“VOLVER A LAS ENTRAÑAS DEL PADRE”

Cuaresma PARROQUIAL:
corazonesEntre cruces y corazones, compasión, misericordia y ternura han sido las palabras claves con las que hemos compartido una jornada de cuaresma viva y parroquial en Puebla de la Calzada. El objetivo muy sencillo: volver a las entrañas del Padre, para poder ser misericordiosos como él. El reto no ha sido otro que descubrir la parroquia y a cada uno de nosotros como oasis de misericordia para los que se acerquen y a los que lleguemos como Iglesia enviada a ser compasiva en medio del mundo. Ha sido un día de oración con tres elementos básicos de la fe cristiana: la Palabra, los sentimientos y los deseos.
En la Palabra nos ha presidido la parábola del Padre bueno y el hijo pródigo, esa revolución que nos saca de nuestras casillas y nos lleva a ver lo imposible: un militante del cúpula de ETA tocado por el evangelio y habitado ahora por el corazón de Dios y su misericordia. Un hijo vuelto a casa, una revolución de cómo Dios no da a nadie por perdido, confía en todos y se vale de cualquier resquicio para recobrar al hijo perdido, herido, roto, muerto… Es el Dios que mira con corazón entrañable todas las cruces de hoy.
crucesEn un segundo momento nos hemos abierto a las cruces del mundo, las propias, las de la familia, los paisanos, la parroquia, el pueblo, la sociedad, el mundo. Todos los rotos y las heridas. Les hemos puesto nombre, buscándolas por Cristo. Hemos elaborado cada uno nuestra cruz, con colores plurales, formas distintas, letras multiformes, pero todas escritas desde la vida, con sentimientos. Y hemos deseado ante ellas los sentimientos de Cristo, hemos pedido casi musitando cada uno: yo. Jesús, quiero ser como tú un persona humilde, sensible, caritativo, de perdón, de ternura, auténtico, compasivo, comprometido, sin miedos, arriesgado, justo, para todos, luchador, comprometido, activo, de ojos abiertos, esperanzado, animoso, alegre, comunicador, generoso… Cada uno ha planteado el sentimiento que más necesitaba y deseaba en este momento y hemos orado desde ellos.
corazon a manoY desde los sentimientos a los deseos. Dios y su Espíritu nos mueven desde el deseo y la promesa, nos prometen lo que nosotros normalmente decimos que nos pide: yo te daré un corazón con poder de perdonar, de unir en la familia, de atender a los débiles, de implicarte y seguir dándote… Cada uno ha elaborado su corazón desde lo que desearían hacer para que el mundo esté más reconciliado y en paz. La reconciliación de cada uno consigo mismo, para mirarnos como Dios nos mira. La reconciliación con los de cerca. Con los que sentimos lejos. Con los que rechazamos. Con los que nos duelen y nos hieren…Dios promete un corazón con entrañas a todos lo que vuelvan a él, un corazón también plural de coloridos, de formas, de letras, de lugares, de situaciones… Pero el deseo central estaba claro y lo decía una abuela mayor: “yo, se lo digo de verdad, quiero ser mejor, mejor…”
La Eucaristía nos ha encendido en la celebración del amor, de lo que Dios nos quiere, de cómo él nos ve y de lo que nos promete. Desde ahí hemos visto un deseo de parroquia que tenga un núcleo comunitario fuerte, en el que todos puedan ver que el Espíritu de la misericordia es el mismo y tiene que se transversal en todos los que estaban allí y lo que representaban: cofradías, cáritas, catequesis, catecumenado de adultos, colaboradoras de la parroquia, jóvenes, comunidad cristiana, asociación de viudas, Colegio, Ampa, etc. Un sólo corazón al comulgar con el mismo cuerpo y con la misma sangre, pan partido y vino esperanzado, para que nuestro corazón llegue como alimento y esperanza a todos los destrozados y desesperados de la historia. Un reto para la comunidad parroquial, que los citará de nuevo en la Pascua, para seguir caminando con un mismo espíritu y poder ser así testigos de la alegría del resucitado, del crucificado que consuela a todos los tristes de la historia porque ha resucitado y la cruz ha sido redimida.