Sobre el Ébola, creo conveniente …

Alegrarme de que Teresa Romero se haya curado, tal como lo hace hoy un misionero javeriano que trabaja en Sierra Leona y publica una carta en abc digital. Se aprende mucho leyéndola: de cómo se intenta sobrevivir a una epidemia con pocos medios y mucha confianza en Dios.

Pedirle a Teresa que intente recordar cómo se infectó: esto es importante para que no ocurra a los profesionales sanitarios que en el futuro podamos atender nuevos casos. No hay nada raro en infectarse durante una epidemia, ha ocurrido desde que el mundo es mundo. Cometer un error -el factor humano siempre presente- y que ocurra lo que llamamos un accidente de riesgo biológico es cotidiano en los hospitales: no conozco ningún cirujano que, en algún momento de su vida profesional, no se haya pinchado accidentalmente en un acto quirúrgico. Ni casi ninguna enfermera que no le haya ocurrido lo mismo en la vida de su hospital. Esto nos asustó mucho en los inicios del SIDA, y ahora en enfermedades como la hepatitis C, para la que no hay vacuna. Se extreman las precacuciones pero sigue ocurriendo, porque ese factor humano está siempre presente. No hay nada malintencionado en esta petición, ni ningún reproche: tener ese dato será de ayuda a otros. Además, en estos accidentes no hay que echar la culpa a nadie, ni a las instituciones, son errores humanos y ya está, los ha habido siempre y seguirá habiéndolos.

Pedirle a su esposo que, por favor, deje de dar la tabarra con lo que se hizo mal: no va a cambiarlo ni creo que sea de utilidad alguna volver una y otra vez sobre ello. Si quiere ir a los tribunales y pleitear, que lo haga si por desgracia admiten su querella, pero ojalá no se haga rico con ello: sería con dinero público y bastante se ha malgastado ya.

Pedirle también que deje de una santa vez el asunto del perro que fue sacrificado: del mismo modo que había argumentos en contra, también los había a favor (si varios mamíferos pueden albergar y transmitir el virus, por qué no también los cánidos). Entiendo que en ese momento las autoridades sanitarias hicieron lo que creyeron mejor para el bien común, aunque fuese torpemente.

Recordar el dicho de Haim Herzog “No podemos cambiar el pasado, pero podemos aprender sus lecciones”. Hay que aprender de lo que se hizo mal, que posiblemente fueron varias cosas, ciertamente en la comunicación del problema. Pero si eso ha servido para prepararse más adecuadamente para el manejo de nuevos casos, no habrá mal que por bien no haya venido. Y respecto a lo que dijeron (o no dijeron) los entonces responsables políticos … tengo la fortuna de ver poco la tele, de modo que no me enteré demasiado (a tenor de lo que leí luego, casi mejor).

Decirles a los gestores internacionales de esta epidemia (OMS, banco mundial, ONGs tales como MSF y Save the children), que posiblemente no es con voluntarios como pueda tratarse mejor el problema en África: el obrero merece su salario, más si va a poner en riesgo su vida. Es curioso que reclamen voluntarios personas que cobran un buen sueldo en todas y cada una de esas organizaciones. Una tarea ingente y potencialmente peligrosa no va a resolverse con voluntarios, tal vez mejor profesionales motivados, preparados y retribuidos.

Intentar de ahora en adelante, en el manejo de esta enfermedad, a todos los niveles (casos individuales, medidas de salud pública), guiarnos por los datos científicos de que disponemos y no por el miedo tremendo que este virus evoca. Por ello no tiene sentido alguno aislar a los sanitarios que vuelvan de las zonas afectadas (como han comenzado a hacer en varios estados de Norteamérica), más bien honrarlos por su valor: incluso si se han infectado, no son contagiosos mientras no tengan síntomas (fiebre, vómitos, diarrea, malestar general, debilidad), e incluso en ese momento posiblemente no fuesen contagiosos: el test (PCR) no resulta positivo hasta dos o tres días después de que los síntomas hayan dado la cara. Tal vez por ello el esposo de Teresa no se infectó, ni los familiares que convivieron durante días con Thomas Duncan, el hombre que murió por Ébola en Texas. Sí lo hicieron, sin embargo, Teresa y las dos enfermeras norteamericanas, que atendieron enfermos en momentos avanzados y terminales del proceso, cuando hay millones de virus por microlitro de los fluidos corporales.

Pensar en el después de la epidemia de Ébola: incluso en el caso de que llegue a controlarse, los países de África del Oeste donde ocurre quedarán devastados, en una zona del planeta que ya era muy pobre: sus estructuras sanitarias, desmanteladas o desatendidas; sus exportaciones, suspendidas; su tejido productivo, diezmado. Tal vez entonces, cuando no sean ya actualidad triste, será el momento de volcarse en la reconstrucción. Veremos quién se acuerda ya de ellos cuando los jerifaltes de la OMS regresen a sus despachos de Ginebra. Allí quedarán los de siempre: las religiosas y misioneros que fueron para quedarse, en una tarea silenciosa y abnegada. No salen en los noticiarios ni en los carteles de propaganda, ni en los documentales de la BBC, pero ahí están y ahí seguirán cuando todos vuelvan a sus comodidades.

Aconsejarles que, de todos modos, vean uno de esos documentales de la BBC, en su página web: un equipo sanitario local se desplaza a un barrio de chabolas en Monrovia, a recoger a una enferma. Al mismo tiempo, un hombre diabético es llevado por sus hijos a un hospital vacío, donde no le atienden por sospecha de Ébola. No creo que les deje indiferentes, a mí me impresionó, y eso que conozco los lugares y sólo se pone en juego uno de los sentidos, la vista: si interviniese el tacto (el calor) y el olfato (el olor), la impresión sería aún mayor.

Recemos por todo esto.

2 Responses to “Sobre el Ébola, creo conveniente …”

  1. Magnífico artículo, Ángel. Me tomo la libertad de invitarte a entrar en mi página web (www.info-farmacia.com). Tiene un planteamiento distinto, pero me gustaría conocer tu opinión.
    Cordialmente
    José Manuel

  2. Gracias por escribir tan claro, tampoco entiendo porqué nos hemos olvidado del ébola como sí, curando a Teresa, no seguiría muriendo gente en Äfrica. De su marido, no comento nada, se está aprovechando.
    ¿Donde se nos ha quedado la humanidad y la solidaridad?. Acabo de Volver del Camino de Santiago, y he experimentado las dos caras de la moneda. Gente que no te conoce de nada y te acoge y gente que piensas que van contigo, y te dejan. Lo mismo, o peor pasa a gran escala, como si ser negro o latino no te diera el derecho a ser digno, no lo entiendo, y lo peor, es que me hace sentir triste.
    un saludo
    Ceci

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