Navidad con Ómicron
Tras unos meses de una cierta tranquilidad, la llegada de la variante Ómicron, mucho más transmisible aunque parece que menos letal, ha supuesto un nuevo periodo de distorsiones en nuestra sociedad, en nuestras familias, en los hospitales. De nuevo falta de liderazgo y criterios claros, mucha improvisación y mala distribución de recursos, en un contexto de fatiga y falta de confianza, ante una pesadilla para la que no se ve el final.
Como médico hospitalario que soy, si tuviese que resumir con una palabra mi estado de ánimo actual, elegiría desanimado. En una época como la Navidad, normalmente de reencuentros y celebración de la vida, me cuesta aceptar que estamos otra vez en medio de un aumento de los ingresos en planta y en UCI, de tener que utilizar a todas horas los EPIs, de que resulte imposible prescindir de las mascarillas y las precauciones que nos alejan a los unos de los otros.
Busco en mi interior motivos para la esperanza, y no los encuentro. Sé que están ahí, que la Navidad es la conmemoración confiada de la apuesta de Dios por el hombre, de la asunción por parte del Creador de la debilidad y la contingencia de las criaturas, de la entrada de Dios en nuestra historia con todas sus consecuencias y sufrimientos. Pero tengo que creerlo por fe, porque me faltan ánimos que transmitir, me preocupan mis familiares y amigos enfermos, la gente más joven sin trabajo o camino de perderlo, siento temor e indignación ante la incompetencia de tantos.
Más que de Navidad, tengo cuerpo y espíritu de jueves santo, me he equivocado de periodo y de mes. Quizás por eso vuelvo a recurrir en la oración a las palabras de monseñor Romero: “La Iglesia predica … una liberación que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza”.
Así me encuentro en este momento: intento apoyarme en un mensaje que me proporcione esperanza. Hubiese querido transmitirles unas palabras más halagüeñas como felicitación de Navidad, pero he decidido compartir mi estado de ánimo tal cual es, y decirles que rezaré al niño que nos nace pidiendo para todos la esperanza y fe que necesitamos en esta coyuntura.
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