Nuestro Señor de los pasos (3)

PASO: DE LA DISPERSIÓN A LA GRACIA UNIFICADORA

Nuestra sociedad se nos presenta como el espacio de lo múltiple y de lo diverso, parece que la felicidad está en alcanzar muchos lugares, múltiples experiencias, saberes muy distintos, y no tener límites. Esta dinámica de felicidad nos hacer estar en la búsqueda inquieta  y permanente, y en lugar de pacificarnos  y serenarnos más bien nos hace estar divididos, dispersos, y la mayoría de las veces insatisfechos. Se presenta la vida como una agencia de viajes individuales y a la medida que puede llevarte a muchos sitios de muchos modos. El hombre parece realizarse en no parar y en viajar, la realización está más en a donde puedo ir, que en qué puedo llegar a ser; se entiende que soy en la medida que acaparo los exterior de un modo individual. Esto nos hace estar siempre moviéndonos, pero sin lograr la paz, la calma, la serenidad;  nos divide  y nos dispersa internamente, familiarmente, socialmente, religiosamente…

 

La cuaresma  es tiempo de interioridad, de búsqueda de uno mismo, de ir a la fuente que nos puede dar el agua que realmente calma nuestra sed de vida y de  paz interna, la que nos equilibra en lo profundo para poder ser de verdad en la sencillez, en lo cotidiano y en lo auténtico.  La cuaresma es una invitación a dar un paso para quedarnos con lo definitivo y  con lo que realmente nos conduce a la unificación de la persona y la verdad de nuestro ser. Llegar a la verdad, es un proceso humanizador de primer orden, porque no se trata de llegar a tener conocimientos intelectuales, sino una inteligencia sentiente, la verdad en el amor auténtico, que nos ayuda a recobrar la existencia de un modo nuevo, con la visión  del Padre, sí con los sentimientos de Cristo, que nos ayuda a ver bien, a mirar con el corazón y entender nuestra propia vida y la realidad desde el amor salvador del Padre que nos lleva a la plenitud de nuestra persona y de nuestras capacidades en el encuentro de una fraternidad que calma y alegra la vida desde dentro. No se trata de llegar a muchos sitios en la dispersión, sino de ir a lo profundo para entrar en la riqueza de todo y viviendo profundamente  en lo grande de  lo pequeño.

El encuentro de Jesús con la samaritana nos ilumina en este sentido, el anónimo de Nazaret, ha descubierto el verdadero valor de la vida en su vida oculta, y se ha lanzado ala vida pública con un tesoro, que nadie le podrá quitar, la experiencia del Reino que te lleva a lo profundo del Padre, al tesoro que da la verdadera alegría. Al encontrarse con la Samaritana y relacionarse con ella, le descubre esta agua de la vida que unifica y que lanza a la experiencia del verdadero amor, y de la auténtica misión  y vocación en la vida. Acerquémonos al pasaje:

La samaritana: De la desconfianza y la dispersión a la entrega  unificada y la vida nueva.

–          Una mujer que se vale por sí misma, metida en todos los líos del mundo con discurso social, político, religioso… pero sin compromiso alguno con nada ni con nadie. Desconfiada y dispersa en su vida, ocupada en todo lo que tiene que ver con su interés y no muy abierta.

–          Jesús aprovecha sus propios discursos para llegar a su centro y a su vocación.  Le hace descubrir su necesidad y su potencialidad, la posibilidad de lo verdadero y lo auténtico. El protagonismo es de ella y su vida pero a la luz del contraste de la persona de Jesús que se sitúa en su mismo lenguaje para hacerle cercano el sentir de Dios.

–          En el encuentro progresivo, en el discurso, la mujer según se va desvelando su persona se  va transformando por la verdad, por la vestidura del bautismo en Cristo queda desnuda, descubre la vida, las posibilidades nuevas de su existencia y llega a  ponerse en condiciones de conocer profundamente a Jesucristo para  creer en él con toda su vida. Entrar en su vida con Jesús ha acabado dándole el verdadero conocimiento de Cristo.

–          Ahora ya está en la misión. Esa novedad y originalidad que ha entrado en su vida, la vestidura de lo blanco,  ha encauzado todas sus fuerzas en el deseo de anunciar y ser portavoz de lo que ha experimentado y de la alegría de haber encontrado al Señor de la vida. El que le ha hecho encontrar su verdad y le ha abierto el camino de la vida por derroteros insospechados pero atrayente que vienen cargados de originalidad.

Buen tiempo la cuaresma  para recuperar esta unificación  de vida y disfrutar de lo auténtico de lo sencillo, del espíritu y la verdad.