La medalla de Fran Rivera

3750.jpegJosé Tomás es un torero que sabe colocarse delante de la fiera, pero esta vez nos ha dejado descolocados a todos, especialmente a quienes más le admiramos. Como sabrán, Tomás y Paco Camino han devuelto la medalla de oro de Bellas Artes que otorga el Ministerio de Cultura, airados por haberse concedido idéntico galardón a Fran Rivera. Las polémicas sobre los premios son viejas. Jean Paul Sartre rechazó en 1964 el Nobel de Literatura porque entendía que hubiese significado dejarse atrapar por el sistema. El gesto le supuso la pérdida de la cuantiosa cantidad económica con que está dotado el galardón. El filósofo rumano Ciorán, exiliado y nacionalizado francés, se negó a recibir todos los premios que le fueron concedidos en el último medio siglo de su vida, y eso que siempre vivió en una situación más que modesta, precaria, en un pequeño apartamento de París. Los merecimientos de los premios sólo cabe buscarlos en el capricho de quienes los otorgan. José Echegaray, reconocida mediocridad literaria de principios de siglo, se llevó el Nobel, distinción que le fue negada a Valle-Inclán, Galdós o Unamuno. Y en la lista de los Óscar, los no premiados son tantos y no peores que los distinguidos, desde Alfred Hitchcock a Marilyn Monroe. Un premio es un lubricante de la vanidad y así lo considera toda persona suficientemente pagada de su arte pero no cegada por la soberbia. Dirimir si otros galardonados han hecho méritos para recibir el laurel no es raro que suceda en un círculo privado, pero sacar esa crítica de ahí supone una petulancia inadmisible entre personas educadas. Quizá a Tomás, y a Camino con efectos retroactivos, se les ha subido su arte a la cabeza, pero quizá hicieran bien en preguntarse si Julián Marías, Antonio López, Joaquín Rodrigo, Alfredo Kraus, Chillida, Montserrat Caballé, José Luis Gómez, Andrés Segovia o Berlanga no podrían sentirse minusvalorados por compartir con ellos idéntica medalla de las Bellas Artes. Da gusto constatar que Curro Romero, Rafael de Paula, El Viti o Antoñete no han sentido la tentación de devolver el referido premio, claro que quizá tampoco ellos alcancen las cumbres creadoras de Camino y Tomás.

 

 

6 Responses to “La medalla de Fran Rivera”

  1. Sé que soy un buen ignorante -o casi- pues desconocía absolutamente que a los toreros, la casa esa de la oficial Cultura, les premiasen con medallas de arte y ensayo. ¡Qué pasmo! Me choca que sea una medalla -esa cosa redonda que suelen dar a los esforzados y forzudos deportistas-, ya que lo suyo sería una oreja de oro, un rabo de plata o una platínica (de platino) pezuña ¡qué buen cenicero! Siempre tuve una ligera esperanza -sólo ligera- de que la lectura, el conocimiento, ayudase a comprender cosas. Recopilando llego hasta a Heráclito -el llamado filósofo oscuro, aunque a mí no me lo parece tanto- quien hace 2500 años sacó de la “oscuridad” la teoría de los contrarios: el mundo, la vida, se desarrolla, avanza, cuando dos cosas se oponen (o algo así). Intento darle una salida (explicación) a este oscuro submundo taurino. Si aplicamos la teoría heraclitiana podemos decir que la crueldad, infamia, canallada, atrocidad, ofensa, a los animales, llevará consigo lo opuesto: admiración, respeto, reconocimiento, estima, decoro, respetabilidad, hacia los animales. Espero que avancen y ganen los buenos. Sé que todo esto es una bobada, pero mira por donde, después de este escrito, empiezo a ver algo positivo en esa matanza del toro.

  2. Estoy contigo Sandalia en que es una filfa todo esto del arte taurino y las medallitas del amor. De José Tomás dicen que es muy bueno en lo suyo, aunque Fran Rivera también debe serlo en lo suyo: el famoseo, la duquesita y la carita mona. Por mí como si se operan. En esto de los toros soy de la escuela de mi admirado Manolo Vicent, y ni Heráclito ni su porquero, la tauromaquia no es más que tortura y sangre. Eso sí nadie se mancha tanto como José Tomas. ¡Vale, pues todas las medallas para él! Y para Fran una novia o un pase de modelos con su hermanito Cayetano. Qué desgracia de país. Por cierto, podían darle la dichosa medalla de bellas artes al noviete de la duquesa de Alba.

  3. Hace años que declino cualquier polémica con antitaurinos por considerarla inútil. Y esto vale tanto para la tropa de ecologistas de base, con altavoz y pocas luces, como a quienes invocan al claroscuro Heráclito o algún otro ilustre presocrático poniéndole a la demagogia una rúbrica de culturilla del COU. Gustavo Bueno, filósofo vivo y de los de verdad, llama a todos estos paniaguados del buenismo los representantes del “pensamiento Alicia”, mira por donde. De modo que sí, los toros son una fiesta cruel y hermosa, un rito que en las grandes tardes conmueve por su verdad profunda y radical. El post sobre la medalla no replanteaba el taurinismo o el anti, sencillamente criticaba, mediante analogías, un comportamiento poco defendible. Dicho esto, me apresuro a afirmar que nadie se merece tanto la medalla como José Tomás, en tanto que dársela a Fran Rivera es algo así como entregar el balón de oro a Michel Salgado, pero en fin, allá jurados…

  4. Siempre pensamos, que estamos en posesión de la verdad, que nuestras ideas son las validas y que las de los demás están equivocadas, en todo lo que no coincide con la lógica (nuestra propia lógica). Para unos “La fiesta”, es arte, es plasticidad, es baile, es cultura.
    Es que la gente del campo, el gitano, el emigrante y un sin largo etc. son incultos, o es que tienen una cultura diferente. La cultura de la necesidad, de las costumbres de la tradición. Determinadas fiestas nacieron como punto de reunión de las gentes en los momentos en los que no existían comunicaciones rápidas y eficaces, fiestas en los pueblos que servían para conocer a otras gentes y separar sangres, creando lazos fuera de la comunidad. Bailes, carnavales, corridas taurinas, y muchas más reuniones sociales.
    La fiesta ha sido utilizada en nuestro país como recurso de Estado, me dijeron que en tiempos, el primero de mayo, había una buena corrida en la televisión, a la hora de la manifestación.
    Ahora esta de moda el preservar las tradiciones y por lo visto una de las tradiciones mas recientes, es sembrar la polémica, con alguna tontería sin importancia, a la que todos entramos “al trapo”, para distraer la atención de algo que puede causar problemas.
    ¿Realmente es tan importante, que se le de una medalla a uno o a otro?, ¿solo el que recibe el premio novel, lo merece?
    Por que no vivimos y dejamos vivir, todos estamos en posesión de la verdad.
    Muy sabiamente se dijo aquello de “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color, del cristal con que se mira.
    Pues que el torero, la disfrute. Que el egoísta se quede sin ella. Y a quien Dios se la de San Pedro se la bendiga.

  5. ¡Ay Alicia, has entrado al paño como torito amoscado! (qué difícil es salir del manoseado argot taurino). Pero respondiéndote entro yo ahora en el tuyo. Conocí personalmente al Dr. Bueno hace unos pocos años, y todo lo que él diga -por ser como es- lleva razón. Por cierto que hablamos, desenfadadamente, de los “antiguos”. El humor, la risa, fue lo que más me agradó de él. La risa, esa cosa que tan fácilmente olvidamos. Creo que en cantidad de ocasiones es preferible la risa, el humor, a la verdad. ¡Y vivan los cuernos! (y otras soledades)

  6. A mí me da una inmensa tristeza ver que en este país se premia con medallas la tortura a seres vivos, y con todo mi respeto Señor Tirado, si hay una fiera en el albero ese es el público.
    ¡Qué asco de condición humana!

    Anabel

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