En medio del mundo

Universitarios y apóstoles…

En los ámbitos clericales, a veces, hacemos humor de nuestra desgracia, y contamos el chiste del cura que no sabía que hacer para que se fueran las palomas del campanario, y el compañero  le decía: ¡Confírmalas¡  Aquí la experiencia  que os cuento, gracias a Dios, parece que traspasa la ironía del chiste y nos alegra de otra manera.

El sábado viví una experiencia bastante gozosa. Celebramos un día de retiro espiritual con un grupo de universitarios que se han graduado como maestros en la facultad de Educación.  Son doce jóvenes que nacieron en familias de tradición cristiana, recibieron el bautismo, también celebraron la primera comunión, y como la mayoría de su edad se alejaron y desde entonces no habían vuelto a tener contacto personal con la Iglesia. Eso había hecho que no estuvieran confirmados, ni conectados con la fe, al menos en la dimensión eclesial. Pero este año tenían la ocasión de hacer una asignatura de pedagogía y didáctica de la religión católica, así como unos cursos de perfeccionamiento de teología, y muchos de ellos se apuntaron  con la idea de que estas enseñanzas le valdrían para poder tener en el currículum un perfil más agradable para los colegios concertados religiosos, y porque entre ellos se cundía la importancia de este perfil.

No se imaginaban ellos, ni en principio yo, que íbamos a vivir algo profundo. Comenzamos las primeras sesiones de los cursos y nos conocimos en una relación propia de la pedagogía de la acción y de la fe que tengo inserta en mi ser y hacer; les invité a acercarse a un encuentro de universitarios y algunos de ellos, creo que sólo tres de los ciento y pico, se animaron para ver qué era eso. Una vez allí, les pareció novedoso lo que hacíamos en el encuentro y alguno me dijo que no estaba confirmado, que lo había dejado y que si podría recuperar eso. A partir de ahí comenzamos a conversar y ver posibilidades. La teología la iban a recibir en los cursos, todos los lunes del año han estado recibiendo formación desde las cuatro de la tarde  hasta las ocho y media, pasando por todas las partes centrales del saber cristiano marcado por los contenidos: Biblia, Cristología, Eclesiología, Sacramentos, Moral, Doctrina Social de la Iglesia; acompañados por los profesores que lo explican en el centro superior de estudios teológicos.

Pero eso no bastaba era necesario llegar a la vida, pasar de lo académico al seguimiento, a lo existencial de la fe, y eso tendríamos que hacerlo desde un grupo de vida.  Isidro, universitario de quinto de Ingeniería química,  experimentado en el acompañamiento a adolescentes en su parroquia y experto en organizar y vivir el camino a Santiago, se mostró dispuesto a caminar con ellos, si  yo les ayudaba, y nos enfrascamos en la aventura.  Posteriormente, estos tres se lo dijeron a personas que estaban con ellos en cosas de tiempo libre -unos confirmados y otros no-, le hablaban de que habían conocido un modo de iglesia que era distinto de lo que pensaban y que vinieran si querían. Vinieron, vieron y se quedaron; llegamos a ser bastantes. Ahora llega el final de curso, y aquí están  haciendo un retiro espiritual para prepararse a la celebración del sacramento de la confirmación. Comenzamos con una oración de contemplación del proceso y por qué estábamos allí. Dos días después de haber realizado el último examen de sus carreras, sin saber si quiera las notas, pero mostrando interés por algo que es novedoso en sus vidas, y que ha sido por la atracción  del espíritu del Señor.

En la reflexión fueron apareciendo  lo que sentían como dificultad, tentaciones y debilidades para ser cristianos y vivir el seguimiento de Jesús en sus vidas; querían renunciar a todas ellas: timidez, egoísmo, intereses, inseguridad, autoengaño, seguridad, indiferencia, superficialidad, prisas, asperezas, caprichos, encerramiento, inconstancia. Todas descubiertas desde hechos de vidas personales y comunitarios, así como en la propia universidad.

Al mismo tiempo era fácil poner nombre a los deseos que han ido surgiendo en el proceso, y que están en el fondo de cada uno y se transmiten entre todos; las aspiraciones  y las esperanzas también tenían sus nombres concretos desde la vida, desean ser: alegres, sociables, serviciales, solidarios, gratuitos, fuertes,  sabios -saber discernir  y decidir bien- comprometidos, justos y coherentes,  a favor de los pobres, compasivos y afectados.  Sentían la necesidad del Espíritu que nos lleva a ser facilitadores de los demás, que provoca  descanso  alrededor,  dinamiza la vida, entrega el tiempo, produce intimidad y disfrute auténtico entre las personas, confianza y seguridad auténtica, efusividad y ternura. No era difícil  ver el listado de los frutos y los dones del Espíritu  y aparejarlos con sus aspiraciones y deseos. En el fondo  tienen sed del Espíritu, ellos buscan lo auténtico y fundamental.

Explicamos sencillamente el rito del sacramento y enseguida a cada paso se le veía el sentido por todo lo que llevamos de camino. Y fue fundamental el deseo unánime de este grupo de jóvenes universitarios, lo que les preocupa ahora que han descubierto este camino de fe y de vida, es poder continuar, seguir caminando. Para eso veían que es fundamental cuidar este grupo construido a lo largo del curso, que era la mejor joya y tesoro que les había dado el Espíritu, y que este  espíritu de grupo había que cuidarlo y mejorarlo.  También con respecto al grupo de cara a su continuidad tenían sus objetivos claros, querían:

–          No quedarse en sólo formación, desean ser un grupo de acción, lanzarse al ruedo y comprometerse para hacer realidad lo que sueñan y quieren en este mundo.

–          Reconocieron que es fundamental para poder lograr  el crecimiento la constancia y la continuidad en el proceso; la necesidad de priorizar los encuentros y favorecer la presencia de todos en todas las reuniones y actividades. Ya para el verano veían la posibilidad de participar en acciones: el camino de Santiago, las jornadas de formación de pastoral universitaria…

–          Sentían la necesidad de  desarrollar la pertenencia al grupo y de buscar su identidad, de ponerse en contacto con jóvenes que militan en  la universidad desde su fe y están organizados en la JEC.

–          Deseaban que el grupo tuviera profundidad e intimidad, que pudieran llevar y sentir la vida de cada uno y apoyarse en la construcción de sus personas, como hicimos este año cuando dedicamos una jornada a elaborar y compartir los proyectos de vida.

–          Reconocían que tenían que avanzar y profundizar en  su ser iglesia, parroquia, poco a poco pero dando pasos.

–          Proponían también un camino en el que recuperaran bien la vida sacramental y rompieran sus prejuicios;  fue un gozo celebra en este contexto el sacramento del perdón.

Según hablaban, yo tomaba nota en mi cuaderno de vida, y me daba por vencido ante el Espíritu Santo.  Yo no había programado esto al comienzo del curso, teníamos objetivos y medios, pero éste  lo había realizado el Espíritu como él ha querido, sólo hemos colaborado con él, especialmente Isidro. Y yo sueño con el Domingo  en que recibirán, por la señal del crisma, el don del Espíritu …estaré allí y sentiré como Dios los confirma  como apóstoles para la universidad  y los jóvenes, y para más gracia son doce.

Tags: Testimonio, Celebración, Reflexión, Pastoral Universitaria // 1 Comment »