Contrariedades
Lo kafkiano va evolucionando hacia el costumbrismo. Perdido el impulso trágico, el adjetivo se limita a describir la impotencia burocrática. Ocurre también con lo dantesco, que desprovisto de su carácter de pesadilla sirve para dibujar una situación caótica, a menudo de escaso fuste. No es raro, por ejemplo, que un partido de fútbol devenga en algo dantesco. (Que se lo pregunten a Pepe). Posiblemente la situación más definida y habitual en que los ciudadanos estamos expuestos a lo kafkiano tenga que ver con los usos telefónicos. Esa circularidad mareante que le lleva a uno de telefonista en telefonista, en un siniestro juego de la gallinita ciega, supone un ataque al centro del sistema nervioso. Y si es duro entendérselas con personas que parecen robots, la desesperanza absoluta se alcanza cuando no queda posibilidad de conectar con ningún ser humano y la infernal rueda se mueve en torno a una cinta en la que se va repitiendo, con monótona e insultante cantinela: “Si quiere hablar con tal, marque 1, si desea comunicar con cual, marque 2…”. Para vengarme, humorísticamente, de esa infamia ideé un sistema casero. Cuando recibo en el teléfono eso que se rotula como “llamada privada” y que esconde siempre a alguna empresa, a veces telefónica, que te quiere vender su mercancía, descuelgo el auricular y con voz timbrada y resuelta de locutor digo de carrerilla: “Si quiere hablar conmigo, marque 1; si quiere hablar con mi abuela, marque 2. Si no quiere hablar con nadie, cuelgue por favor”. Pueden probarlo, el sistema es altamente efectivo: en más del 90 por ciento de los casos el interlocutor cuelga de manera automática. Sólo una vez encontré al otro lado del teléfono a una chica, rápida de reflejos, que dijo 2 para hablar con mi abuela, atraída por mi bomba casera contra la insolencia. Lástima, mi abuela no estaba ese siglo en casa y a mí no se me ocurrió nada para retener a aquella telefonista atrevida. No olvido los precarios empleos que te saludan desde el más allá comercial, pero de alguna manera hay que hacer frente al pequeño infierno kafkiano en que están confinándonos.
Kafkianos son todos y cada uno de los momentos que vivimos en la sociedad civilizada.
Para ahorrar tiempo en la seguridad social se instauro la cita previa, es decir en vez de ir al consultorio, pedir numero y esperar la cola para que te atiendan, tienes que pedir cita, llamas por teléfono unas cuantas veces a ver si tienes suerte que te contesten en una de las primeras, entonces pueden ocurrir dos cosas: A – tienes la suerte que hay un momento libre y te atienden (Rara avis) B – los horarios para ese día o para el siguiente están cogidos, por lo que o te presentas en el ambulatorio por si el medico te quiere atender en un momento entre paciente y paciente o vas a urgencias a congestionar las mismas. En ambos casos esperas el turno. (Sin contar lo que tiene de social, la gente que se conoce en el asiento contiguo).
Pero contrariedad, es solicitar el DNI, (también con cita previa), o aun mas ir a trafico.
Preguntas en cual de los dos edificios, te dirigen al de información, donde después de esperar la cola te dan los impresos, pagas las tasas y te indican donde esta el negociado, al que te tienes que dirigir, coges el numerito, y te dispones a esperar en las sillas a tal fin, por cierto recuerda el llevar boli y un periódico o algo para leer, o para apoyarte al rellenar el impreso. Si has sido previsor y llevas por lo menos dos copias de todo, no tendrás que salir pitando a buscar una fotocopiadora y volver zumbando, por que como se te pase el numero. A esas horas, ya no dan mas, por que hay “numero clausus” y tienen para toda la mañana, y como decía ese que todos conocéis: Vuelva usted mañana. Eso si son contrariedades.
Esa de las llamadas telefónicas (generalmente a la horade la siesta) es una contrariedad genuina.
Apunto otra: tener que tratar, frecuentemente, a un tonto etimológico que va de listo por la vida.
Parece que la cosa va de contrariedades, pues ya es mala sombra porque hay asíinn ….en la vida. ?’no dicen que ser positivo te alarga la vida y la hace más feliz ¿. Al menos hay que intentarlo.Unas son evitables y otras nó . A algunas digamos “oficiales” ya os habeis tanto Sin reflejo, como Seitaridis y no hay nada que hacer más que aguantarte más o menos. Pero en cuanto a las otras hay varias de las que no sirve aguante que valga, por ejemplo hablo de los cenizos, de los que van de víctimas, de los peñazos, de los “graciosos” , aprovechados, y de otros especimenes que sabemos que hay que ignorar por el bien de nuestra saluid mental…
Cuanta razón tienes Copos, como hay que ignorar por nuestra salud mental.
Has dado una genial idea para cortar las llamadas publicitarias de raíz. Las peores son las que insisten en hablar con el propietario de la línea porque el asunto sólo debe comunicársele a él…
Estableceré, por sugerencia tuya, tres nº a elegir. Gracias por la idea.
Y no es racismo. Lamentablemente tenemos que darle el corte a las dueñas de dulces acentos sudamericanos que quisiéramos oir en otras circunastancias.