La educación como Norte
Al Profesor de Derecho Internacional, Juan Antonio Carrillo Salcedo, le concedieron el pasado mes de febrero la distinción de Hijo Predilecto de Andalucía. Hemos querido recordar esos momentos y repasar el breve y enjundioso discurso que pronunció ese día en representación de todos los premiados. Su sencillez nos permite ir de la anécdota a la categoría con mucha fluidez. En el programa es un antiguo conocido. La cercanía se palpa. La mejor felicitación que ha recibido dice ser la de uno de su pueblo que le ha escrito lleno de entusiasmo, aunque, eso sí, con múltiples faltas de ortografía.
Y volvemos al discurso que versó sobre la educación. Es la obsesión de su tarea universitaria. Una forma de situarse ante la vida. Modelo que aspira a servir mientras Dios le dé vida. Dice así. Y lo centró en tres ideas-eje: la responsabilidad, la igualdad, y la solidaridad.
En la responsabilidad aludía a los límites de los derechos personales en el conjunto social. Con la igualdad rechazaba toda discriminación, y recordaba al Obispo Casaldáliga. Con la solidaridad hacía referencia al interés general que hay que tener siempre en cuenta.
La educación así entendida, como pleno desarrollo de la persona humana, es una plasmación de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Es su tema. Y va y viene sobre él con mucha lucidez, desde los grandes planteamientos hasta la ejemplificación en la familia, el ambiente social o los casos de la universidad.
Su convencimiento es que la educación, desde la infantil, tiene una función irreemplazable en la profundización de la democracia y en la progresiva realización de un mundo en el que los seres humanos puedan disfrutar de la dignidad que les es inherente. Son sus palabras que sazona con alusiones bíblicas o a Juan XXIII, según venga el caso. Los grandes testigos le ayudan en su pedagogía.
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