“un Profesor con ética profesional…”
Emilio Martínez Navarro acaba de publicar a finales del año pasado un libro sobre la ética profesional del profesorado, un tema del que hablamos mucho pero del que encontramos muy poco escrito de un modo directo y concreto, él lo ha hecho.
Ayer en Badajoz éramos testigos de su trabajo pero sobre todo de su persona. Intervino en dos actos que habíamos programado desde Pastoral Universitaria y el Movimiento de Profesionales Cristianos. En la mañana participó con una ponencia en un seminario que estamos realizando como proyecto de innovación docente en la Universidad acerca de la ética del profesorado universitario y el desarrollo de las competencias éticas en el alumnado de las distintas facultades y carreras. En la tarde intervino en Centro de Profesores y Recursos de la ciudad para presentar la cuestión del profesor de instituto y la tensión ética del mismo, como ser buen profesor y no morir en el intento, y poder gozarlo en lugar de sufrirlo.
Hay tres ideas muy claras en su planteamiento, según yo pude detectar, que han de ser transversales en la cuestión ética del profesorado:
1º.- La distinción entre el bien interno y el bien externo de las profesiones. El bien interno lo es de la profesión, aquello que la justifica que es la necesidad de los otros, el servicio que presta. El bien externo es aquello que yo recibo ejerciéndola, que es justo, pero que siempre ha de estar supeditado a lo interno, porque si no se pervierte y se corrompe.
2º.- La profesión de la enseñanza tiene como objetivo la formación del alumno atendiendo a tres dimensiones fundamentales del mismo: Persona, ciudadano, profesional. Se entiende que los niveles de enseñanza estarán más ajustados a una dimensión que a las otras, pero teniendo en cuenta las tres: EScuelas primarias la persona y sus bases, el instituto el ciudadano, la universidad el profesional. Todos han de trabajar con el objetivo de la verdadera ética cívica que supone: libertad, igualdad, respeto, solidaridad y diálogo. Valores constitucionales comunes.
3ª.- Como personas hemos de buscar que sean reflexivas, críticas, creativas y solidarias. Como ciudadanos hemos de colaborar para que sean cultos, comprometidos y sensibles al bien común. TAmbién hemos de favorecer que como profesionales sean competentes y responsables.
4º La corrupción llega cuando perdemos el horizonte de sentido, cuando lo externo se come lo interno y entonces el yo se sobrepone sobre el nosotros, y las personas a las que atendemos dejan de ser el centro de nuestra actividad educativa y docente. Igualmente vale para la investigación.
5º.- La ética profesional del profesor será posible en la medida que desarrollemos el carácter colectivo en la búsqueda de las soluciones y de las opciones, que estemos dispuestos a la colaboración profesional entre los docentes en lugar de la competitividad , la capacidad de trabajar en equipo, de romper el concepto tan “conservador” de la enseñanza, y pongamos el servicio al alumno como el bien central del quehacer profesional.
Pero el lujo, fue tenerlo entre nosotros y disfrutar del bien interno de su amistad. El compartir paseo, comida, conversación; descubríamos una vez más en él a un hombre de ética de máximos, de un plus explícito que tiene al hilo de su conocimiento interno de Jesucristo. En Emilio descubrimos: la persona entrañable, familiar, cariñosa, disponible y gratuito (venir desde Murcia y volver en cuarenta y ocho horas…) cercano, sencillo; el ciudadano culto, sabio, comprometido, observador, analítico, preocupado por cosas y valores fundamentales…; el profesional ético cien por cien, pasando por el instituto quince años, ahora son otros quince en la universidad, en equipo con personas como ADela Cortina, Agugusto Hortal…, trabajando por esta clave de la ética cívica como base de una sociedad de libertad, de justicia e igualdad. Y para nosotros el hombre creyente, el testigo de Jesucristo, con una lectura creyente y fraterna de la vida y los acontecimientos. Un hombre con la “moral muy alta”. Todo un lujo haberte tenido entre nosotros como un pan recien hecho y totalmente entregado. Qué gozo tener amigos y hermanos tan tocados por la gracia.
Y me permito contar la anécdota que compartió conmigo en un momento determinado. Estábamos hablando de que la familia era el mejor capital social, y el valor más alto a cuidar, y contaba que cuando su hijo Ignacio (Que se llama así por Ignacio Ellacuría que murió antes de nacer él), a los ocho años, estaban viendo una serie, hay un momento en que a un niño le van a castigar y le dicen que qué es lo que mas le gusta, porque va a tener que estar un mes sin poder hacerlo… que él dijo: !madre mía, un mes sin mi familia”. Bendito Emilio y bendita familia.