DESIERTO
DESIERTO
Lectio Lc 4, 38-44
Siempre rodeado de gente: discípulos, sinagoga, casa de Pedro, su suegra enfadad con el “nuevo profeta” que traía loco a su yerno, enfermos y hasta los demonios que sabían quién eras… gente, gente, mucha gente. “Y al hacerse de día… (te fuiste) a un lugar desierto”.
Buscas en lo cotidiano espacio para la oración, la soledad, el silencio, la austeridad… la perspectiva para volver a curar, sanar y mitigar el sufrimiento de quienes te busca.
Hay que ir al DESIERTO, lo sé, no al de arena, al espacio cercano que no atiendo y del que tantas veces huyo.
Y me viene una pregunta: ¿No sería bueno que la Iglesia-Pueblo de Dios fuera al DESIERTO para recuperar la esencia y soltar lastre?
(Mari Paz López Santos, 6 septiembre 2017)
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