Muerto Ramón, ¡viva Boluda!
Es ley de vida condolerse de los derrotados, ¿cómo no ponerse en su pellejo? El caso de Ramón Calderón, ex presidente del Real Madrid, no responde exactamente a ese esquema, porque Calderón daba pena en los momentos en que más firme parecía al frente de la nave merengue. De hecho, no ha dejado de darla durante su estancia como presidente del Madrid. Ese hombre llevaba en la cara la marca de una derrota personal, una huella de la que no se desprendió ni en los momentos de mayor gloria. Siempre fue un patoso, recuerdo ahora la imagen en la Romareda celebrando el campeonato de liga antes de haberlo ganado. Rara vez Calderón estuvo en su sitio como presidente madridista, en realidad le fallaba hasta el apellido. Ahora da igual, pero duele ver como se ha equivocado incluso en el que debió ser un instante de grandeza: la dimisión. Que aquí no dimite nadie, ni en la política ni en el fútbol ni en los foros recreativos, es verdad archiconocida, por eso el dimisionario se gana el respeto público. Calderón, sin embargo, dijo ayer que el que dimite es un cobarde o alguien que tiene algo que esconder. ¿Cuál de las dos hipótesis explica su marcha?Es una obviedad que en el mundillo del fútbol se esconden casi siempre los pájaros sociales más peligrosos, en ese sentido el Real Madrid no es ninguna excepción. Antes de Calderón, durante un par de meses ejerció como presidente un tipo de una tosquedad y una torpeza social inauditas, que sin embargo levantó un imperio inmobiliario que también se le ha venido abajo. Sanz o Mendoza fueron dirigentes intachablemente incompetentes. El mejor, sin duda, Florentino, el más maquiavélico también y a quien muchos señalan como el urdidor de la trama que ha acabado con el pobre Calderón. En toda esta crisis se esconde de manera larvada la incapacidad blanca para soportar a un Barcelona que hoy está distanciado en puntos y a años luz en juego, y es que el Real Madrid sólo sabe ganar y cuando no gana lo echa todo a perder.¿Y el nuevo presidente? Si se confirma el principio griego de que la cara es el espejo del alma estaríamos ante un inquietante tiburón. En todo caso, suerte en el envite y cuídese usted, señor Boluda, de Mijatovic.
Todo eso que dices es relativamente cierto, pero se nota a la legua que por ahí sangra el resentimiento de un antimadridista. No es por nada, pero a los del Madrid nos sobra la nobleza. Y afortunadamente no estamos acostumbrados a perder, para eso ya están el Barcelona y el Atleti, eternos rivales resentidos. Peor para ellos.