Una despedida. Un aniversario.

Mis compañeros del Hospital Nacional de Parapléjicos me despidieron con una comida que creo a todos nos resultó entrañable. Hubo sinceros buenos deseos de unos para con otros, una preciosa pluma de regalo con la que escribo orgullosamente en mi nuevo hospital (San Juan de Dios de Zaragoza), y algunos parlamentos. Comparto con ustedes unas líneas que leí ese día.

“Os agradezco a todos y cada uno de todo corazón que hayáis venido hoy a acompañarme. Sinceramente, este no es un momento fácil para mí, porque las despedidas no suelen serlo. Han sido nueve años en el HNP y aquí he aprendido muchas cosas, en un campo de la medicina que para mí era completamente desconocido. Me tomé mi tiempo para estudiar esta nueva faceta de la medicina, muy específica. Varios de mis compañeros me ayudaron mucho, cosa que siempre agradeceré. Creo que comprendí con rapidez que se trataba de una patología muy compleja que transformaba radicalmente la vida no sólo de los pacientes, también de todo su entorno. La lesión medular colocaba al paciente en una situación de vulnerabilidad y dependencia extremas, mucho mayor que cualquier otra enfermedad que aflige al ser humano. Se necesita ayuda absolutamente para todo, a veces incluso para seguir respirando.

Encontré grandes personas y grandes profesionales en todos los estamentos: camareros, señoras de la limpieza, celadores, auxiliares, administrativos, enfermería, staff facultativo. Aprendí de ellos todo lo que pude. De algunos me sentí muy cercano: al fin y al cabo compartíamos anhelos pasados y presentes, cada uno a su modo habíamos aspirado e intentado una sociedad diferente.

Han sido unos años interesantes y en algunos aspectos fecundos. Sin embargo, por motivos que no hacen al caso, he decidido buscar otras posibilidades, más cerca de mi familia, en la ciudad donde nací y en la que apenas he vivido desde que marché en 1983, tras terminar medicina.

Marcho de aquí dejando amigos y compañeros muy queridos. Este es un hospital muy particular, único en su género en España, con 40 años de historia, una casuística mayor que la inmensa mayoría de centros del planeta que se dedican a la lesión medular y una plantilla excelentemente preparada. Ojalá recuperase el lugar que su potencial merece. No puedo sino desearle cosas buenas: me ha dado mucho en lo personal y lo profesional, en él he intentado aportar y he recibido mucho. Llevaré conmigo los rostros de compañeros de trabajo, de pacientes y familiares, de todas las situaciones vividas aquí. En este hospital he visto hechas carne y sangre palabras como entrega, sacrifico y abnegación, que escuché a menudo durante mi estancia en el Seminario pero cuyo significado real he comprendido aquí, en contacto con los lesionados medulares y sus familiares.

 Termino compartiendo con ustedes algunas reflexiones sobre nuestros actuales pacientes que no quier dejar de mencionar.

Sé que los pacientes son actualmente mayores y más frágiles, su atención es quizás menos gratificante y se halla privada del glamour de la juventud, pero merecen que se les siga atendiendo con compasión y ecuanimidad: están limitados y nos necesitan, son seres humanos que han tenido mala suerte. Piensen cómo harían si fuesen su padre o su madre, un hermano, una hija … no olvidemos nunca que los médicos y enfermeras somos el corazón de una sociedad, así como los sacerdotes y religiosas son su alma. Sin corazón o sin alma, una sociedad acaba pereciendo.

Cuidemos los términos con los que nos referimos a los pacientes: no hace falta ser un experto en filosofía del lenguaje para comprender que aquello que hablamos modela la realidad que vivimos. Recuperemos el deseo de hacer el trabajo lo mejor posible, sin fijarnos en la edad o la situación del paciente, con la mayor calidad profesional y con el mayor cariño. Eso está por encima de malos directivos y peores gerentes, está en la raíz de nuestra vocación sanitaria, nos confiere identidad como sanitarios y nos otorga valía como personas.

Gracias por todo, hasta siempre o hasta otro momento, Dios dirá. Por ahora, me tenéis a vuestra disposición en Zaragoza. Un abrazo a todos.” (Toledo, 19.09.2018

Así que desde el 24 de Septiembre me tienen en el hospital de los hermanos en Zaragoza, en un campo próximo a la lesión medular, dado que estoy en la unidad de daño cerebral: me he movido de una parte del sistema nervioso central a otra, con lo que las diferencias no son excesivas, además los pacientes y los problemas derivados de la enfermedad no son demasiado diferentes, independientemente de dónde se atiendan.

En otro orden de cosas bien diferente, ayer fue el aniversario del fallido referéndum de secesión en Cataluña, aquel día funesto en que el gobierno de una comunidad autónoma desafió al país entero y con ello dinamitó nuestras normas básicas de convivencia. No quiero dejar de expresar un año después mi repudio a lo que hicieron algunos entonces y a lo que hicieron algunos ayer, con hechos violentos de vandalismo que a nada conducen, y que no hacen sino exasperar el rechazo que una buena parte de la ciudadanía experimentamos hacia algunos habitantes de esa región. Mientras un gobierno central fuerte no se decida a abordar el problema de veras y se promulguen leyes que impidan que estos hechos se repitan, tendremos que seguir aguantando el desprecio de esas gentes hacia nuestro país. Creo que eso es algo que la inmensa mayoría de españoles de buena voluntad no merecemos.

Recen por los enfermos, por quienes les cuidamos y por nuestro país.

3 Responses to “Una despedida. Un aniversario.”

  1. Te deseo que seas feliz en tu nuevo destino. Espero que sigas poniendo tu corazón al servicio del enfermo y de todos los que te rodean.
    No estoy de acuerdo contigo en que los curas y las religiosas son el alma. Necesitan ser corazón para repartir amor , comprensión y perdón. Jesús fue corazón
    Confío en que seguirás escribiendo y compartiendo tu vida con nosotros.
    Rezo por los enfermos y por ti

  2. Te deseo que seas feliz en tu nuevo destino y que tu corazón siga al servicio de los enfermos y compañeros.
    No estoy de acuerdo contigo cuando dices que los curas y religiosas sean el alma. Prefiero que sean también corazón. Jesús fue corazón.
    Perdona mi comentario.
    Rezo por ti y por los enfermos. Un abrazo

  3. Reflexiones precisas y acertadas. Seguro que en tu nueva ubicación tu aportación sigue siendo muy valiosa.

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