Alberto, Nazareno (V y VI)
“Nazaret, éxodo y silencio”
Recuerdo tu planteamiento cuando oíste hablar de este movimiento de estudiantes y sus grupos de vida: “Iré a conocerlo, si me convence seguiré en él, si no nada…” y llevas seis años sin faltar nunca. Aquello suponía para ti un verdadero éxodo, ser otro, ir a la otra orilla: Reflexión, grupo, amistad, salir de casa y su protección, vivir por ti mismo, lanzarte al vacío… y has subido – protestando algunas veces- a todos las cimas que nos hemos propuesto, has contemplado todos los paisajes maravillosos que se consiguen con el esfuerzo, nada te has quedado atrás, con muchas resistencias pero todas vencidas. Qué gozo cuando te lanzaste a Cáceres para la universidad y venciste todos tus miedos, ese fue un gran paso.
Y no sólo has salido tú, sino que en tu vivir te has hecho desde tu éxodo un misionero de la vida; si de ti dependiera el anuncio no quedaría oculto, sino muy explícito; lo lanzas en la familia, con los compañeros, en internet, en los encuentros, en la calle…como quien se ha encontrado un tesoro único en su vida y no se lo puede guardar, tiene que decirlo a todos y siempre.
Y todo esto lo vas viviendo y rumiando en el silencio. Da la sensación de que no paras nunca, ni te aquietas, pero no es verdad, tienes un interior y una mirada reflexiva que la vas alimentando. Tú, Alberto, siempre llamas dos veces, y tres, y cuatro…y a diario, tienes tanto que contar, decir, soñar; unos días lo haces con lágrimas y agobio, otros con felicitaciones y gritos de júbilo, siempre con confianza, respeto y una transparencia insuperable, y no te importa el silencio de ser siempre tú el que llamas, sin mirar si recibes… es curioso¡ A cuántos llamas tú y ¿ cuántos te llamamos? A tu alrededor, mucho silencio para contigo, pero tú , sin embargo, palabra hecha carne en el silencio para todos, sin pedir nada a cambio y sin llevar cuentas de nada, en lo oculto y lo anónimo de tu psicología y tu carácter.
Por eso hoy, desde Nazaret, conviviendo contigo Alberto, pido al Padre, que me ayude a salir de mí mismo para transitar sendas nuevas y cimas altas en la que pueda encontrarme con lo profundo de lo humano y de los más divino de la historia y de la humanidad que me ha regalado; que sea portador de su gracia y de su don para que todos puedan enterarse y gozarse conmigo de lo que tú haces por tu pueblo y por los sencillos y los humildes, lo que yo he experimentado en mi propia persona, que realmente tú te haces fuerte en la debilidad; y con Alberto también te ruego que me concedas saber hacer silencio en mí, para que tú gestes tu palabra en mi interior, y se haga carne en una existencia al modo de tu voluntad, para que llegue a ser poseído por los sentimientos de Cristo y, desde ahí, el otro – la humanidad- pueda escuchar que tú lo amas sin pedir nada a cambio.
Preciosa la reflexión de Alberto y punto final…Estos chicos los llamo yo…,sonrisas de Dios, porque son especiales y este en concreto es especial en su superación y sus preciosos sentimientos,ojala hubiesen muchos jovenes así, seria estupendo.Si Dios le ha llevado hacia el , habrá alguna razón ,lo importante es no defraudar al Señor en lo que exija de nosotros.