¡Gracias!

Al presentar la tesis doctoral, siento agradecimientos:

JV ArnelasHay trabajos que se consagran por ser punto de partida de un trayecto abierto que mira al futuro como horizonte más importante. Sin embargo, el que tenemos entre manos guarda la singularidad de expresar realmente la filosofía humanizadora del tiempo; así, nos propone que el presente es condensación de los pasados –que, en su día, fueron presentes–, a la vez que preñamiento de los posibles futuros –que un día serán presentes– Quiero manifestar con estas frases, prestadas por la filosofía del tiempo, que el trabajo de investigación que presentamos tiene una preparación de carácter remoto muy amplia, de proximidad vivida en dos decenios y de inmediatez programada en los últimos cuatro años. Cada momento suscita en mi interior agradecimientos sinceros y profundos a personas, colectivos e instituciones.

En la preparación remota, agradezco el horizonte de la familia y su sabiduría de la sencillez; apenas sabían escribir, pero nos enseñaron, tanto a mí como a mis hermanos, el sentido de la vida y nos capacitaron para saber querer y amar donde se asienta el verdadero bien interno de todo lo que es y existe. Recuerdo agradecido a la escuela pública y a sus maestros, especialmente en Granja de Torrehermosa, donde comencé a ser inquieto, a preguntar y a elaborar pequeñas respuestas con el gusto del aprender. Al Seminario Diocesano de San Atón, del que me siento orgulloso al formar parte de esos trescientos cincuenta años que está celebrando ahora, como alumno y profesor del mismo. Celebro la oportunidad de haber pasado por las aulas de la Universidad Pontificia de Salamanca y haber gustado de teólogos sabios que me abrieron horizontes imposibles de cerrar; y homenajeo especialmente a Juan Luis Ruíz de la Peña, profesor y hermano, referente del pensamiento humanista cristiano español del siglo XX en España.

graduacion4En la preparación próxima agradezco de corazón a las dos realidades que han hecho posible una experiencia única de conexión entre mi ministerio sacerdotal y el quehacer universitario: la Iglesia de Mérida-Badajoz y la Universidad de Extremadura. En cada una de ellas se me abren abanicos inmensos de gracia y luz en personas, grupos, acontecimientos, aulas, encuentros, cursos, celebraciones… Van casi veinte años, día por día, de vivencias universitarias y eclesiales en una conexión armónica que me han realizado personalmente.Recuerdo agradecido la confianza depositada en mí por Don Antonio Montero, y que me ha renovado graciosamente Don Santiago García, arzobispos ambos de Mérida-Badajoz, para proponerme como profesor de la Universidad, así como el nombramiento realizado por Don César Chaparro al frente del rectorado en nombre de la Universidad en aquél tiempo; nombramiento que hoy ejerzo como profesor colaborador de esta institución.

En estos decenios he vivido y descubierto la Universidad desde el Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Facultad de Educación, así como en las Facultades de Ciencias, Económicas, Empresariales y de Medicina, en las cuales he ejercido docencia de asignaturas de libre configuración. Agradezco el contacto con miles de jóvenes universitarios de tantas titulaciones distintas en las aulas, el reto de cada curso con rostros e ilusiones nuevas, así como el compartir con muchos profesores –con algunos, incluso, fe y vida– la ilusión de una Universidad de calidad humana.

Imagen2Esta es la vida y el verdadero cuerpo que hoy hacen posible este trabajo de análisis e investigación acerca de la motivación del estudio en los universitarios extremeños y el bien interno de las profesiones. Es lo que me hace creer que es posible un “estudio con-sentido en la Universidad”.
En este mismo tiempo escolar superior, he ido viviendo el ejercicio de un ministerio también integrado en la Universidad desde lo que llamamos eclesialmente la Pastoral Universitaria, para la institución el Servicio de Asistencia Religiosa (SARUEX). Esta dimensión me ha posibilitado un modo de estar y ser en la Universidad donde la gran preocupación ha sido cómo acompañar y favorecer procesos de vida y entrega en el campo universitario, tanto para la construcción de la propia universidad y sus funciones de investigación y docencia, como para colaborar con la inquietud de un saber que es para los demás, y que debe tener como opción preferencial a los más pobres y necesitados de la sociedad y del mundo; lo que podríamos denominar, desde este trabajo, el bien interno de la Universidad de Extremadura. En este camino de vivencias universitarias, no sería justo si no hago especial mención a dos fuentes vivas y creativas, como son los movimientos de Juventud Estudiante Católica y Profesionales Cristianos. Desde ellos he podido llegar a sentir y a querer a la Universidad, a soñarla con la ilusión de que es posible un estudio y un saber al servicio de los otros.

En la preparación ultimadora, está el agradecimiento de todo este proceso de cuatro años en los que se ha ido gestando la elaboración escrita de nuestra investigación. Gracias a los que me han exigido con la clave de que el ser universitario también pasa por la cruz y la gloria de la realización del grado de doctor como criterio de encarnación, exigencia de muchos compañeros de camino, especialmente profesores. A los que me han animado creyendo que merecía la pena que pusiéramos por escrito el trabajo de todos estos años en la Universidad y me han hecho creer que podía hacerlo. A los que me lo han hecho más fácil, ayudándome a solventar las dificultades: el Departamento de Psicología y Antropología, los profesores D. Agustín Franco, Dª Maribel Fajardo y D. Jesús Sánchez, que me han dirigido en todo el proceso hasta ultimar el proyecto de tesis que presentamos. A todos los expertos a los que he podido leer, consultar y contrastar: Emilio Martínez, Galo BilbaoPortadaLibro2, Imanol Zubero, Fernando González, Augusto Hortal, Pedro Luis Arias, Ventura García, Carlos González, Pedro Gómez, Fernando Díaz, Jesús Conill… Colectivamente, quiero destacar a todo el grupo de profesores de la Universidad de Extremadura que pertenecen al Grupo de Innovación Didáctica “Ética del Profesorado Universitario de la UEx”, que es sustrato fundamental de la línea de investigación de la reflexión que presentamos. Y, cómo no, a todos los que en los últimos momentos han colaborado con tablas, figuras, traducciones, maquetación, correcciones ortográficas, portada, presentación… Todos esos ángeles que son los que confortan cuando llegan los momentos de los últimos detalles y te ves como perdido: los que ayudan a encontrarte y llegar a este trozo de labor ultimado para ofrecerlo y contarlo.

Agradezco de corazón que lo que podía haber sido un valle de lágrimas para llegar a la culminación del trabajo, ha sido –en la mayoría de los casos y gracias a todos vosotros– descanso y ánimo en un oasis que ha hecho, de la travesía, un lugar de gracia, consuelo y alegría. Esta ayuda la he tenido desde aquellos que me han dirigido en el trabajo, hasta aquellos –más de mil estudiantes extremeños– que estuvieron dispuestos generosamente a participar activamente respondiendo con interés a las encuestas.
¡Gracias!