Confesiones de un médico

A primeros de septiembre dejará el hospital su actual capellán, un buen hombre. Cuando llegué aquí me acogió con cordialidad y fue cercano, tal como hace con todos los pacientes y familiares. Se comportó como un amigo: aunque no nos conocíamos me dio su teléfono móvil por si necesitaba algo, se interesó por dónde vivía, me facilitó el nombre de un lugar donde alquilaban habitaciones, … es decir, supo unir lo espiritual y lo material, dos caras de una misma moneda, interrelacionadas la una con la otra; eso se ve bien aquí, en un hospital donde la gente permanece ingresada mucho tiempo y por lo general es gente sencilla: las necesidades básicas como comer, dormir, la ropa, son algo a lo que hay que atender y el capellán lo hacía, aunque no fuese su trabajo ni le pagasen por ello. Me consta que ha facilitado vestido, alojamiento, pequeñas cantidades de dinero para pasar las primeras noches …

Ha estado aquí once años, viviendo en el mismo hospital. Lo ignoro todo sobre la faceta pastoral de su tarea pero admiro su dedicación a los pacientes y ser además consciente de sus necesidades más elementales y ayudar en ellas, única manera de hacer creíble en la vida real el mensaje cristiano. Además es una persona gentil y educada, buen conversador, amable, y le he visto compartir con el personal de guardia los bizcochos que le hacía su madre, lo cual es de agradecer. Esos detalles humanos se aprecian mucho en esos largos días de guardia, especialmente los festivos, cuando en los ratos de la comida y la cena te juntas con los compañeros.

 En estos años he conocido otros dos sacerdotes aquí, colaborando con el titular, pero he tenido menos contacto con ellos. Tengo entendido que este capellán se va a un pueblo de la provincia, no sé si el destino idóneo para una persona con formación amplia, que además se licenció en medicina antes de estudiar para ser sacerdote. Sin embargo, creo que cualquier lugar es bueno para construir el reino, así que le deseo lo mejor y ojalá disfrute siendo párroco en ese pueblo.

 Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.

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