Confesiones de un médico

El dopaje consiste en la utilización de sustancias prohibidas para aumentar el rendimiento del deportista. Es un asunto resbaloso: en la opinión de un internista está justificado que algunas de estas sustancias se prohíban en tanto que pueden resultar dañinas, otras simplemente pueden ser utilizadas por la población general para tratar diversas afecciones pero no por los atletas, lo cual en teoría les coloca en una situación de desventaja. No es, pues, un terreno sencillo, máxime cuando a veces todo depende de métodos de laboratorio y niveles del fármaco en sangre para dictaminar si ha existido o no violación de la norma.

Sin embargo, el problema real es por qué los atletas se dopan: obviamente, para ganar y así conseguir dinero y prestigio. Triste sociedad la que necesita héroes (recordando a Brecht en Galileo Galilei) para mantener su interés y los busca además en el terreno de la fuerza y no de la bondad o el servicio a la humanidad. En esta longitud de onda podemos hacer una lectura del dopaje en términos de promoción personal: si lo analizamos con cuidado veremos que la inmensa mayoría de los deportistas dopados proceden de medios sociales sumamente sencillos, algunos incluso deprivados. El deporte ha sido la manera de salir de ellos y mejorar socialmente, al menos en el aspecto económico y de reconocimiento. En el mundo del ciclismo siempre ha sido así, tal vez porque es un deporte tan duro y sacrificado.

 Además en el problema médico del dopaje nada tienen que ver las sustancias que se utilizan actualmente (hormonas como la EPO y del crecimiento o GH, esteroides anabolizantes) con otros productos farmacológicos, como los beta-bloqueantes (el clenbuterol hallado en la sangre de Contador pertenece a este grupo de fármacos). La EPO y la GH se estudiaron y sintetizaron para el tratamiento de personas gravemente enfermas, para la anemia derivada de la insuficiencia renal la primera y para casos de enanismo patológico la segunda. Ignoramos qué efectos puedan tener sobre organismos sanos, así que está más que justificado que su uso se reserve al tratamiento hospitalario de pacientes con las patologías específicas para las que fueron concebidas. En estos casos es absolutamente correcto desde el punto de vista médico que su uso se prohíba en el deporte.

 Cuando una actividad física se convierte en una profesión que exige un rendimiento todo se complica. Entonces el deporte deja de ser salud para convertirse en un cierto peligro para quien lo practica. De hecho la competición (más si es agonística como el ciclismo) puede resultar muy dañina a corto, medio y largo plazo. Teniendo en cuenta que alrededor de muchos deportes se mueven sumas fabulosas de dinero el problema aumenta exponencialmente.

 He compartido con ustedes algunas reflexiones sobre un tema desagradable como es el dopaje en el contexto del deporte de competición, donde se entrecruzan farmacología, medicina, deporte, engaño e intereses económicos y sociales. Lástima que hagamos de algo potencialmente sano y que tiene mucho de juego un campo de batalla donde vidas humanas se ponen en riesgo para dar espectáculo. Tal vez los deportistas sean los modernos gladiadores.

 Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.

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