Cotidianidades

Este hospital es rico en experiencias cotidianas, es raro que pase un día sin que surjan elementos que obliguen a pensar y reflexionar.

 En los últimos días, a raíz de las experiencias vividas con diversos pacientes, comentaba con compañeros de enfermería que las personas de clases sociales más altas, con preparación intelectual normalmente superior, parecen afrontar peor –al menos inicialmente- el gran revés y adversidad que supone una lesión medular. Da la impresión de que se cuela de sopetón en sus vidas un elemento incontrolable que deja sin respuestas y sin aparente capacidad de maniobra.

 Nos preguntábamos si era un problema de esa palabra tan empleada en otra época y con tan mala prensa hoy, resignación. Creo que es mejor emplear aceptación: resignarse conlleva tal vez una falta de acción, una pasividad que no es buena en absoluto en algunas circunstancias de la vida, ciertamente no en la lesión medular, en que el proceso de afrontamiento, adaptación y rehabilitación son enormemente activos.

 De cualquier modo, aunque es solamente una observación, la gente sencilla, mayoritaria aquí, impresiona de llevar mejor esta adversidad y habitarla del mejor modo posible.

 Otra dato que recojo, en contacto cotidiano con enfermos generalmente muy graves, es que aquí se hace muchas veces realidad una frase evangélica: “se recoge lo que se siembra”. Me explicaré: son pacientes con largas estancias en el hospital, lo cual supone un enorme desgaste para ellos mismos y sobre todo para sus familias, que de cualquier modo y por regla general soportan la situación estoicamente y suelen permanecer al lado del enfermo casi todo el tiempo permitido para visitas. En las conversaciones con los familiares de los pacientes intento hacerme una idea de cómo eran antes del accidente o la enfermedad que los ha traído aquí, parapléjicos o tetrapléjicos, consciente de que el carácter y la forma de ser previa determinarán en alguna medida la evolución de la situación actual y su afrontamiento de la misma.

 Por eso llama la atención algún paciente que apenas recibe visitas. En uno de estos casos, un día coincidí con un familiar y hablando con él comprendí mejor al paciente y su situación: una persona de carácter difícil, habiendo cortado amarras con familiares y amigos. Fue ese familiar quien me dijo: “recoge lo que siembra”.

 Temo que es una gran verdad: aunque no siempre, en la vida recogemos lo que hemos sembrado. Esto llevaría –entre otros- al (duro) tema del perdón, tanto del perdón cristiano como del perdón en psicología, pero lo dejo para otra entrada. Además nos conduce a otro problema capital en nuestra fe y en la vivencia y el ejercicio de la medicina: el sufrimiento del justo y las preguntas que ello nos provoca, preguntas que nos hacen frecuentemente pacientes y familiares y que nos hacemos a nosotros mismos cuando nos llega el dolor. 

Solamente decir hoy que conviene evitar esas preguntas metafísicas que tanto daño pueden hacernos: ¿por qué? ¿para qué? E intentar –nada fácil- extraer de la enfermedad y de los problemas y las situaciones adversas y duras de la vida las enseñanzas posibles: el agradecimiento por lo que hemos tenido y tal vez obtenido, por los años en que tuvimos salud o vivimos con alguien, por las personas con quienes hemos compartido una parte del camino. Fijarnos en lo que tenemos y nos queda de todo ello, en vez de concentrarnos en penar y reprochar (a los demás, a Dios o a nosotros mismos) por aquello que nos falta o que hemos perdido.

 Compartiré finalmente con ustedes la alegría por trabajar en el único hospital “nacional” que posiblemente quede: éste es un centro de referencia para todo el país, he conocido pacientes de todos los lugares salvo catalanes (tienen su propio centro) y –por ahora- aragoneses. Aquí nadie hace problema alguno por proceder de un lugar u otro, por hablar una lengua u otra. Eso es bonito y lo he dicho muchas veces: todos los hombres somos hermanos en la salud y en la enfermedad, venimos de una misma fuente y volvemos a una misma fuente, eso que los creyentes llamamos Dios y otros conciencia cósmica o Madre Tierra. Es un error poner el acento en lo que pueda separarnos, llámese ideología, lugar de nacimiento, lengua, creencias políticas, posición social, origen cultural o social. Lo que nos une como seres humanos es una verdad mayor que ideologías, creencias religiosas o políticas, nacionalidades. Tendremos que redescubrirlo como pueblo, como sociedad y como país si queremos salir del atolladero social y económico en que estamos inmersos.

 Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

9 Responses to “Cotidianidades”

  1. Con gran alegría he leído tu entrada. Nos tenías abandonados. Tus comentarios nos ayudan a enfrentarnos a la vida y a contemplar las limitaciones de nuestros seres queridos que han sido golpeados por la enfermedad y ,de paso, nos ha golpeado a los que los amamos.
    Los que aparentemente estamos sanos debemos dar gracias a Dios a cada momento y pedirle que nos dé fuerzas para ser soporte de aquellos que nos rodean, nos aman y los amamos
    Gracias

  2. “Lo que nos une como seres humanos es una verdad mayor que ideologías,…”, dices.
    Tanto el bien como el mal están en realción directa con lo que nos une o con lo que nos separa.
    Aquí se esconde una gran fuerza liberadora, el perdón que nombras se reconocería como la herramienta definitiva, el Espíritu tendría pista para despegar…nos atañe insistir en lo que nos une, como humanidad y también como Iglesia.

  3. Es verdad Ángel (por mi experiencia) que a priori las personas con mayor nivel cultural asumen peor la lesion y sus consecuencias porque pienso que intelectualizan demasiado lo sucedido pero no debemos olvidar que el afronmiento malo o bueno está principalmente condicionado por la personalidad previa del que sufre la pérdida y por el tipo de entorno que le rodea.
    Respecto a la rumiación constante sobre por qué a mí y no a otro, debemos de trabajar con el paciente que la lesión no es la consecuencia de un castiogo”divino”? MªÁngeles

  4. Sigo porue no había espacio suficiente y se ve que este es mi tema, claroestá. Pues bien,yollevo tiempo trabajando para que el paciente y su familia no se resignen sino que se adapten (lo que tú has llamado aceptación aunque ésta puede tener otras interpretaciones).Desde la psicología hablamos del Locus de control Interno (elbueno, el que permite resolver,avanzar y adaptarse) y externo que sería el menos productivo y que estaría ligado a la resignación.MªÁngeles

  5. Y sigo. El Sábado me compré el último Libro de Luis rojas Marcos sobre la adversidad y la Resiliencia o capacidad de adaptación y crecimiento postraumático que recomiendo y se titula “Superar la adversidad : el poder de la resiliencia” de Edit. Espasa.MªÁngeles

  6. Volvemos a leerte con gusto… Mi madre no puede moverse y lo necesita todo.. pero está siendo la fuente de la vida para todos los que la rodeamos… hay un modo de vivir sanamente la enfemedad y sus límites. YO me extasio ante ella. Gracias Angel y abrazos pascuales.

  7. l o de serafina no es… soy yo.. .Pepe losada….

  8. También yo te leo con gusto, hoy con delectación, incluso. Lo que querías decir lo has dicho bien, con pausa, con esmero, sencillamente y así lo hemos apreciado. En cuanto a la salud, leyéndote pensaba en esa extraña y difícilmente subsanable paradoja de que al igual que la libertad, la salud sólo se aprecia cuando se pierde. Ahora que todo mi reloj y mi carrocería marchan bien tendría que estar feliz porque no me duele el estómago ni las muelas, sin ir a enfermedades mayores, pero tal cosa es impensable. Eso sí, leyéndote he sentido un instante el gusto de estar bien y me he sentido muy bien.

  9. Bueno, queda claro que estoy bien, muy bien. En fin, disculpen el borrón, y vayamos a la cuenta o el post nuevo.

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