En medio del mundo

Esto tiene magia y engancha¡¡¡

He llegado a casa sobre las once y media de la noche; mi madre, con la paciencia  y la gracia que le caracteriza me ha esperado en su sillón- porque no puede moverse- , y me ha dicho que la voy a tener que llevar con las hermanitas. Es su modo de reñirme, enseguida le he dicho que no la entendía bien…que si habían estado  las hermanitas en casa y que ella no se había querido ir… y ya se ha reído a carcajadas, y ha comentado: ¡ y dirá el obispo que no trabajas¡ He llegado muy agotado, pero contento en lo profundo del alma. Cuánto he vivido y sentido, y son muchos años haciéndolo.

El día ha sido completo: mañana en la universidad, preparando materiales, dos horas de clase a última hora, comida rápida y cuidado de la madre, para volver a la universidad, a recabar los carteles, lonas, y materiales preparados para el encuentro de los universitarios; de compras al supermercado para hacernos de algo para el aperitivo de bienvenida, al menos de las bebidas, y recoger del bar de Carmen, algunas tortillas y otras viandas preparadas por su madre, que junto al queso tradicional de untar que nos lleva Paco, empanadilla  rica de atún de Joaquín y esposa, etc. serán mesa fraterna y festiva, al terminar el encuentro.
Acelerados hemos llegado a la  parroquia donde nos han cedido el salón para el encuentro. Junto a algunos universitarios hemos preparado el lugar: ambientándolo, situando el entorno y los símbolos para la oración, materiales para la reflexión, y las mesas del festín. Todo a punto para los ocho y media.

Y han comenzado a llegar  jóvenes universitarios de lugares, procesos, y grupos muy  distintos, pero todos en común la fe en Jesús, y el deseo de ser cristianos en la universidad. Todo un rostro de Iglesia joven, alegre, esperanzada, e ilusionada, hasta con magia.  Sí hasta hemos tenido a Miguel el “mago” con nosotros, qué alegrón me ha dado.

El encuentro, de sencillo se ha hecho profundo. Primero jóvenes de los maristas, Bety y Fede, rompieron y abrieron el fuego con dinámicas de presentación y alegría rápida, para pasar a la oración que Isidro- procedente de  parroquia emeritense-  nos dirigió y que tuvo momentos de silencio y de compartir, encendiéndonos en  la luz de Cristo, para poder crear e iluminar en nuestra vida y desde ahí en la universidad; ha sido entrañable el compartir. Álvaro –responsable de JEC-  se había currado el trabajo de reflexión por grupos, planteando lo que nos duele en la universidad, lo que deseamos y lo que estamos dispuestos a entregar para que sea posible lo que soñamos. De fondo un texto de Unamuno muy acorde con el lema de este año: “Cre@ e ilumina tu universidad”;  el texto unamuniano nos decía: “Porque ni el sentimiento, ni la inteligencia, ni la voluntad crea, sino que se ejercen sobre materia dada ya, sobre materia dada por la fe. La fe es el poder creador del hombre”.

Después hemos pasado a gozar  de una cena de bienvenida, que ser universitario tiene mucho de mesa compartida y de alegría comunitaria;  hemos apuntado nuestras direcciones electrónicas para seguir en contacto; muchos han querido integrarse en grupos de universitarios y están ilusionados incluso con confirmarse porque en su tiempo no lo hicieron; otros desean seguir reuniéndose,  todos con ganas de volver a encontrarnos. Harán un manifiesto para compartir sus reflexiones de hoy, y ese trabajo será punto de partida para trabajar en sus respectivos grupos de referencia  algo común, que más avanzado el curso nos servirá de base para volver a encontrarnos y compartir lo que está siendo nuestro camino. El deseo es unánime,  encendidos en Cristo, queremos ser luz, iluminar en nuestra universidad, porque como nos ha dicho el evangelio proclamado: “no se enciende una vela para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa (Universidad)”

Desde Septiembre preparando el encuentro  con un grupo de universitarios, muchos pasos, momentos, preparación, protagonismo buscado de los jóvenes, muchas llamadas, invitaciones, carteles, pancartas,  medios informáticos y de red… todo para este momento sencillo, pero único y necesario. Muchos esperados no han estado, otros no han escuchado la llamada, algunos vinieron y se fueron, pero sólo por uno de los que se han sentido  en ambiente de fe y han disfrutado por primera vez en su ser universitario, sabiendo que se puede unir  la universidad y la fe, y hacerlo en comunidad, ha merecido todo la pena. Por eso aunque estoy agotado, me siento feliz… sí eso que digo  de que me siento el cura más feliz; un compañero  párroco del lugar, al cerrar las puertas de la parroquia cuando nos marchábamos, sonreía y bromeaba de que me veía cargado con montones de cosas… yo le decía, que así llevo  dieciocho años, haciendo lo mismo todos los octubres, cuando es otoño y toca sembrar… y me siento agotado tras esta jornada, pero ilusionado y contento como el primer día.

¡GRACIAS PADRE POR ESTOS UNIVERSITARIOS¡

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