Más sobre mi madre
Acudo este fin de semana a ver a mi madre, como vengo haciendo más o menos una vez al mes en los últimos años, desde que se rompió la cadera y quedó impedida. Su demencia senil progresa a pasos agigantados, de modo que en este momento soy consciente de que se halla en una situación avanzada e irreversible, tributaria exclusivamente de tratamiento paliativo: en este momento de su vida, sólo debe preocuparnos el confort y la dignidad, y darle un cariño que ya no sabemos si percibe, ni siquiera si es capaz de reconocernos. Sinceramente, no lo llevo muy mal: veo a mi madre como una anciana de la que hemos disfrutado y ha estado bien muchos años, sólo en los últimos tres ha ocurrido este profundo deterioro. Y soy consciente de que, cuando no esté, me quedará la dedicación que en este tiempo haya podido tener con ella. Además, este periodo de anochecer de su vida me permite, en cierto modo, reescribir o reconciliarme con etapas de mi historia, en que no pude o no quise estar tan cercano como ahora. También me ha permitido disfrutar de algunos hermanos que también participan de su cuidado, ahora que viajo a mi ciudad natal más frecuentemente.
Porque este es otro aspecto del cuidado de nuestra madre demenciada: siendo una familia extensa, con nueve hermanos, toca disfrutar o sufrir cómo cada uno se ubica en este momento de nuestra historia familiar. Cada uno tenemos nuestras circunstancias y nuestra historia personal, los hay jubilados, otros estamos activos, casados y solos, con hijos y sin ellos … Cada quien ha tenido un tipo de relación con nuestra madre y adopta ahora una actitud: la mayoría de profundo cariño y dedicación, cada uno a su manera y con su expresión, con mayor o menor habilidad o acierto … pero hay quien no sólo no aparece, sino que cuando lo hace, es para meter cizaña o “poner palos en las ruedas” a la dedicación de los demás. Esto resulta doloroso y es injusto, pero entiendo que es parte de la naturaleza humana y así hay que aceptarlo, intentando relativizarlo y, recurriendo al dicho español, recordar que “no ofende quien quiere sino quien puede”. Sólo lo lamento por otros hermanos, personas sensibles y en momentos a veces difíciles y complicados, que se toman a pecho unas críticas de quien carece de cualquier autoridad para formularlas.
Imagino que esta es la historia de muchas familias, la mía no es un excepción, ahora que se ve tensionada por las necesidades económicas que se derivan de tener que contratar cada vez más personas, porque mi madre cada vez es más dependiente y necesita mayores cuidados. No me resulta demasiado doloroso que envejezca y comprobar las manifestaciones de su progresiva demencia, al fin y al cabo como médico llevo años atendiendo ancianos en situación parecida, aunque obviamente nunca tan cercanos. Sí resulta doloroso ver esas actitudes poco constructivas en miembros de la familia.
En otro orden de cosas, unos enfermos marchan y otros vienen, nos gustaría poder ofrecer más, pero a día hoy la lesión medular carece de tratamiento curativo e intentamos rehabilitar lo que se puede y que la persona aprendar a convivir con su nueva situación. Es todo lo que, a día de hoy, podemos ofrecer. Quizás con el tiempo, si las investigaciones progresan, podamos ser capaces de ofrecer una mayor reparación.
Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos.
Seguramente la distancia te hace tener una visión más acertada de la situación . Es gratificante poder constatar que las situaciones se pueden contemplar desde una perspectiva menos dramática y más equilibrada.
Gracias por el esfuerzo de tus reflexiones y sobre todo por compartirlas.
Isabel