La procesión del crucificado-resucitado va por estos tiempos…

La asociación sacerdotal del Prado ha vuelto a congregar a sacerdotes de distintas diócesis españolas en la casa de ejercicios de Santa Teresa en Avila, del 24 al 29 de Agosto. Ha dirigido el trabajo de oración y estudio del evangelio José Joaquín Castellón Martín, sacerdote diocesano de Sevilla, con gran implicación en la misión de esta asociación con la Iglesia en China. El tema tratado ha sido de profundización en la Palabra de Dios contemplando al crucificado en Galilea, ya resucitado. La cruz y la gloria en la vida del presbítero, en su persona y su misión.

“El crucificado va delante de vosotros a Galilea, allí lo veréis”

crucificado

Así ha sido, lo hemos visto en Galilea. Un grupo de sacerdotes diocsanos, más de una veintena, llegados de distintas diócesis españolas, hemos participado en los ejercicios espirituales organizados por la asociación sacerdotal del Prado en Ávila del 24 al 29 de Agosto.  La pandemia no ha obstaculizado este evento anual de encuentro con la palabra de Dios, aunque la asistencia ha disminuido notablemente. Nos ha acompañado el sacerdote diocesano José Joaquín Castellón Martín. Ha compartido con el grupo su trabajo de estudio de evangelio realizado a lo largo de este año en su vida personal. En dicho estudio se ha adentrado en el descubrimiento del crucificado en Galilea, tras la resurrección.

Jose Joaquin

Una profundización sobre el seguimiento a Jesús de Nazaret y la asunción de su cruz por el Reino, especialmente en la vida del presbítero y su misión en medio de la comunidad eclesial y de la humanidad sufriente. La palabra se ha hecho luz e interpelación directa de corazón a corazón, de Dios a cada uno de nosotros, en la intimidad que es propia entre el discípulo y el maestro de la verdad y de la vida. Intimidad que no siempre se pone tan alcance de nuestro quehacer y que tan necesario se muestra para ser fieles y renovarnos en lo más auténtico de nuestra vocación ministerial.

La oración se hace lugar expresivo de lo descubierto y me atrevo, con cierto pudor, a mostraros lo que me ha tocado y llamado a conversión en estos días de encuentro entre discípulos con el Señor, descubriéndonos con él siervos y discípulos enviado. Oración que compartí en la celebración eucarística final y donde recojo el alimento de vida que nos sirvió José Joaquín con una gran fidelidad a la Palabra descubierta y trabajada por él durante todo este año.

Oración sacerdotal con el crucificado, ya resucitado, en Galilea:

Oración y estudio evangelio

“Señor, te doy gracias con estos hermanos, con los que he hecho procesión a Galilea para encontrarnos contigo crucificado en la alegría de tu resurrección. Gracias por la aportación de este hermano del Prado, José Joaquín, que nos ha servido con desnudez tu palabra de vida

Mi inmadurez y tu cruz

Me he visto más inmaduro de lo que creía, descubriendo que no se madura con el tiempo, sin más, sino con el conocimiento profundo de tu persona, amigo de Nazaret. Al descubrir lo que es la cruz de mi inmadurez, me he sentido mucho menos crucificado de lo que me creía, sí, ojalá estuviera yo más abrazado a la tu cruz, Cristo amado. Tengo que confesar que me has ayudado a purificar mis pobres deseos y ahora te deseo resucitado, pero con las señales de crucificado, donde tú estás cada día abrazándome en mis hermanos más pobres y dolidos del camino.

Elegido y enviado

Me he sentido más elegido en mi debilidad, ganado en mayor gratuidad, con menos deseo de gloria mía y más afán de la gloria divina, que se me da en tu cruz. Sí hoy, me veo más agraciado y quiero ser más agradecido, saber que por la encarnación me viene la gracia de Dios en los otros, y que solo así se puede llegar al verdadero compromiso de la pobreza y la compasión divina y solidaria. A ver, sin en este nuevo sentir, ya alcanzo al pesebre de tu pobreza para alimentarme bien de la vida de mi gente.

Tu sabiduría de crucificado

De nuevo me sorprendes con tu clave de que no son los “sabios y entendidos…”, que tu sabiduría es la de la cruz, esa asignatura para mí tan pendiente, pero que en estos días, con estos hermanos al lado, he clarificado mucho más los temas centrales de lo que soy por ti, y me descubro en proceso, siento que ahora puede ser tiempo de gracia y de salvación para mí, para esta Iglesia débil, para este mundo herido.

En el silencio me has ayudado a discernir y distinguir persecución y combate: ojalá me alegre más y me queje menos de la persecución y sepa combatir bien el combate, con conciencia y determinación, ese combate del verdadero seguimiento, el de la entrega en libertad.

Fraternidad ministerial

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Lo confieso abiertamente, necesito el equipo apostólico, mi debilidad me marca la norma que tú me das como maestro, al menos de dos en dos, compartiendo vida y misión, tendré que buscar como pordiosero en el lugar del encuentro con otros apóstoles ordenados tal como necesito. Me uniré a los que ya lo hacen, ayúdame a entrar en ese modo de servidumbre y discipulado. Y seguiré con todos los que tú ya me has unido en la vida, compañeros de ministerio y de todos los de bautismo, en un laicado tan adulto y tan hermano de lo que amo y sueño.

Resucitado en el crucificado

Cómo ha gustado profundizar en el entendimiento y contemplación del espíritu del resucitado que actúa en los que me rodean, en una lista interminable de nombres y corazones, y ahí me llamas a ser testigo de tu resurrección y a proclamarla desde todos estos hermanos tan anónimos, como fieles y sufrientes. Ojalá sepa verte resucitado en los que más se dan en el dolor y la pobreza, en los crucificados de hoy. Hazme más disciplinado en el estudio del evangelio, en el cuaderno de vida y en la lectura creyente –siempre comenzando-, para que sepa estar como las vírgenes despiertas y expectantes.

A donde tú quieras

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Y sí, lo confieso, ya va siendo de que me haga de un buen reglamento de vida, ese proyecto de vida y de acción compartido. Cuando he sido joven, y no tan joven, he ido donde he querido…a ver si ahora ya voy avanzando en obediencia evangélica y dejo que la realidad, reedificada y resignificada, me lleve donde el Padre quiera que vaya para escuchar más limpiamente su palabra y quiera dejarme llevar por su voluntad para dejar que hagas en mí las obras que tú quieras que serán mayores que las mías. Amén.

La visita del Obispo del lugar

 El obispo de Ávila, compartió con el grupo de sacerdotes la eucaristía en una de las tardes. El marco temático y eucarística fue lugar para compartir, desde la palabra ebangélica, su vivencia personal e íntima de la enfermedad del covid19, en fuerte gravedad, en la que ha sentido la debilidad, la cruz del desvalimiento y la necesidad de los otros,  y ha compartido el caminar del pueblo y de toda la humanidad en la mayor vulnerabilidad. Se agradece esa confesión vital de fraternidad ministerial y cristiana.

Obispo de Ávila