleno de alegría y de tu gracia.

    Es hora de asomarse a la vida,
    de anunciar y de cantar;
    trabajar y proclamar que sí es posible
    un mundo nuevo.

    Es hora de adentrarnos en la noche,
    ser testigos, aún con miedo;
    descubrir tu presencia entre nosotros
    fortaleciendo la esperanza
    y nuestro anhelo.

    Es hora de romper esquemas viejos;
    de escuchar las palabras
    del silencio;
    de gustar callada su presencia
    y sentirte a Ti, Señor,
    desde muy dentro.

    Es hora de creerte entre nosotros
    en medio de la oscuridad y el desconcierto;
    confesar la vida,
    andar por los desiertos
    y abrir nuevas veredas
    por donde pueda entrar tu Reino.

    Es hora de callar, de hablar muy poco;
    vivir muy mucho, estar atentos
    para ofrecer palabras y mil gestos
    de amor y de consuelo.

    Es hora de iniciar caminos nuevos,
    asomarme al infinito de lo eterno;
    Hacerme más sensible,
    más fraterno.
    Arriesgarlo todo, apostar por Ti, mi Dios,
    y por tu Reino.

  3. Magnífico Fernando¡¡¡

  4. Muy bien Pepe Muy bien . Te felicito