En medio del mundo

VIDAS ENCAUZADAS Y COMPARTIDAS

Una vez más  he sentido el deseo profundo de  descalzarme ante la vida de unos jóvenes maduros y adultos en su fe. He estado en Barbaño -pueblecito que se ha hecho famoso en los noticiarios por haber sido desalojado con motivo de las últimas lluvias  y el desbordamiento del Guadiana en la suelta de las compuertas de los pantanos – y allí hemos desentrañado sus proyectos de vida. Se trata de un grupo de nueve jóvenes profesionales (José María, Manuel, Mamen, Rosa, Federico, Juanjo, Inesu, Eva y Carlos) –entre 24 y 32 años- de distintos ámbitos: Ingenierías, matemáticas, medicina, magisterio, auxiliar de farmacia, profesorado universitario, empresa. Llevamos en el grupo de revisión de vida dos años y medio. Se trataba de la segunda ocasión en la que buscábamos un fin de semana para revisar y profundizar en los proyectos de vida personal y de acción profesional. Comenzamos ayer tarde en el silencio y la riqueza de lo rural, junto al santuario de la Virgen de Barbaño, en un albergue con un texto del Evangelio de Juan en el que Jesús nos decía que lo que él hacía, no lo hacía por su cuenta, si no que se lo había visto hacer a su Padre, y lo que decía se lo había oído también a Él; y que todo el que lo creía, tenía vida eterna, auténtica, de  la que nadie nunca se la podrá arrebatar.

Esta vida auténtica es la que yo he visto ir creciendo en ellos en estos últimos años, en algunos desde hace más diez años cuando los conocí en sus primeros años de universidad cuando se iniciaron en la JEC. He disfrutado con sus planteamientos de fondo y con sus inquietudes actuales: “ser auténtica en mi vida”; “me he reconciliado conmigo mismo, mis limitaciones y soy mucho más compasivo con los  que me rodean, ahora vivo con la ilusión de ser para los demás”; “quiero trabajar mucho más  mi dimensión social y mi compromiso por los demás”; “he crecido como cristiana y me siento mucho más Iglesia, quiero seguir formándome y creciendo en el seguimiento de Jesús”;  “Aspiro, tras unos años de formación, a ser creativo en mi trabajo, a darle valor añadido a mi quehacer y favorecer trabajo para otros”; “no estoy dispuesto a trabajar en algo que no sea útil y  válido para los demás”; “voy a dar pasos en mi formación bíblica y  teológica para dar  razón de mi fe y profundizar en mi conocimiento de Jesucristo”; “Estamos destrozados por la crisis, no nos podemos financiar a nosotros mismos y nos están ayudando en casa, pero no vamos a renunciar a las personas que somos, vamos a  seguir siendo y luchando por lo que nos merecemos y se merecen otros”;  “nos estamos planteando la edificación de nuestra casa en el pueblo y la queremos hacer abierta y acogedora, lugar de encuentro, que quepan nuestros mayores, y optar por nuestro pueblo a fondo”… y echando de menos a los que no han podido estar, cómo nos gustaría ayudarles también a crecer como personas  en todas sus dimensiones. El descubrimiento vuelve a ser el del evangelio, que en este contexto de pueblo desalojado por las riadas, cobra de nuevo sentido; se trata de un pueblo nuevo de regadío, donde la vida se basa en el agua del río; de ella viene todo y sin ella el pueblo no es nada, pero cuando no está encauzada y se sueltan los pantanos, esa misma agua es amenaza para la vida, y exige dejarlo todo y salir. En el proyecto de vida, con su metodología de proceso y análisis personal y comunitario, se trata de encauzar en claves evangélicas todo aquello que acontece en la vida, todo tiene posibilidades, el éxito y el fracaso, los límites y las cualidades… pero sólo si está encauzado por el amor, la justicia, la verdad, la ternura…si cada uno se hace cargo y se encarga de su propia historia y de la construcción de su persona. No han estado buscando el éxito ni la gloria personal, sino lo auténtico y original de cada uno en su ser y su hacer. Un trabajo de bolillos que engancha a quién se inicia en él, porque llegamos a entender que los ciegos ven, los cojos andan y los muertos resucitan.

Y todos de acuerdo en que el grupo lo vamos a cuidar mucho más, porque esto es un tesoro que se nos ha regalado y que nos enriquece extraordinariamente. Nos interesa  rezar juntos, formarnos en doctrina social porque esto no se ha cuidado en nuestra vida de fe, participar en la asamblea que vamos a tener  Profesionales Cristianos en Madrid a finales de Mayo, seguir con nuestras revisiones de vida a pie de ejercicio  profesional y vivencia social y pública. Y yo me vuelvo con mucha alegría a mi casa como los discípulos de Emaús, porque he sentido la presencia viva del Resucitado en lo que contaban cada  uno y lo que todos comentaban, ardía mi corazón, y lo he reconocido al ver como compartían la vida, los sentimientos y  la alegría del  pan en la mesa.

Sacramento visible del Resucitado ¡

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