Religiosos en la vida diocesana

Fray Luis de LeónLa revista “Vida Religiosa” publica en su número de Junio una reflexión sobre “los religiosos en la vida diocesana”, elaborada por mí con motivo de una jornada de formación para la CONFER de Extremadura. Os sirvo aquí un apartado de dicho artículo y el enlace para poder tenerlo completo: http://www.vidareligiosa.es/index.php?option=com_content&view=article&id=546:los-religiosos-en-la-vida-diocesana&catid=2:articulos&Itemid=3

Los religiosos, en el pleno sentido de la palabra -y de modo especial- son miembros de la familia diocesana, es decir miembros de esa Iglesia particular que se llama Diócesis (cf. CD 11).

IMG_2325Ahora bien, plantearse cuál es la misión de los religiosos en la vida diocesana no es equivalente a decir qué acciones pastorales tienen que desarrollar en las comunidades parroquiales, o, en otros ámbitos de la vida diocesana. Nos quedaríamos en una simplificación puramente casuística si en esta reflexión únicamente abundáramos en el planeamiento de cómo pueden colaborar prácticamente los religiosos en la realidad diocesana, ya que los religiosos en su quehacer apostólico o pastoral, no deben ser considerados como meros “suplentes” de y su actividad pastoral no debe ser tenida nunca como “subsidiaria” respecto de la del clero secular.

Los religiosos en el corazón de la Iglesia particular

La vida consagrada “está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión”2. Y los religiosos estarán en el corazón mismo de la Iglesia particular cuando desde sus carismas quieran ayudar a la Iglesia diocesana a ser fiel a la misión que el Señor le ha encomendado en un lugar determinado. Para ello, estan llamados a vivir:

2013-06-08 17.00.34Una espiritualidad de presencia testimonial

La Iglesia diocesana está llamada a transmitir y anunciar la Buena Noticia a los hombres y mujeres de un lugar determinado, con sus condicionantes históricos, culturales, sociales, económicos, etc. Presupone que el mensaje de Cristo se encarne auténticamente en las mentes y en las vidas de la gente de un pueblo. Y ello, no puede hacerse sin una presencia gratuita y amorosa en un ambiente concreto.

Los religiosos han sido llamados por el Señor para “estar” y “hacer presente” con sus vidas el amor total, gratuito y misericordioso de Dios, en los lugares a los que han sido enviados por su congregación.

A ellos les corresponde ayudar a la Iglesia diocesana en esta labor de presencia evangelizadora, de cercanía y acogida a los hombres y mujeres de este pueblo peregrino, porque como dice el Concilio en la Gaudium et Spes 1, la Iglesia está llamada a vivir en constante solidaridad con los hombres y mujeres de este mundo, haciendo nuestras sus alegrías, sus dolores, sufrimientos, aspiraciones y preocupaciones.

Lo primero que han de aportar es presencia evangélica en los pueblos y barrios, que revela que Dios hoy está entre nosotros, que Dios habla, que Dios ama, que Dios camina con nosotros. Y desde la cercanía pueden ayudar a llevar a cabo ese diálogo tan necesario, para que la Palabra de Dios llegue a la gente en su lenguaje, en sus tradiciones y situaciones concretas.

Metidos en corazón de la vida cotidiana del pueblo o barrio pueden aportar a la diócesis, a la parroquia, a los movimientos y asociaciones, lo que están viendo en el interior de las familias, de los ambientes, todo cuanto se esté cociendo en la vida de la gente.

Hoy más que nunca, cuando se está dando un gran alejamiento de la fe, corremos el riesgo de aislarnos y refugiarnos en nuestros pequeños ámbitos donde nos encontramos a salvo, buscando aquellas acciones pastorales en las que nos encontramos más seguros, más realizados y satisfechos.

corazónde genteSin embargo, es el momento de vivir una espiritualidad de peregrinaje, de riesgo, de insertarse en medio del mundo con el corazón de Dios, queriendo llevar a cabo su plan de salvación en medio de él: reunir a los hijos dispersos.

Y será ahí, en esos ambientes nada propicios para acoger a la Iglesia, donde han de estar trabajando a fondo perdido, dando testimonio con gestos, signos y palabras que Dios es amor.

Es fundamental, por tanto, preguntarse dónde y cómo los religiosos están haciendo presente hoy en medio de la Iglesia particular. Son como la avanzadilla de la diócesis, preparan la tierra, para que está pueda ser sembrada y llegue a dar fruto.

Tendiendo mano al pobreCiertamente esta presencia no se podrá realizar sin vivir una intimidad amorosa y cercana con Jesús, queriendo seguir sus pasos de encarnación y presencia en medio de su pueblo. La presencia no es para que nos conozcan a nosotros, y así podamos tener prestigio y ser considerados en un barrio o pueblo, sino para dar a conocer el rostro de Jesús. Desde este planteamiento ¿no habrá que plantearse las presencias en las diócesis?