Madre (abuela) de rompe y rasga: yo confieso

Madre de los que se quedan sin…
En nuestro diario regional han considerado que este artículo es tan explicitamente religioso que no tenía cabida en su secularidad. Pero a mí, que soy cabezón, me parece tan humano como religioso, y si me aprietan es religioso porque es tremendamente humano. La figura de la mujer madre “a la fuerza” y, a la vez, “entregada de corazón”, me parece de tal nivel de lucha y de opción que puede convertirse en enseña de lo que es la maternidad auténtica más allá de lo biológico y de tener un niño en un parto. Lo veo muy cercano a lo que siempre entendimos como “dar a luz”, ¿quién da luz a los que se quedan en la oscuridad y en el desamparo…? es un misterio. Por eso con la venia que me conceden en este blog personal me permito compartir con vosotros, algo que a mí me interpeló y me sigue dando vueltas en mi conciencia y en mis entrañas. Lo publico hoy cuando celebramos el día de la madre, cuando el diario dedica muchas páginas al tema de la maternidad, a las madres con más de cuarenta años, a las que luchan para tener un hijo solas, hasta las paralíticas…yo quiero hacer referencia a las que son madres de los que se quedan “sin madre”. Lo pongo en sus manos…

Yo confieso: Mujer de rompe y rasga.
No estaba en la agenda, pero fui a la celebración del perdón de los niños de una parroquia en un barrio de bastante pobreza y dificultad de la ciudad. Siempre me pregunto si los niños vivirán este acontecimiento como lo viví yo hace más de cincuenta años, todavía lo recuerdo y no para mal. Nos juntamos varios sacerdotes para hacerlo más liviano a la gente y tardar menos, la celebración preparada y cuidada por el sacerdote y los catequistas, volvimos a la siempre parábola del hijo pródigo, del padre que lo perdona todo, a mí me sigue emocionando. Los niños se fueron acercando con transparencia, mirada fija, sonrisa, humildad, unos parlanchines y otros muy escuetos en sus expresiones, siempre un misterio de encuentro y de luz, en sus ojos y sus sentimientos. Hasta ahí normal como siempre, pero al terminar los niños sus confesiones individuales, me llamó la atención bastantes padres y madres que se acercaron también a arrepentirse de su fallos y faltas. Tras escuchar a varias personas salí evangelizado, sintiendo y pensando que la renovación de la Iglesia vendrá por los pobres y los sencillos, igual que fueron sus comienzos. Algunos venían confesando que no eran padres de los niños que acompañaban pero los querían como propios.

La abuela madre
Me llamó la atención una mujer, de presencia sencilla pero cuidada, es la abuela de unos niños, estaba dolida y arrepentida. Su hija muy adolescente había tenido estos hijos, no había llegado a cuajar la relación con el padre de los niños. Ahora cada uno había establecido una nueva relación con nuevos hijos, y ahí estaba ella haciendo de madre, padre y abuela, al mismo tiempo, de estas criaturas por las que sería capaz de dar la vida. Trabaja todos los días y lucha por ellos. Pero se ve sola para su educación, para atender la relación con el colegio, para ir al psicólogo con ellos para que les ayude en sus problemas emocionales que no son pocos…etc. Lloraba por su soledad y por si no sabía hacerlo. A mí, con su sencillez, humildad, lucha, decisión coraje, me dio un repaso vital y una interpelación que todavía está en mi conciencia. Fui sincero con ella, le dije que consideraba que necesitaba más yo su perdón que ella ser perdonada, que admiraba su tarea de seguir adelante, con dolor pero sin condenar a nadie, asumiendo la carga que le sobrepasa pero a la que no está dispuesta a renunciar de ninguna modo, antes tendrían que pasar por su muerte, que hacerle daño a los pequeños…Saltaban sus lagrimas de verdad y de dolor, hablamos de la virgen de la Soledad y su hijo en brazos, yo me guardaba sus palabras para rezarlas y contemplarlas a la luz del evangelio.

Confesor confeso
Confieso que fui a esa celebración como tarea, para ayudar al compañero, y vine bien confesado yo y bien interpelado por la vida de los que se acercaron a pedir el perdón de Dios. Cada adulto me trajo un tesoro de sencillez, de humildad, de amor, de sinceridad que para mí quisiera yo. La Iglesia se recuperará por los pobres y sencillos, por la sabiduría de los que aman a fondo perdido, en medio del dolor, del esfuerzo, del fracaso. Volvía en el coche a mi parroquia diciendo con verdadera contrición: yo confieso ante Dios y antes vosotros hermanos, sobre todo antes estas madres y padres, y ante esa abuela heroica, que he pecado mucho…Madres del mundo

José Moreno Losada

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