La madre de Vicente

 

CREO FIRMEMENTE EN LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS…
jose angelLa seguridad social funciona. Esta mañana me levanto más temprano,  porque la enfermera ha avisado que la extracción de la sangre para la analítica de mi madre la realizará entre las siete y media y las ocho de la mañana. Mientras la espero, es momento de oración y encuentro con el Padre para comenzar el día. Y recuerdo que el  Domingo pasado, por estar en Madrid, no pude asistir y acompañar a Vicente -compañero sacerdote- en el funeral de su madre Cata. Su padre, Jacinto murió hace unos años; era quien la cuidaba en su enfermedad de alzheimer, y hablé de ellos  y de las palabras de Vicente  en aquel funeral, en un post sobre la reconstrucción del yo en el amor. Tras hablar con él, para compartir y expresarle mis sentimientos, le pedí que me hiciera llegar la acción de gracias que hizo sobre su madre y la relación con ella en los últimos años, especialmente desde que faltó su padre. Es una lectura creyente que me ilumina, me esperanza y me anima en mi vida, y en el cuidado de mi madre. Por eso quiero compartirla con  todos vosotros, para que también pueda alimentar vuestra oración.

ACCIÓN DE GRACIAS ANTE LA MUERTE DE MI MADRE CATALINA

vicenteEn estos momentos de dolor quiero, en primer lugar, confesar mi fe en Jesús de Nazaret, que pasó por la vida haciendo el bien, anunciando la B.N. y sanando los corazones heridos con el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

Creo firmemente en la Resurrección de Cristo, convencido que el amor, su amor es más grande y fuerte que la misma muerte, un amor capaz de dar vida, allí mismo donde la ésta se acaba y muere.

Hace poco más de un año, daba gracia a Dios, en nombre de mi familia, por mi padre Jacinto dedicado por completo al cuidado de su esposa enferma. Hoy catorce meses después me encuentro en el mismo lugar para agradecer el regalo que el Señor nos ha hecho con mi madre Catalina.

Ella vivió volcada en su familia, intentando enseñarnos a  situarnos en la vida y a verla a la luz de la fe. Pero ha sido en la última etapa de su vida, ya marcada por la enfermedad del alzheimer, cuando nos ha dado las más grandes lecciones:

–          Nos enseñó que una persona nunca deja ser lo que es , aunque ni siquiera se acordara de quien era. A pesar de la “enfermedad del olvido”, nunca dejó de ser ella, Cata, y así la tratábamos.

–          Nos ha enseñado a vivir con más humanidad, a estar más atentos a los pequeños gestos de la vida. Nunca hemos disfrutado tanto de un paseo como cuando la acompañábamos, aunque en todo el trayecto solo hubiera miradas, sonrisas y silencio…

–          Nos ha ayudado a reconocer la propia vulnerabilidad  y a sentir la necesidad que tenemos de los  otros, de la familia… Nos ha mostrado la capacidad de la enfermedad para unirnos y apoyarnos. A mi me parece que mi familia no ha estado tan unida como ahora que nos toca cuidarla como lo hizo mi padre.

caritas–          Y nos ha enseñado a descubrir la presencia del amor de  Dios, tanto en el gesto de cambiar los pañales, como en la oración que hacíamos cada noche al acostarla. Siempre rezábamos el Ave María, primero completa, luego la segunda parte que era de la que mejor se acordaba (“Santa Mª ruega por nosotros,  pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte…” ), y como ya no se acordaba, se la rezábamos y ella decía “Amen” o asentía con la cabeza y… hasta mañana si Dios quiere.

Agradecemos a todos …

Hace un año prometíamos a mi padre que intentaríamos cuidarla como él lo hizo. Hoy puedo decir que nos sentimos satisfechos  porque hemos hecho todo lo hemos podido: Antonio y Raquel, su mujer, en un gran gesto de generosidad se fueron a vivir con ella  para cuidarla, Javi se escapaba para venir de Madrid  y no perderse la presencia de mi madre, y yo  ya no sé si he vivido en Badajoz, en el pueblo o en la carretera…

mirandillaQuerida madre  has dependido de nuestras manos, manos que han pretendido ser delicadas y tiernas, manos que levanta,  asean y visten, que dan de comer, que acompañan y que sostienen para no caer, ahora te dejamos en las mejores manos, las de Dios.

Cata corre libre al encuentro de Él y de quien tanto te quiso, tu marido y nuestro padre Jacinto.

Que ambos descanséis en la paz de Cristo y esperarnos hasta que un día nos encontraremos en el Reino de Dios todos juntos.

(Vicente Martín)