La corona que yo quiero

Coronación, anécdotas e interpelación

coronaMañana es el gran día, han sido muchísimos los preparativos para tan gran acontecimiento. La coronación de Nuestra Señora de la Soledad, será a la antigua usanza, como siempre. Y con esa ambigüedad permanente que nos persigue de no saber bien distinguir qué es tradición y que son tradiciones, y a qué hay que ser verdaderamente fiel. No es fácil la verdad, e imagino que ahí andará don Amadeo a ver qué dice en la homilía, que le ha venido accidentalmente – o providencialmente- por la enfermedad de nuestro arzobispo Don Santiago. Para mí no sería fácil, aunque a los eclesiásticos no nos faltan tablas ni ingenio para saber adaptarnos al medio, y además como ahora el nuevo Papa nos va dando ideas frescas  y limpias, no sería muy costoso seleccionar algunas de ellas para iluminar el acto, pero quién soy yo para insinuar. No hay quien me pare, ni yo mismo. Recuerdo que un año tuve el honor de ser invitado al novenario de la Soledad en la catedral y reflexioné sobre la “corona” de la virgen a la luz de hechos de vida.

Diego-Rivera-La-Noche-de-los-PobresDe todos modos sin saber bien valorarlo, sí me sugiere toda esta paraliturgia algunas anécdotas curiosas y alegres, más que malintencionadas. La primera es del obispo Iniesta, que escribió una nota reflexiva ante un robo  que habían hecho en el tesoro guardado de un Cristo en Madrid – no sé, si el de Mecinacelli-  , decía él que no se imaginaba a Jesús de Nazaret, despeinado y corriendo por las calles de Madrid, gritando que le habían robado sus joyas, o su corona. Otra, es de mi amigo y compañero Pedro Gómez, en sus jóvenes años sacerdotales con su impulsividad característica, cuando era vicario parroquial en los Santos de Maimona, y coronaron a la virgen de la Estrella, que en una publicación parroquial  aparecía una viñeta con una virgen atada a la que coronaban aunque ella no quería… y se armó el revuelo claro está. Y la última, un recuerdo de nuestro querido Antonio Fuentes, que nos hablaba en parábolas. Contaba aquella de un abuelito al que le preparaban una fiesta de cumpleaños por todo lo alto, incluso ponían un mural con su fotografía, pero el día de la fiesta, se olvidaban de él y se quedaba solo en la habitación. Bueno, el final se podía cambiar como se quisiera, podía ser que cuando iban a buscarlo, ya no estaba, se había ido porque todo aquello le ponía muy nervioso.

Y por otra parte como de coronar a una mujer se trata, me pongo a la escucha y recojo tres consideraciones sencillas de mujeres pacenses que me interpelan a mí, ante este acontecimiento para que revise mi propia vida y mi quehacer humano, cristiano y ministerial:

deshaucio“Se me ocurren muchas familias a las que el dineral que va a costar montar el altar, cortar la circulación, poner las sillas, montar las pantallas gigantes, etc., etc. podría solucionar su angustiosa situación, aunque sólo fuera durante unos meses. Calculo que se pagarían muchos cortes de luz, de agua, sillas de ruedas, medicinas, gafas, camas, alimentos, se paralizarían no pocos desahucios… que tienen caras, nombres y apellidos.
Jesús no tenía dónde reclinar la cabeza y su única corona fue de espinas, como la de tantas familias que sufren la crisis de estos días y que los voluntarios y voluntarias de Caritas recibimos impotentes y angustiados cada semana.” (Marisol)

1343039299376“A mi me da vergüenza que demos este espectáculo de insensibilidad social y ANACRONISMO. Una pena! Como podemos estar tan fuera de la realidad, Dios mío? (Trini)

foto_misa“El fatídico año de la riada, monseñor Montero, en el funeral por las víctimas, habló de la ‘corona de espinas’ que rodeaba nuestra ciudad. Esta frase, de lo más ilustrativa, la traigo a colación porque sigue siendo acertada. La entrada a Badajoz por la carretera de Campomayor la flanquean los Colorines y el descampado que un día fueron las Cuestas de Orinaza. Este último, un gueto donde la pobreza en sus múltiples formas convivía con la droga. Llegó un momento, tras inversiones de distintas administraciones, programas europeos contra la pobreza, estudios técnicos, en que se decidió que la única manera de terminar con el gueto era liquidarlo y ahí empezó la historia del realojo de los habitantes de Cuestas de Orinaza. Así contado puede parecer sensato, si no es por el hecho de que gran parte de estos habitantes se realojaron en lo que ya prometía ser otro gueto: Colorines. Ahora tenemos muy cerquita de donde estuvieron las Cuestas este barrio donde hay personas honradas cuya única aspiración para poder llevar una vida buena es salir algún día de allí. Resulta desolador analizar cuánto invierten las administraciones, cuántos voluntarios, asociaciones, parroquias, etc dejan aquí parte de su tiempo y su saber con dudoso éxito global.” (Inma)

IMG_4319Yo me quedo en silencio… y no olvido también todo lo que se mueve en muchos corazones sencillos que llenarán la plaza de la catedral, todo lo que han sido páginas enteras  en los diarios, especialmente dedicadas a la medalla que con tal motivo saldrá ese día… y los “brillantes” incorporados a la vieja corona, hechos de esas donaciones de los humildes. Y rezo con el magníficat:” Proclama mi alma la grandeza del Señor…derribó del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despide vacíos…”  Pienso, con sentimiento de culpa personal, en el centro hermano que visité  por primera vez el otro día en el nuevo lugar emplazado, en la plataforma de afectados por las hipotecas donde me riñeron por no haber ido antes – con mucha razón-, en el proyecto vida, en los más de cien mil parados en Extremadura, en los barrios marginales, en los centros de discapacitados que rodean mi parroquia, en la realidad del Perú que he visitado tantas veces… y ahí reconozco los brillantes, también en la dulzura y ternura de mi madre Dolores, ya paralizada.Tendiendo mano al pobre Y reconozco mi culpa, porque no me están coronando, como debiera,  esos brillantes de los que habla el evangelio: “atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni  la carcoma los corroen”; me acuerdo de la corona  y de la mujer de la que habla el apocalipsis, y traigo a mi memoria ese texto tan emblemático: “¿Estos quiénes son y de dónde vienen?  Estos son los que vienen de la gran tribulación y han lavado su manto en la sangre del cordero”. Y me gustaría estar con los que tienen esos mantos, y poder llegar a ese punto con el mío también lavado en la sangre de ese cordero, para ser coronado con Cristo y su Madre. Comulgo totalmente con esta afirmación de nuestro gran mariólogo  Miguel Ponce cuando, sobre este evento, sostenía en Iglesia en camino: “Ella es, por tanto, Reina de todos los que quieren colaborar en el establecimiento del Reino de Dios y su justicia. Si falta esta actitud interior, la coronación perdería su sentido.”

 

Profesor de Teología

José Moreno Losada.  Sacerdote.

2 Responses to “La corona que yo quiero”

  1. Una sombra de silencio elocuente. Demasiado elocuente.

  2. Felicidades. La reflexión tiene saber y sabor evangélico. Lo que ocurre es que ya sabemos que no hay peor sordo que el que no quiere oir.