Predicador silencioso
Los días 9 de cada mes Fray Leopoldo de Alpandeire, tiene cita , desde su tumba en la cripta del convento capuchino en Granada, con miles y miles de devotos que le visitan, llevan flores y piden su intercesión para tantas y tantas cosas como precisan. ¿Qué se busca allí?¿Por qué estas masas de devotos? La respuesta es muy variada. Se busca autenticidad, verdad y bondad ante un entorno sin apoyo en Dios. Se busca consuelo. Lo mismo que hacían las gentes cuando aún vivía Fray Leopoldo. Y no era dado a la palabrería. Más bien le reconocen como taciturno. Pero acudían a él hasta cuando en la calle le veían ejercer su oficio de limosnero durante medio siglo. Así es como Fray Leopoldo hace de predicador silencioso, en expresión del P. José Antonio Márquez, presidente de la Fundación Fray Leopoldo, que nos ilustra sobre el venerable capuchino, muy cercano a la beatificación. Esta devoción existía antes de su muerte en 1956. Y al igual que Fray Leopoldo aconsejaba el rezo de las tres avemarías, su gran fórmula evangelizadora, así también ahora las rezan al lado de su tumba, en medio de un silencio significativo. Cuentan muchas anécdotas porque todavía viven muchos que le conocieron. Algún fraile recuerda que Fray Leopoldo cultivaba flores para poner a la Virgen. Tenía unos bancales en el huerto que cuidaba personalmente. En un cambio de superior y sin que estuvieran Fray Leopoldo se quitaron las flores. Al enterarse, Fray Leopoldo acudió malhumorado a la celda del superior. Aporreo la puerta y cuando este salió, tras cinco segundos sin decir nada, exclamó con su ceceo habitual: “Zatanaz quiere que noz peleemoz, pero no ze va a zalir con la zuya”. Y se marcho tan bondadosamente. Todo sea en honor de la Virgen a la que iban destinadas las flores.
Discussion area - Dejar un comentario