El sueño de José (Pepe)

MI SUEÑO

 

Hoy festividad de san José, mi  onomástica, me levanto con el sabor de lo agraciado. El primer despertador es un mensaje tempranero de quien ya va en su furgoneta para ganarse el pan de cada día, abro los ojos en lo agradable del calor del sueño que todavía quiere permanecer agradando y sirviendo mi bienestar. Recuerdo a la madre, ya en el cielo, y me siento besado por ella; comienzan a llegar rápidos más mensajes y  me voy preparando para dar el salto al día y comenzar una jornada festiva y diaria. Festejar en lo ordinario es una asignatura que tenemos pendiente y que hay que lograr. ¿Pero cómo celebrar mi santo?, pienso en San José, más cotizado desde que el Papa Francisco nos lo propuso como modelo en su Eucaristía solemne de comienzo de servicio ministerial petrino, invitando a que lo nombremos  en la plegaria junto a María, como siempre estuvo, desde su sencillez.

Hoy pienso en él y me comparo. Comienzo por su silencio humilde y su quietud externa y aquí la verdad que no soy un alumno disciplinado, más bien no sé si me lo llevaré como asignatura pendiente para el otro mundo, aunque poco a poco voy pensando más lo que digo y  voy diciendo lo que pienso con algo más de cuidado. En lo que se refiere a ser custodio y protector tengo que reconocer que esa faceta me agrada  y que aspiro a ella, y cuando siento que lo soy me satisface enormemente con lo que me animo a seguirlo siendo. También es verdad que cuando recuerdo  u observo que no lo he sido o no lo soy me disgusta y pienso como recomponerlo. Lo seguiré trabajando. Pero en lo que más me identifico, y se lo agradezco porque seguro que él tendrá parte en ello, es en el sueño, la capacidad de soñar. Miro mi historia y nunca he dejado de soñar.

Recuerdo una frase, con la que comencé la introducción de la tesina que me dirigió Ruíz de la Peña en teología acerca de pensar y decir a Dios hoy, tomada de un diálogo de una película, en la que un niño en medio de la guerra  y los bombardeos le decía a su padre: “Papá, a veces pienso que los hombres son un sueño de Dios, y Dios un sueño de los hombres”. Si algo quiero agradecer hoy a Dios es precisamente la capacidad de soñar la vida y de vivir soñando, y de hacerlo desde la realidad concreta en la que estoy, tanto en mi propia vida y persona, como en todos los que me rodean.

Me enseñaron desde la propia familia a soñar de pequeño, desde la sencillez, la pobreza y la austeridad, a creer que se podía caminar cada mañana con ilusión y con ganas de hacer algo. Que los peores límites no son los que tenemos sino los que nos ponemos nosotros mismos, es más, que hay límites que pueden ser una oportunidad si los soñamos de un modo nuevo.

La parroquia, el seminario, el ministerio  y  sus lugares, Cheles, Olivenza, San Jorge, Salamanca, la docencia y la formación, la universidad, los movimientos, las comunidades parroquiales…todos lugares para entrar en ellos con la capacidad de abrir los ojos soñando y de soñar con los ojos abiertos: todo un mundo de relaciones, aspiraciones, objetivos, procesos, proyectos, acciones, campañas, contemplación, celebraciones…tanta vida¡¡¡¡ Un evangelio que se hace fuerza y verdad,  no porque lo diga él, sino que él lo dice porque es verdad en la vida.

Sí, un sueño poblado de imágenes y estampas de eternidad en lo cotidiano: niños, jóvenes, estudio, aulas, calles, naturaleza, grupos, libros, revistas, artículos, familia, enfermedad, éxito, fracaso, risas, llantos, trabajos, dolor, esperanza, canto…interminable  y luminoso.  Un tesoro en vasijas de barro.

Y ya con una fe firme:  los sueños de cumplen, son el lenguaje propio de Dios, él los garantiza, y dejar de soñar sería el pecado más grave, porque no dejaría actuar al Espíritu Santo, que nos trae la salvación encarnada en una humanidad, envuelta en pañales y acostada de un pesebre, pero capaz de soñar el Reino de Dios y comenzarlo día a día y paso a paso en las calles de la humanidad, para que tenga vida en abundancia.

Gracias Padre, por enseñarme a soñar como a  San José.

One Response to “El sueño de José (Pepe)”

  1. ¡Felicidades!