Ya son tres…una sola carne

YA SON TRES…

Ya son tres…Alfonso, Miriam y tú – “garbancito querido y esperado”-. Nos encontramos hace un año, en navidad en la misma plaza que hoy, para comenzar a preparar la celebración de la boda, todo un proceso de lectura creyente que culminó en una celebración propia, original y auténtica en el amor del Padre manifestado en Jesucristo –allá por Junio, en la que el cura no fue puntual, según dicen-, y hoy nos volvemos a ver  cumpliéndose aquellos deseos y sentimientos consagrados:

 

– Alfonso y Mirian, ¿Venís con total libertad a comprometeros en el amor para toda la vida, queriendo formar una familia en la que vuestros hijos descubran la felicidad de la vida y el evangelio?

– Respuesta:

-Sí, venimos libremente, queremos amarnos toda la vida y formar una familia al estilo del Evangelio.

Ellos están viviendo y trabajando en Madrid, están pasando unos días con sus familias en Badajoz.Hoy hemos quedado-justo un año después- para tomar algo juntos, saludarnos, contarnos cosas de la vida, y en ella de su sacramento matrimonial… y ellos estaban deseando hacerme partícipe de la noticia más grande del mundo, de la que están siendo ángeles  precisamente en este tiempo de Navidad: “Hay una criatura nueva, que viene a nuestro encuentro… un hijo que Dios va a poner en nuestras manos para que lo cuidemos y lo amemos como Él”… somos unos afortunados. Nos hemos besado efusivamente sintiendo la vida borbotones. Miriam le llama su “garbancito querido” y los dos estarían dispuestos a darlo todo – cambiar de trabajo, de residencia, a tener menos para ser más- por ese garbancito anónimo y oculto para el mundo, pero que ya está en el centro de muchos corazones como señor y como rey. Y esta es nuestra fe, en el matrimonio y en la vida, en nuestro Dios.
Nuestras últimas palabras han sido en la despedida pensando ya en el bautismo y en su preparación…tendrá que ser cuidado como la boda. Cómo no¡ Sobre todo ahora, porque Alfonso hoy ha confesado que antes no se sentía Iglesia, pero que ahora sí, incluso siente alegría de comulgar con este Papa. Y yo recuerdo cómo su primera comunión se la di yo y fue hace unos meses, en su propia boda, y la recibió consciente, querida y deseada. Hoy he vuelto a ver la verdad del evangelio en la vida: “Esta es la señal…un garbancito en el seno de Miriam, que la vuelve loca y alegre a ella y a su esposo Alfonso; y hoy esa alegría me ha llegado a mí como al viejo Simeón. pero en el templo de la vida brindando con una copa de vino -Protos- con los futuros padres. Y al llegar a casa he vuelto a leer lo que escribí con motivo aquella celebración matrimonial y como ellos consintieron en el deseo de compartir la vida y fecundarla con amor y me emociona volver a leerlo:

“Así, pues, ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia.

Alfonso: Miriam, valoro tu alegría y tu ilusión, eres única para mí y me enamoras cada día. Yo quiero darte todo lo bueno que hay en mí y deseo construir contigo una familia que te ame tanto como yo. Tú me has hecho sentir a Dios mucho más cerca de mí, y hoy le pido al Buen Dios que bendiga nuestro matrimonio y nos de fuerzas para que sea tan sólido como una montaña, que nunca flaquee y nos sintamos siempre unidos, enamorados y felices.
Ante esta asamblea y en presencia de Dios te recibo a ti, Mirian, como esposa, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.
Miriam: Alfonso eres para mí un tesoro…Yo quiero darte mi amor,… y prometo amarte, respetarte y cuidarte…deseo vivir todo  junto a ti, hasta que la muerte nos separe.

Una vez más la gracia de Dios se hace desbordante, amorosa y fecunda en el vivir de cada día y me hace a mí su testigo. Gracias Padre por ayudarme a leer el texto lucano de la anunciación  a María y el nacimiento de Jesús, en este tiempo de navidad, con esta actualidad tan llena de alegría y frescura en la gestación de esta nueva vida en el seno de Miriam y en el corazón de Alfonso, que son ya una sola carne.