Ecología integral y jóvenes universitarios -JEC-

-sentido-Acabo de llegar de las jornadas de formación de jóvenes estudiantes extremeños -JEC- en Losar de la Vera, en el marco natural de la garganta de cuartos. Han sido ocho días de encuentro y de profundización en un tema de urgencia y necesidad como es la ecología integral. Grito del que se ha hecho cargo el papa Francisco en una encíclica emblemática, Laudato si, donde llama al ecumenismo de todos los pueblos y todas la culturas y religiones para hacer un frente común de salvación de la realidad en todas sus dimensiones, la apuesta por una ecología integral.

El documento ha estado de fondo y de brújula para cuestiones de orden capital. Hemos ido haciendo el análisis de una realidad, que nos ayudaba a reconciliarnos con el término ecología, más allá de la moda y el postureo, a la profundidad de los que es la dimensión integral de la tarea, tanto en el encuentro con la naturaleza, los pueblos y ciudades, en la incidencia en las personas y en las consecuencias de la herida grave que está supurando por todos los poros de la vida.

La conciencia de que toda la realidad es una herencia común que hemos recibido gratuitamente para cultivarla y cuidarla para poder transmitirla a otras generaciones nos descubría su carácter bendito a la vez que frágil. La situación exige que no quedemos de brazos cruzados, es ahora o nunca, no se puede dejar para mañana, si antes decíamos que lo urgente no nos dejaba ocuparnos de lo necesario, hoy hemos descubierto que se ha hecho urgente lo necesario, que lo que está en juego es lo fundamental y lo básico, que la naturaleza está gimiendo y que el grito y la angustia es real en miles y millones de personas de esta humanidad a la que todos pertenecemos.

Al analizar la situación y la consecuencias en nuestro ser y actuar nos ha preocupado fundamentalmente la cuestión de la “rapidación”, estas prisas en la vida sin horizonte de sentido, sin claves de mirada universal, de momentos encadenados de una avidez inagotable de tener, de saber, de consumir, de acumular, que agota y estresa haciéndonos infecundos en lo fundamental de nuestro propio ser como es la relación profunda, la quietud de una interioridad auténtica, y le experiencia de amar y ser amados para llegar a ser lo que realmente deseamos ser en lo más profundo de nuestras vidas.

Y nos asustaba como esta cultura se hacía indolora y líquida en una flexibilidad de indiferencia que acaba con nuestro propio sentir, y en la propia estima deteriorada de nosotros mismos. En medio de esta visión de causas y consecuencias de dolor de la realidad, se ha abierto en primer lugar la necesidad del silencio, es un reto para el hombre de hoy saber callarse y escuchar en el silencio de uno mismo, abrirse al eco de lo que ocurre y acontece en nuestro propio interior, en la realidad natural, en nuestra sociedad y en nuestra utopía y esperanza.

Sólo en el silencio creativo nos abriremos a la verdadera atención, a aquella que nos hace conscientes de la vida y su valor, la que nos ayuda para pasar de turistas superficiales a peregrinos de la vida en el encuentro de los otros y de la naturaleza como definición de nosotros mismos.

Desde el silencio comenzamos a sentir unos deseos de vida que van más allá de la rutina y de responder a unos estereotipos mercantiles en los que el tiempo se compra o se vende, más que vivirlo. Los propios testimonios de jóvenes universitarios que están viviendo procesos de libertad en sus vidas nos iluminaron al contar como viven, con claves de ecología humana e integral, distintas dimensiones vitales como el estudio y su sentido, la participación política en el consejo de la juventud de Extremadura, el consumo y la realización personal, distinguiendo lo necesario del capricho, los procesos de silencio y oración como camino de liberación frente a esclavitudes…

El broche de oro de las jornadas fue un ejercicio de una propuesta del papa que nos habla de “amazonizar” nuestras vidas, tuvimos el testimonio de una botánica de la UEx, comprometida con la amazonia, que nos relató sus experiencias de vida en el encuentro con aquella realidad indígena y de ahí salieron claves que los jóvenes se proponen en sus vidas como camino para una ecología integral: Vivir con sencillez es un lujo y no tiene precio porque se puede vivir mucho con poco. La naturaleza es tu hermana aprende de ella y vive con ella, vive natural y saludablemente. Que la armonía contigo, con los otros y la naturaleza te envuelva de trascendencia y así puedas encontrar el sentido y lo divino.

Disfruta con lo necesario y no te hagas esclavo del capricho, hay un consumo felicitante y solidario, apúntate. Si escuchamos a la naturaleza aprenderemos una ingeniería más natural y posible para todos, especialmente los pobres. Escucha sin prisas y valorarás cada ser, descubrirás que toda vida merece un respeto, que todos somos de todos, porque la naturaleza y todos los seres tienen “supai” -espíritu y bondad-, ahí está el camino que abre al Dios de la armonía y en ella está la salvación y el gozo de todos. Una vez más he vivido agraciadamente en medio de los jóvenes en Losar y sigo creyendo en ellos, porque renuevan mi esperanza. Lo tienen claro y lo gritan: “Porque esto es la JEC”

José Moreno Losada. Consiliario de Profesionales cristianos.