En medio del mundo

Y siempre lo será… y siempre lo será¡

El otro día me llamó para una  cuestión de su servicio de secretaria en el movimiento de estudiantes cristianos en Badajoz, había escrito una carta de agradecimiento al Obispo de Plasencia,  que tuvo el detalle de desplazarse para compartir  oración y  reflexión con los militantes estudiantes cristianos de la región extremeña reunidos en Miajadas. Me pedía que  revisara el escrito porque era  una carta  de estilo institucional y personal a la vez, de paso me preguntó si hoy estaría en mi despacho de la  facultad. En la mañana, ha llegado silenciosa  y discreta, como hace siempre, con una sonrisa natural, vestida muy sencillamente – se le puede reconocer por la ropa, sencilla y elegante, y casi siempre la misma- me ha saludado con el cariño habitual y con sus besos de familiaridad continua; me ha preguntado cómo me encontraba, me ha dicho que no debo trabajar tanto, que tengo que cuidarme, y ha sacado una bolsa con un recipiente para regalarme una tarta de galletas y  chocolate, para que celebre  su cumpleaños con mi madre, que fue el domingo pasado, la ha hecho ella con su madre. Ha cumplido veintitrés años, está terminando psicopedadogía, tras realizar magisterio por infantil,  y es aquella de la que un día me dijeron en la secretaría  de la facultad, que lo que hiciera falta, porque era la  mejor alumna del centro. Hoy venía un poco estresada porque es la delegada de su curso y están preparando la orla,  y todas las cosas que tienen que ver con su final de carrera. Se ha sentado y hemos hablado de cosas de la vida universitaria, de la facultad… le he hablado de un encuentro de delegados de Pastoral universitaria en Madrid, en la conferencia episcopal, que me han pedido una intervención y que ella podía dar su testimonio; no me ha dicho que no,  aunque está muy liada, esta tarde mismo se marcha a Valencia.  Acompañará a Ana Escobar, presidenta de la JEC, en el encuentro de jóvenes que ha organizado la conferencia episcopal.  Está dispuesta y disponible, como una esponja, abierta aprender y a crecer. La situación económica en su casa no está siendo fácil, pero ella me ha zampado como quien no quiere la cosa, que no se preocupa, que tiene tantas cosas, incluso muchas que no utiliza; por eso no quiere que le regale nada por su cumpleaños, me ha pedido con una humildad de lujo: “yo sólo quiero que sigas estando a mi lado, como estoy segura que siempre vas a estar”, para ella me ha explicado ese es el mejor regalo. Ella entiende que en su vida se ha abierto una brecha de sabiduría y de gozo inexplicable, al conocer la universidad como lugar de crecimiento y salvación,  como un lugar de vida de fe único – me decía quiero confirmarme en la fe ahora que me siento y quiero ser cristiana de verdad-. Para sus compañeros  Carmen es única; recuerdo que en una asignatura  un día preguntaba yo  si ellos conocían alguna  persona referente como cristiano  de su edad, en su aula no dudaron en decir abierta y rápidamente que ella.

Hoy ha sido un día de momentos de una profundidad inabarcable, de una trascendencia inaudita: Isidro, joven de  Ingeniería química, que va acompañar un grupo de universitarios; Llamada de la Conferencia Episcopal para que asumamos ponencia en el encuentro de delegados de P. Universitaria; profesores que muestran interés y se matriculan en la jornada de Ética y universidad, y los que no pueden presentan excusas; alumnos en clases con una cercanía e inquietud deslumbrante…tantas cosas, pero prefiero quedarme en el sacramento de esta tarta hecha a mano por Carmen y valoro en ella su valor sacramental: su sencillez y dulzura, gratuidad y generosidad, delicadeza y cariño, trasparencia y disponibilidad,  juventud y riesgo,  pobreza y  riqueza… tanto y tanto… como  María de Nazaret. Y con ella descubro y  profundizo en el seguimiento de Jesús y oro agradecido al Padre: “Derribas del trono a los poderosos y enalteces a los humildes”.

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