La originalidad de Dios… CREADOR

Ahora que pasamos, desde la “estrella y los pañales,  al tiempo litúrgico  ordinario, pero no de repetición rutinaria, porque está llamado a ser tiempo de salvación auténtico y original en lo anónimo de lo cotidiano, recuerdo una promesa de un post anterior, que algunos me pidieron que no olvidara: “La tarea tiene su qué y la  primera cuestión a plantear es la que interroga acerca de dónde están las claves fundamentales de esta originalidad divina hecha carne, pero eso se merece otros espacios de post, a ver si poco a poco vamos desentrañando desde la vida lo de ser “auténticos y originales” , es decir, lo  que siempre hemos llamado “vivir en la gracia de Dios”.

Pues bien, me dispongo a compartir con vosotros  reflexiones teológicas y vivenciales acerca de las claves que nos muestran la originalidad de nuestro Dios en su ser y hacer en la creación y en la historia, y que son las que están de fondo en la vocación y misión a la que estamos llamados  como Iglesia en medio del mundo, y como cristianos que viven en la “gracia : autenticidad y originalidad” de Dios. Si algo necesitamos en estos tiempos que hablamos de nueva evangelización es precisamente “originalidad”.

El primer dato que podemos resaltar es la relación de Dios con toda la realidad creada, siempre me ha llamado la atención que el primer calificativo de Dios para hablar de su poder creador, no es el poder sino la paternidad: “Creo en  Dios PADRE, todopoderoso, creador…”, se trata de una clave de relación esencial, ontológica y soteriológica, que no tiene vuelta de hoja; Dios se nos muestra original en su modo de ser y hacer con toda la realidad creatural.

 “Vio Dios cuanto había  hecho y todo estaba muy bien” (Gn 1,31)

En el modo de relación de Yahvéh  con el mundo creado es de una originalidad apasionante:

    • Dios crea  por gracia: la razón última de todo lo que Dios hizo todo fue siempre de  gratuidad y amor; esa es la clave ontológica y existencial de toda la realidad y de su ser.
    •  Dios  posibilita la independencia de lo creado y fundamenta  la libertad de los seres en la dependencia propia de la criatura; sí, él se convierte en el fundamento de la libertad de las criaturas, desde él hay un modo de depender que posibilita la independencia, la libertad, y con ello la realidad personal y la autonomía del mundo.
    • Dios es relación de amor y entrega a su propia creación: nunca se da una relación de poder y dominio, sino de servicio y de liberación.

    Entrar en esta dinámica original supone una invitación radical a un modo de relación gratuita  con todo lo creado, se ha puesto en nuestras manos una realidad que tiene autonomía, con la que tenemos que cargar, de la que tenemos que hacernos  cargo y de la que nos tenemos que encargar. El mundo y la naturaleza nos han sido otorgados desde el amor paternal para vivir una relación vital de generosidad mutua en la que todos seamos enriquecidos.  Esto supone una invitación directa a vivir fraternalmente con la naturaleza,  a humanizarla para que ella nos naturalice y podamos vivir con  verdadera vitalidad cada día y cada momento; hacer un mundo natural  y habitable tanto verticalmente, sabiendo que tiene autonomía y riqueza propia que debe ser respetada  porque tenemos que dar cuenta de ella ante Otro que la ama  y la entrega, y horizontalmente  porque esta realidad natural está llamada a ser habitable para todos; todos los humanos, los que pasaron, los siete mil millones que vivimos hoy, y los que vendran tienen derecho a lo natural, a lo saludable, a lo justo… a ver sus necesidades materiales, culturales y espirituales vividas en una relación humana y gozosa con la naturaleza.

  Ser ecológicos, natural  y humanamente,  para nosotros creyentes no es  una obligación sino una responsabilidad metafísica a la que nos lleva la originalidad amorosa del Padre en su ser y hacer creador. Por eson sabemos que él ha puesto en nuestras manos su mundo, y que estamos llamados a ser en él, hasta que explotemos gozosos con todos los hombres y con toda la naturaleza en su gran  corazón de Padre en el Cristo Cósmico Resucitado. Si algo se nos pide en este momento es una buena reflexión y  acción  a los cristianos sobre nuestro modo de estar y ser en el mundo, en la naturaleza, de vivir con ella y en ella, de consumir, de cuidar, de desarrollar… que favorezca la vida, la  riqueza, la belleza, la serenidad que la propia naturaleza nos puede aportar y que nosotros necesitamos.  Estamos llamados a defender un modo de respuesta a la crisis que sea desde la vida y el cuidado de la naturaleza, desde la responsabilidad inexcusable de que nos ha sido entregada para “cuidarla y cultivarla”, sabiendo que estamos unidos a ella en su origen y en su destino, poque sólo hay  una razón última de todo que nos une y nos  salva: el amor gratuito y generoso de Dios.