Etica y dependencia

A la luz del evangelio y de Zigmunt Bauman

La tarde otoñal me propicia lecturas que son de corazón abierto y de profundidad para  entender el hoy que nos traemos entre manos. A la luz de Zigmunt Bauman, en su obra “la sociedad  individualizada” (Madrid 2001), en el capítulo quinto, titulado con la cuestión etiológica clásica del génesis“¿Soy acaso el guardián de mi hermano?”, defiende que “la ética y la dependencia se sostienen juntas y, por lo mismo, si caen lo hacen juntas también”.

Hoy, en la homilía dominical sobre el Domund, la misión de evangelizar saliendo de nosotros mismos, yo traía  a colación tres hechos de vida que considero que avalan la grandeza de la unidad y comunión entre la ética y la dependencia. Y me imaginaba  hilando las reflexiones de Bauman – en la tarde otoñal- con  esos hechos vivos de última hora que son para mí evangelios de vida:

MARIANGELES … YEN  LA HORA DE SU MUERTE. AMÉN

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto”

Tenía 32 años, felizmente casada con su hijo de dos años y medio. Su corazón se parte y no riega su cerebro, la ambulancia llega tras un tiempo  considerable  y  su vida ya queda sin reversibilidad, tocada de muerte. Su familia, abrazada al hilo que no puede no romperse, tiene en sus manos la decisión de dejar actuar a la naturaleza, sin medios extraordinarios, lo que facilitaría poder ofrecer sus órganos no dañados para dar vida a otros. Una decisión de dolor radical para amar radicalmente, cuando ya no hay esperanza alguna. Parecía que era entrar marcando una hora de muerte para  que nacieran vidas en el compartir amoroso de una humanidad que se siente unida y que quiere escapar del individualismo, negando que sea la bandera común del hoy mercantilizado. Allí los profesionales aguardaron, con un silencio sagrado, su último suspiro de amor  y  repartieron vida desde esa dolorosa muerte.

“Cuando Dios preguntó a Caín dónde estaba Abel ,Caín respondió, enojado, con otra pregunta: ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?». El filósofo ético más grande de nuestro siglo, Emmanuel Levinas, comentó que en esa enojada pregunta de Caín empezó toda la inmoralidad. Por supuesto que soy el guardián de mi hermano, y soy y seguiré siendo una persona moral en tanto que no pido una razón especial para serlo. Lo admita o no, soy el guardián de mi hermano porque el bienestar de mi hermano depende de lo que yo haga o deje de hacer. Y soy una persona moral porque reconozco esa dependencia y acepto la respon-
sabilidad que se desprende de ella. En el momento en que cuestiono esa dependencia y exijo, como hizo Caín, que se me den razones por las que debería preocuparme, renuncio a mi responsabilidad y ya no soy una persona moral. La dependencia de mi hermano es lo que me convierte en un ser ético. Dependencia y ética están juntas y caen juntas.” (Bauman)

EL CORAZÓN PARTÍO DE ANTONIO SÁENZ

“Cristo, siendo rico se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza”

En este Octubre misionero nos llega un escrito de  Antonio, sacerdote de Badajoz, misionero en Perú –Celendín, Cajamarca-. Allí ha compartido pobreza, vida y esperanza con los más débiles. Tras dieciséis años es la hora de su vuelta y siente el corazón partido: «Me encuentro así cuando estoy redactando estas líneas. A caballo entre América y Europa, entre Perú y España, entre Extremadura y Cajamarca, entre Celendín y Badajoz. La causa de la partición del corazón no es el lugar, sino las personas que lo habitan. Ocurre que hay decisiones que tienen efectos contrapuestos, lo que no impide tener que tomarlas tras un proceso de discernimiento en el que las dudas tienen frecuentemente más presencia que las certezas. Sin dar más espacio a los preámbulos y sin más demora les comunico que mi estancia en el Perú toca a su fin. Llegué el 13 de octubre de 2000 y me iré en diciembre –día 18– de 2016». Soy testigo de su opción por los más débiles, aquí y allá, esté donde esté su testimonio no es otro que anunciar el evangelio del Cristo Crucificado, aquél que ayuda a creer que la fuerza se realiza en la debilidad.

“Se mide la capacidad de un puente para soportar el peso por la fuerza de su pilar más débil. La calidad humana de una sociedad debería medirse por la calidad de vida de sus miembros más débiles. Y puesto que la esencia de toda moral es la responsabilidad que asumen las personas de la humanidad de los demás, es asimismo la medida del nivel ético de una sociedad. Es, a mi juicio, la única medida que se puede permitir el estado de bienestar, pero también la única que necesita. Dicha medida puede resultar insuficiente para hacer que el Estado de bienestar sea querido por todos aquellos de nosotros de quienes depende, pero es la única que habla resuelta e inequívocamente en su favor.(Bauman)

RESIDENCIA DE LOS MAYORES, LA GRANADILLA

“Sed compasivos”

Cuarenta años! Hoy hemos celebrado una eucaristía de Acción de Gracias por la residencia de mayores de la Granadilla. Han sido cuarenta años de vida y de gracia, de cuidado y ternura. El centro de esta historia, los mayores, y ellos son los que lo han celebrado ante Dios con verdadero agradecimiento y participación activa. Estos momentos de gracia y luz, nos dicen y nos confirman lo que siempre gritamos en la Granadilla, especialmente cuando celebramos la misa de los Domingos: ¡AQUI NOS HEMOS VENIDO A MORIR, SINO A VIVIR¡ Defender elestado del bienestar sólo puede ser desde razones de corazón que son las que alientan la verdadera justicia, su sentido más humano. Nos jugamos mucho en estas verdades que no tienen más razones que las de una conciencia pura:

El futuro del estado de bienestar, una de las mayores conquistas de la humanidad y de los más importantes logros de la sociedad civilizada, está en el frente de la cruzada ética. Esa cruzada se podría perder: todas las guerras entrañan el riesgo de la derrota. Sin ella, sin embargo, ningún esfuerzo tiene posibilidades de triunfar. Los argumentos racionales no serán de ayuda; no hay, seamos francos, ninguna «buena razón» para que debamos ser guardianes de nuestros hermanos, para que tengamos que preocupamos, para que tengamos que ser morales, y en una sociedad orientada hacia la utilidad los pobres y dolientes, inútiles y sin ninguna
función, no pueden contar con pruebas racionales de su derecho a la felicidad. Sí,  admitámoslo: no hay nada «razonable» en asumir la responsabilidad, en preocuparse y en ser moral. La moral sólo se tiene a sí misma para apoyarlo: es mejor preocuparse que lavarse las manos, es mejor ser solidario con la infelicidad del otro que indiferente, es muchísimo mejor ser moral, aun cuando ello no haga a las personas más ricas y a las empresas más rentables.” (Bauman)