“La salud es un estado sostenible”

En septiembre de 1990, Maurice King, profesor de salud pública en la Facultad de Medicina de la Universidad de Leds (Inglaterra), publicó en The Lancet, una de las revistas biomédicas más prestigiosas y reconocidas del planeta, un polémico artículo con ese nombre (“Health is a sustainable state” en inglés). Así introdujo en el mundo sanitario los términos “sostenible” y “sostenibilidad”, que un compañero de blog comentaba recientemente por su sobreuso en el lenguaje político. Intuyo que casi nadie sabe de dónde vienen y exactamente con qué intención se acuñaron. Yo intentaré explicárselo.

Maurice King (en adelante MK) es actualmente investigador honorario en la Universidad de Leeds. Este médico nació de padres ingleses en Ceilán en 1927 y trabajó durante 20 años en Africa (en la entonces Rhodesia, actualmente Zimbabwe, Uganda, Zambia y Kenia). MK trabajó sobre todo en el laboratorio hasta que se dedicó a la salud pública (es decir, los problemas de salud de las poblaciones más que de los individuos concretos) en 1963. Ha publicado un buen número de artículos y libros científicos que han sido de gran ayuda para el ejercicio de la medicina en los trópicos. 

En 1989, cuando volvió a Inglaterra desde África, se dedicó a estudiar el problema de las comunidades africanas que él había conocido, inmersas en la llamada “trampa demográfica”: una comunidad se halla demográficamente atrapada si hay demasiada gente para que la tierra los sostenga (han excedido la capacidad de su ecosistema), no tienen ningún lugar donde ir (no hay posibilidad de emigrar) y no tienen bienes ni servicios que intercambiar por comida y otras necesidades esenciales. El resultado de esta situación es la más intensa pobreza, retraso del crecimiento infantil por malnutrición crónica, hambre y normalmente violencia. Es una pintura de lo más siniestro.

Tras reflexionar sobre este hecho, publicó en Lancet el articulo citado, que aconsejo vivamente leer en su totalidad porque es complejo. Este artículo provocó un intenso y acalorado debate en el mundo anglosajón, ya que descalificaba casi todas las acciones de las ONGs (UNICEF entre otras), ya que no eran “sostenibles en el tiempo y el espacio”: de cualquier modo empeoraban la trampa demográfica y condenaban a las poblaciones a las que en teoría querían ayudar a daños mayores y más prolongados, en último término a las hambrunas y la violencia. Así se preguntaba si realmente eran apropiadas las vacunaciones masivas de niños y otras medidas que no hacían sino aumentar poblaciones que luego no podían sostenerse en el ecosistema en que vivían, tampoco podían emigrar, no había comida que comprar y en último término sufrían el horror del hambre y la guerra.

MK tocó de lleno un tabú (el llamado “tabú Hardiniano”) de dos disciplinas como la demografía y la economía del desarrollo con su mensaje claro “reducir la fertilidad o morir de hambre”.  Este tabú se denomina a partir de Garret Hardin, un ecologista norteamericano que estudió la forma en que los humanos (salvo por ahora los chinos) somos incapaces de ajustar nuestra población a la capacidad de los ecosistemas y de hecho tabuizamos cualquier intento de control poblacional urgente y radical para salir de la trampa demográfica en que se hallan las comunidades pobres del sur. 

Pero MK no sólo señaló un problema gravísimo: también acuñó el término “desentrampar” (disentrapment en inglés) y entendió que proponía un cambio de paradigma que cuestionaba lo que hasta ahora entendíamos por desarrollo y lo que denominó el “supervivencialismo infantil” que preconizaba la UNICEF, con lo cual colisionaba con al menos 25 razones que mantenían el tabú de limitar el crecimiento poblacional, argumentos que llamó los “Demonios” (siguiendo una cita de San Marcos).

En este contexto nació el tan manido término sostenibilidad. No sé si muchos de ustedes conocían su origen. No es baladí y MK nos transmitió un mensaje en que consideró el factor tiempo como algo crítico: las comunidades deben ceñirse a lo que se conoce como “fertilidad de reemplazo” (sólo dos hijos para reemplazar a los padres) siempre que no haya un desarrollo económico que les saque de la amenaza de la trampa demográfica. Puede parecer injusto, pero los chinos lo entendieron hace mucho tiempo y aplicaron políticas de natalidad tremendamente radicales. 

Puede estarse de acuerdo con MK o no, pero nadie debería negarse al debate y tabuizar de antemano las cuestiones poblacionales, máxime viniendo de un hombre que dedicó veinte años de su vida a trabajar en África: deponer un paradigma y cuestionarlo requiere, en las propias palabras de MK, “un gran esfuerzo mental, una gran compasión por los atrapados y un gran amor por el mundo, en particular por África”.

 Además, MK en su artículo de 1990 cuestiona también nuestro paradigma de desarrollo: tal vez debiésemos utilizar más jerséis de lana y menos calefacción en invierno y aire acondicionado en verano. Y en los años que han transcurrido desde esa fecha, ha ido mucho más lejos, trabajando el problema con otras personas que se han atrevido a enfrentar los tabúes y ha concluido abriendo –bajo la égida de la Universidad de Leeds- una página web apasionante en que presenta sus artículos, en ella culmina publicando junto con otros autores, por ahora sólo online, un artículo que les comentaré brevemente y que ha sido ya rechazado tres veces por la misma revista que le acogió en 1990 (Lancet): él y el resto de firmantes saben perfectamente que una publicación en la web antes que en la literatura científica equivale prácticamente a que nunca verá la luz, pero perciben la urgencia del momento y desafían esa regla no escrita.

 El cuarto borrador de ese artículo que se titula “La trampa demográfica en el África Central, acelerando una transición demográfica de choque: dos tabúes ligados y dos emergencias agudas” está redactado por un grupo que nace de la Universidad de los Grandes Lagos en Kenya (GLUK), encabezada por su vicecanciller, Dan Kaseje, y sólo hay unos pocos occidentales entre los autores, la gran mayoría son africanos.

Sería complicado resumir el no-publicado artículo, tampoco era mi objetivo en esta entrada. Por hoy, baste saber que concluye con dos mensajes demoledores: uno para el norte rico: “su estilo de vida está cocinando el planeta”, y nos da un conjunto de recetas útiles para disminuir el daño de los gases con efecto invernadero; el segundo mensaje es para el sur pobre: “un mundo de familias con un niño”, como única salida viable de la trampa demográfica en que las comunidades africanas se hallan inmersas o  amenazadas. 

Como ven, los términos “sostenible” y “sostenibilidad” tienen su contexto y su historia, son enormemente sólidos, ricos y serios. Por lo que he de concluir que los políticos españoles los banalizan al utilizarlos y muy posiblemente podrían contarse con los dedos de una mano aquellos que sepan su significado real: por y para qué se acuñaron y qué hay detrás de ellos.

 Y concluyo: MK y los otros firmantes del nunca-publicado artículo no sólo manejan términos de salud pública, epidemiología, economía del desarrollo y demografía: hablan de otro tabú, que además contemplan como teístas, porque ellos lo son (en África casi todo el mundo lo es). El tabú del “Escathon”. Muchos de ustedes saben que los griegos acuñaron este término refiriéndose a “las últimas cosas” o “las cosas finales”. Y es muy probable que, de mantener nuestro actual estilo de vida en el rico norte (lujoso le dicen en el artículo), si se produce un calentamiento global de 6º Celsius como se ha vaticinado, ese momento escatológico pueda llegar a medio plazo. De igual modo que abogan por destruir el tabú del control poblacional en el sur, también indican que debemos evitar los “demonios” que nos impiden hablar del “momento final” y cómo prepararnos para él, nosotros y nuestras comunidades, porque tal vez está más cerca de lo que pensamos.

 En este contexto de mi entrada de hoy tal vez podamos relativizar algunos de los serios problemas de nuestra España o enmarcarlos en una problemática más amplia en la que todos los seres humanos estamos inmersos.

 Mientras reflexionamos sobre todos estos temas, recemos por los enfermos y por quienes los cuidamos y por el “Universo mundo”, como lo denominó San Ignacio en sus ejercicios espirituales.

 

 

2 Responses to ““La salud es un estado sostenible””

  1. Interesantisimo articulo . Hoy apenas se habla de la “bomba demografica”. No se puede entender la irracionalidad existente respecto a los muy graves problemas de la creciente poblacion.Junto con otros factores ( desertizacion,escasez relativa de fuentes energeticas, sequias extensas y falta de agua, hambrunas y desigual reparto de alimentos).No importa que el crecimiento poblacional mundial no sea exponencial ni en prop.geometrica. Aunque fuese lineal, es creciente. Y por desgracia ademas la tasa de natalidad de los paises subdesarrollados es superior a la media mundial.

  2. Y un rosario de trabas para la adopción…
    Los superpoblados países están condenados a la violencia de la miseria a causa de su no “sostenibilidad” o a la violencia de un régimen como el aplicado en China con la política del hijo único.
    La violencia ¿estructural? del comercio internacional; las subvenciones a la agricultura en la CE; la venta de armas que cronifican los conflictos, perpetúan la corrupción y acaban con los recursos al precio de una elevada deuda, es la violencia generatriz, consentida y pactada, que además, convierte en ineficaz cualquier ayuda al desarrollo al ser desviada por sus corruptos y al estar los mercados vetados por nuestros despiadados proteccionismos y por los restantes tratos en los que se sustenta el libre mercado

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