vivencias cotidianas en el hospital

Esta es mi primera entrada, el 18.07.09 (fecha tristemente significativa en este país nuestro). Estoy de guardia, comencé el 14 con guardias de 24 horas un día sin otro, que se prolongarán hasta el 25.07.09. Esa es la realidad de muchos médicos en hospitales comarcales (distritales les llaman en el tercer mundo), donde no tenemos médicos en formación y las plantillas son cortas. Sin embargo, no me quejo: he conocido épocas de desempleo médico sumamente duras y dolorosas, en cierto modo me considero un privilegiado por tener un trabajo que me gusta y me considero relativamente bien pagado (mucho mejor que la mayor parte de compatriotas que no lo tienen o cobran mucho menos por empleos más cansados -obreros de la construcción, agricultores, basureros …-, pero pero que un montón de gente con trabajos de menor responsabilidad). De cualquier modo, jamás pensé ni quise hacerme rico con la medicina. Por ahora suelo disfrutar de ella, sólo ha dos problemas: aguantar a los gestores de mi hospital en su estulticia e incompetencia -común a la mayoría de gestores sanitarios que he conocido- y a veces la impaciencia y exigencia de los familiares de los pacientes (los pacientes en general jamás se quejan, bastante tienen con su enfermedad), ignorantes del esfuerzo que hacemos y de lo privilegiados que somos en el primer mundo, con todos los medios de que disponemos.Además, también por lo general, quienes se quejan son los que menos deberían hacerlo, con patologías menos graves. Les contaré mis dos últimos casos para que entiendan lo que digo, y concluiré (como otra entrada en el blog paa que puedan opinar) con un comentario sobre el desdichado error en la UCI de neonatos del Gregorio Marañón, que tan enorme polvareda ha levantado.Los dos casos son relativamente similares: como internista me ocupa de la patología de los adultos, a partir de los 14 años, pero hay “adultos” especiales: por ejemplo, un chico de 15 años que pesa 15 kilos, con una malformación gravísima del sistema nervioso central, congénita, que condiciona una vida semivegetativa. Lo he tenido ingresado casi 10 días por un cuadro febril cuya causa no encontré y que, afortunadamente, desapareció por sí sola (normalmente una infección viral, los médicos siempre les echamos la culpa a los virus cuando carecemos de otros culpables). Quisiera que hubiesen visto la ternura con que los padres lo cuidaban y su falta de resentimiento hacia la vida en general, a pesar de todo lo que han sufrido, con ingresos repetidos, pruebas, y cómo se comunicaban con él mediante el tacto, y cómo el niño-adolescente les percibía y sonreía.El otro caso fue un muchacho de 15 años también que pesaba 25kgs, con una rarísima enfermedad del sistema inmunitario que debutó en los primeros días de vida. En este caso, su mente es totalmente normal, estudia su curso correspondiente de la ESO. El problema es que desde el nacimiento presenta inflamaciones de articulaciones y prácticamente cualquier órgano de su cuerpo, por lo que debe estar permanentenemente con tratamiento supresor (cortisona o citostáticos), lo cual le predispone a infecciones. El muchacho estaba de bastante malhumor cuando le vi, a pesar de lo cual logré llegar a un entendimiento para que se dejase realizar análisis de sangre, etc. La madre era una mujer educada, que posiblemente ha pasado más tiempo en un hospital cuidando a su hijo que en casa. Tampoco destilaba odio alguno ni resentimiento hacia la vida o los médicos, más bien estaba agradecida.¿Me entienden ahora?. Sin embargo, a veces una persona con un catarro espera una hora en urgencias y monta la bronca. No lo considero justo, la verdad.Que tengan un buen día, y recen por los enfermos, sus familias y por aquellos que los cuidamos, ojalá el amor de Dios llegue a ellos a nuestro través.

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