Un día de “Gloria” entre los mayores

Gloria, humana y divina

La imagen puede contener: 7 personas, personas sonriendoDomingo, primero de Julio, hoy la residencia de los mayores de la Granadilla sabe a fiesta religiosa y humana. El arzobispo Celso quiere compartir jornada con los residentes, sabe que se respira un clima de respeto y de cariño hacia todo lo que tiene que ver con la vida y la fe de los usuarios de esta institución pública. En la visita pastoral a la zona, incluido el centro, prometió venir a celebrar y ahora va a cumplirlo con el deseo de estar más cerca de ellos y compartir sus vivencias en esta etapa tan importante de la vida.

En la celebración se va a tener en consideración a una de las mujeres que lleva casi dos décadas siendo residente, Gloria, muy apreciada por todos sus compañeros, así como por los profesionales y especialmente por mí, que actualmente soy el capellán – todos los anteriores me confirman en este aprecio-. La imagen puede contener: 1 persona, sonriendoPara el mundo, una mujer sencilla y anónima, del pueblo de San Jorge de Alor, que ha vivido en Madrid, que volvió a la tierra, y que cuando vio que era el momento de vivir en la residencia, sin dudarlo, vino a realizar lo que es lema de todas nuestras eucaristías: “Aquí no hemos venido a morir, sino a vivir”. Y por eso en la comunidad de mayores no es anónima, es muy conocida y reconocida, por el respeto, la educación, la discreción y la disponibilidad con la que vive sencillamente cada día. Ahora con más lentitud porque ha superado la barrera de los noventa y se mantiene firme y recta, pero va necesitando más cuidado y ayuda.

La imagen puede contener: una o varias personas, planta e interiorCuando se le pregunta por qué y cómo se mantiene tan bien, ella responde con claridad meridiana que su fe y el buen Dios la tienen bendecida. Vive en confianza y sin miedo, abierta a lo que la vida le va deparando y hace lo posible porque cada día tenga su afán. Ahí encuentra al Dios de la vida, y la savia que le da vigor. Eso lo hace unido al cuidado de la capilla, uno de los lugares más entrañables y propios de los residentes, donde tienen su “Cristo de los mayores”, ese crucifijo hallado en la chatarra y que, restaurado con mimo por el señor de la cafetería, hoy brilla y nos bendice en el altar. Seguro que hoy sonreirá cuando hagamos este sencillo homenaje a esta sencilla mujer.

El coro nos ha ayudado a expresar nuestro espíritu y nuestra alegría, queremos seguir resistiendo:

resistiré

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