Medicamentos para la obesidad

Que la obesidad es hoy un grave problema en el primer mundo nadie lo discute. Y en realidad es un asunto aparentemente muy sencillo: en más del 95% de casos la ecuación es muy simple y directa, la persona –niño o adulto- pesa más de lo que debe porque consume más de lo que gasta. Las causas de ello son fáciles de adivinar: una enorme accesibilidad a comida no saludable y el escaso gasto energético en una sociedad sedentaria. Sólo en un pequeño porcentaje de casos hay enfermedades de las glándulas internas (endocrinas) que justifican un peso desproporcionado a lo que se ingiere.

 Hagan un día una prueba: pesen los alimentos que consumen y calculen cuántas calorías entran en su cuerpo. Teniendo en cuenta que el gasto calórico de una persona con actividad sedentaria está entre 1.500 y 2.000 kcal, se darán cuenta de que las porciones a consumir para mantener el equilibrio son pequeñísimas. Es decir, que no podemos comer todo lo que nos apetece y que el contenido calórico de los alimentos es muy grande, especialmente en el caso de la “comida basura” (bollería, bebidas azucaradas, embutidos y quesos grasos, chuches).

Sin embargo, la ecuación aparentemente sencilla se vuelve algo más compleja si nos preguntamos por qué comemos mucho más de lo que necesitamos. Es indudable que hay un componente freudiano: el estadío oral es uno de los más precoces en la evolución del ser humano; comer cosas que nos gustan –aunque sean insanas- nos compensa de sinsabores de la vida y calma nuestra angustia, a falta de mejores realizaciones y satisfacciones.

 Y de ahí se sigue la obesidad con todas sus secuelas y complicaciones: enfermedades cardiacas y vasculares, sobrepeso que afecta las articulaciones de las piernas, diabetes, cansancio y dificultad respiratoria a la mínima cuesta o escalera y cuando caminamos rápido … y en muchos casos disgusto por el propio cuerpo, incapaces de cohonestar nuestro aspecto con el modelo de belleza de nuestra sociedad, recordado a diario en los anuncios de la televisión, llenos de gente joven y guapa, delgada y morena. Nuestra sociedad nos facilita el sobrepeso y luego nos dice que no debemos engordar y que estamos feos si estamos gordos. No es raro pues que las consultas médicas estén llenas de personas insatisfechas con su aspecto.

Porque eso es importante: ¿qué pensamos de nosotros mismos cuando nos miramos al espejo? ¿Nos gustamos? ¿Nos vemos con cariño? ¿Nos cuidamos? ¿O antes bien nos juzgamos poco atractivos y en muchos casos sentimos disgusto por lo que vemos? Y de ahí se siguen regímenes espartanos o buscar medicamentos milagrosos que nos hagan adelgazar, con el grave problema de que la mayor parte de ellos no sólo son poco eficaces (pueden perderse dos kilos a largo plazo en el mejor de los casos), además son inseguros o cuajados de efectos secundarios, algunos de ellos potencialmente letales. 

La historia del tratamiento de la obesidad mediante fármacos se caracteriza por la repetición, como nos recuerda un reciente editorial del New England Journal of Medicine, la más prestigiosa revista de medicina del planeta: la mayor parte de medicamentos que se han comercializado han tenido que retirarse más tarde debido a efectos adversos graves. En el caso del último de ellos, el rimonabant, por el alto riesgo de depresión, ansiedad e ideas de suicidio que inducía. Unos meses antes había ocurrido lo mismo con otro similar, la sibutramina (el grupo tratado tenía más embolias cerebrales y ataques cardiacos). Recuerdo bien el caso de la fenfluramina, otro de ellos, retirado en 1997 por causar la degeneración de las válvulas cardiacas. Ahora hay expectativas en un fármaco llamado lorcaserina, aparentemente más seguro y que se halla en fase de ensayos clínicos, pero vistos los antecedentes no sería extraño que fracasara como todos los anteriores.

 Porque el problema subyacente al uso de fármacos para resolver una ecuación tan sencilla es precisamente ése: la gente quiere una bala mágica para perder peso sin esfuerzo, y eso no es posible: los atletas no están delgados por consumir fármacos, sino por comer como pajaritos y pasar un montón de horas en el gimnasio, en la pista o en la carretera (no he visto ningún ciclista del Tour gordo). Y además no se pierde peso en un abrir y cerrar de ojos, los kilos de más que hemos acumulado durante meses y años no pueden eliminarse en unos días o semanas, es un proyecto a largo plazo del que hemos de estar convencidos y que se relaciona a cambios en los hábitos de vida, comer menos y gastar más, no es un problema de tomar pastillas.

Y si no podemos prescindir de alimentos que nos gustan o no podemos hacer más ejercicio por la razón que sea, tal vez sea el momento de aceptarnos y querernos como somos y no como quisiéramos ser o como fuimos en otras épocas. Considero esto muy importante porque estoy convencido de que tal como nos vemos a nosotros mismos vemos el mundo y vemos a los demás: si no nos gustamos y nos juzgamos con dureza posiblemente hagamos lo mismo con nuestros semejantes. 

Todo lo dicho es válido también para mis actuales pacientes, en silla de ruedas y en algunos casos incapaces de respirar por sí mismos: ojalá no se vean como un estorbo o sin atractivo, yo los percibo preciosos y capaces todavía de aprender y de darnos lecciones, de explicarnos qué es importante en la vida y qué secundario, de hacernos comprender que en el cariño, la paciencia y la colaboración entre todos está la salvación del mundo.

 Soy consciente de que esto debe de ser extremadamente difícil: la mayoría han perdido peso, muchísimo en algunos casos, han quedado sin masa muscular, su aspecto externo ha cambiado por completo, pero conservan los gestos, la mirada, la palabra, la posibilidad de comunicarse con el mundo exterior y enseñarle qué es la vida y qué es el mundo. Algunos de ellos lo hacen en sus colaboraciones en la revista del centro, todas ellas con el sabor y el saber de personas que han sobrevivido a un terrible naufragio, lo han habitado y en muchos casos ayudan a otros a hacer lo mismo.

Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

 

2 Responses to “Medicamentos para la obesidad”

  1. Carrió criticó duramente a Ricardo Alfonsín…

    encontre interesante el artículo y lo he añadido al blog noticias argentinas :), un abrazo…

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    of internet connection your readers are using. a lot of people have made the mistake of misconstruing that value is about getting the cheapest price that you can get for a product or service. but think about it, which has better

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