Londres

Durante siete días he permanecido en esa ciudad, cuatro de ellos haciendo un interesante curso de avances en medicina organizado por el real colegio de médicos, el resto “turisteando”. Es una ciudad a la que siempre me gusta retornar: la visité mucho en mis tiempos de estudiante de medicina, luego tardé casi 30 años en volver. Yo había cambiado mucho, la ciudad, el país y el mundo también. Pero siempre descubro cosas nuevas y aprendo algo.

Por ejemplo, la multirracialidad, mucho mayor que por estos pagos. Caminar por Londres es encontrarse con un crisol de razas que se mezclan, normalmente sin problemas. Más del 50% de los más de cien médicos asistentes al curso pertenecían a la 2ª o 3ª generación de inmigrantes indios, paquistaníes, jamaicanos, kenianos … Es una riqueza difícil de igualar.

 Uno de los días coincidí en la comida con un médico musulmán llamado Jalil, de las islas Mauricio, que actualmente trabaja en Londres. Compartimos mesa con una alemana, Inga, quien a su vez trabaja en Texas. Mantuvimos una amena charla en la que acabamos hablando sobre las expectativas que cada uno tenía y nuestra visión de Dios. Me sentí cerca de aquel hombre con aspecto de santón hindú y comprendí que éramos dos creyentes adorando al mismo Dios, él lo llamaba Allah y yo Dios, pero en el fondo, como seres humanos, estábamos muy próximos y perseguíamos lo mismo: aliviar el sufrimiento de los demás y crecer como personas en ese proceso.

También aprecié las dificultades de la gente sencilla en esta coyuntura económica: los mendigos a la puerta de los supermercados (intenté dar al menos unos peniques a todos los que me pidieron, intentando ayudarles y así honrar la memoria de mi padre, a quien nunca vi negar la limosna a un pobre); obreros en paro vendiendo revistas bajo la lluvia y el frío intenso, con sus chalecos amarillos y cascos de la construcción;  las colas en las oficinas de empleo. No muy diferente a nuestra realidad española, tan dura para tantos.

 Algo significativo fue visitar el laboratorio del Dr. Alexander Fleming, en el St. Mary´s hospital de Praed Street, conservado tal cual se hallaba en el momento en que Fleming descubre en una placa de Petri el crecimiento de un hongo que ha inhibido el cultivo bacteriano: llamó a la sustancia producida por este hongo y con actividad antibacteriana “penicilina”. Gracias a ella se han salvado millones de vidas y muchos de nosotros estamos hoy aquí: sin ella hubiésemos sucumbido a meningitis, fiebre reumática, neumonías, infecciones cutáneas y otras muchas enfermedades bacterianas, mortales hasta el descubrimiento de Fleming. Otro día se lo comentaré más en detalle, es uno de mis temas favoritos en la historia de la medicina.

Callejear por Londres no sólo es apasionante desde un punto de vista humano, también histórico: es la última ciudad imperial, el imperio británico estuvo vigente hasta bien entrado el siglo XX, momento en que los norteamericanos se hacen con la batuta del mundo. Sus edificios son ciertamente imperiales e impresiona visitar los lugares donde se confeccionaron los mapas del planeta tal como hoy lo conocemos y se decidía el futuro de millones de seres humanos, por ejemplo fijando el precio del café o el azúcar.

Del mismo modo da que pensar fijarse en las estatuas ecuestres que se van encontrando por las calles principales, conmemorando generales, mariscales y sus grandes victorias. No puedo evitar pensar en los miles de desdichados que esos militares llevaron a la batalla y a la muerte y preguntarme qué pretendían exactamente además de extender los dominios del imperio y tal vez enriquecerse

 Los imperios se edifican a fuerza de sangre y de dolor, generalmente de los soldados, no de los mandos. Así ha sido con los soldados de todos los tiempos, personas anónimas que tan bien describe Bertolt Brecht, el dramaturgo comunista, en su obra. Recuerdo una de sus poesías, en que va desgranando los prohombres de la humanidad, lo que hicieron y preguntándose quién hubo detrás. Cito de memoria:

“César conquistó las Galias. ¿No llevaba ni siquiera un cocinero?

Dicen que Felipe II lloró la suerte de su Armada. ¿No lloró nadie más?”

 Finalmente, una reflexión al hilo de las estatuas de la capilla noreste de la Abadía de Westminster. En ella se encuentran los llamados “mártires del siglo XX”, entre ellos Martín Luther King, monseñor Romero y Dietrich Bonhoeffer, el pastor luterano y teólogo que fue ahorcado por los nazis en el campo de Flossenbürg en 1945. Ver las estatuas de estos hombres, y aún más su reconocimiento por los cristianos protestantes (también de monseñor Romero, católico), me conmovió hasta las lágrimas. Me dolió mucho que los católicos no hayamos hecho lo mismo.

En fin, les he transmitido algunas impresiones de estos días en Londres, una vez me hallo de nuevo en mi realidad cotidiana, laboral y personal. Las he querido compartir con ustedes, como llevo haciendo algunos meses con muchas de las cosas que vivo. Cuídense mucho y recen los por los enfermos y por quienes les cuidamos.

5 Responses to “Londres”

  1. Me ha encantado el relato viajero londinense. Me he sentido muy identificada con algunas imágenes y sensaciones que narras. He estado cuatro veces en esa ciudad maravillosa. No me voy a vivir allí por el tiempo, si no me lanzaría como loca.

  2. Muy interesante la apreciación sobre tu conversación con gentes de otras religiones, mostrando el respeto hacia el otro, hacia el Díos del otro, que puede ser o no el mismo Dios, pero que es tan importante como el propio, y tan respetable. Por desgracia, no todos los católicos tienen esa capacidad de respeto, tolerancia y admiración por los que no piensan o creen como ellos. Me he encontrado con muchos que piensan que su Dios es el único, que su verdad es la única, que sus creencias son las únicas válidas y verdaderas.

  3. Se me olvidó poner que lo único que no comparto contigo en esta ocasión es el sentido de la limosna. Nunca me gustó dar lo que sobra, ni el significado de la palabra misericordia. Prefiero apoyar a organizaciones que pueden realmente cambiar esa realidad social con la idea de justicia, de derechos de las personas, no de pena o paternalismo. La limosna, en mi modesta opinión, no cambia la realidad social, solo perpetúa la miserable vida en la calle, pidiendo, recogiendo lo que a otros les sobra.

  4. Hola Angel, hace tiempo que no te visito, lo siento ; parece que mis pasos me han llevado por otros caminos, hoy vengo de la mano de Míguel, para ti Miguel Angel Serrano, te nombra en su blog y con tu permiso pondré tu blog junto con el de mis amigos en el mío- L´HORT DEL POU-.

    ¿Como va tu andadura por tierras toledanas?.

    En el enlace que hay en mi blog y en el de Míguel, encontrarás uno -Nubes-y-Claros, de unos amigos queridos, a los que quizá te gustaría conocer, ellos ya te conocen y te tienen colocado como favorito, espero que tu corazón bondadoso se ensanche y dejes que entren en tu vida, merece la pena conocer su experiencia vital.

    Dando siempre gracias por las bendiciones recibidas.

  5. Ángel : hace tanto que no he vuelto a Londres que me ha venido bien el paseo. No voy a repetir cosas que otros ya han dicho (José Miguel) y que comparto . Me ha gustado descubrir el Blog “Nubes y Claros”en el que entraré como en el tuyo a partir de ya. Gracias.

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