SÁBADOS LITERARIOS. El crítico
Me imagino al crítico literario ideal como un aduanero de la literatura, que pasaporta para la gloria o impide el paso a quienes no acrediten méritos. Todo en subjetivo, pero desde el rigor y la pasión, claro. Rafael Conte es posiblemente el más grande de nuestros críticos, aunque no tiene vocación de aduanero sino de lector que devora, de Gargantúa moderno, con su pose de caballero antiguo, su energía desusada de gigante que se alimenta de letras, aunque no sólo. En cualquier supuesto, nadie más lejos de dietas alimenticias o espirituales que este Conte, de quien he dicho que es, para tener en seguida que desmentirme: Era. Se ha muerto a los 73, me entero por una nota necrológica de su periódico y caigo en la cuenta de lo bastante que he leído yo a este hombre que arrastraba fama legendaria de habérselo zampado todo, y encima con adecuada digestión y sin siesta porque siempre andaba desvelado, ansioso por ingerir los muchos libros que le quedaban por leer, infinitos como la biblioteca imaginaria de Borges.
Escribió en “Informaciones”, en “El País”, en “El Sol”, en “ABC”, otra vez en “El País” y era un crítico entendido y exigente, pero generoso, que contribuyó mucho al lanzamiento de escritores como Jesús Ferrero, Luis Landero, Belén Gopegui o últimamente Gonzalo Hidalgo Bayal. Como uno siempre tiene la ilusión de contar con media docena de lectores, quizá alguno de ellos joven, conviene decir para quienes no les suene el nombre, que tampoco pasa nada. Ya decía el gran Chesterton que “El periodismo consiste esencialmente en decir “Lord Jones ha muerto” a gente que no sabia que Lord Jones estaba vivo.” Lord Jones es para la ocasión Lord Conte. Y el muerto está vivo en las hemerotecas y sobre todo en la memoria agradecida de los miles de lectores librescos que tenían en él un referente de crítico riguroso y a la vez apasionado. Quienes sí sabíamos quien era este Lord Jones, no podemos dejar de sentir su muerte, que nos deja sin un caballero de las letras, especie más en peligro que el lince ibérico. ¡Quién sabe si no se ha ido el último ejemplar de la tribu de los críticos verdaderos!
En efecto, Conte ha sido un referente, un director acertado de lecturas de varias generaciones que hace tiempo doblaron ya el cabo del miedo de los cuarenta. Pero miedo es lo que puede sentirse al ver que la lista parece interminable y a ella se ha añadido Ullán sobre el que (“como no podía ser de otro modo”) ha escrito Juan Cruz. Como apuntas en tu comentario, habrá que conformarse con esa idea, casi proveniente de la Cábala, de que vivimos en el rcuerdo que dejamos en los demás. Así sea.